Cuando una pregunta es “ofensiva” y “antidemocrática”

Cuando una pregunta es “ofensiva” y “antidemocrática”. Josep Alsina Calvés

Hace unos días, el alcalde de la localidad catalana de Tarrasa, Sr. Ballart, suspendió un pleno debido a la frase que lucia en su camiseta la portavoz municipal de Vox, Alicia Tomás. Según el alcalde la mencionada frase era “ofensiva” y “antidemocrática”.

¿Qué decía la frase que la regidora egarense lucia en su camiseta? ¿Contenía insultos contra el alcalde o contra miembro del consistorio? En absoluto ¿Incitaba al odio contra algún colectivo en función de su orientación sexual, raza, etnia o religión? Tampoco ¿Había en él alguna palabra malsonante impropia de la dignidad de un consistorio? Menos aún. La frase era una siempre pregunta ¿Por qué el Sr. Ballart ha tardado dos semanas en condenar una violación?

Decía Heidegger que el preguntar es “la devoción del pensar”. El que pregunta no afirma nada, reconoce que no sabe (por eso pregunta). El que pregunta se pone en las antípodas de cualquier dogmatismo, de cualquier fundamentalismo, de cualquier idea previa. Una pregunta jamás puede ofender (“preguntar es cortesía”), a menos que el preguntado tenga mucho que ocultar. Una pregunta jamás puede ser “antidemocrática”, a menos que el preguntado confunda la democracia con su ideología particular y piense que el que pregunta la pone en cuestión.

Voy a aventurar una hipótesis sobre la indignación y el enfado del Sr. Ballart. Aclaro que una hipótesis es una explicación provisional, que puede ser posteriormente modificada. El Sr. Ballart ha tardado dos semanas en condenar la violación porque los violadores eran inmigrantes, probablemente ilegales (si hubieran sido catalanes o autóctonos del resto de España lo habría hecho a los dos segundos, habría clamado contra el “patriarcado estructural” y habría convocado concentraciones).

Añado además que el Sr. Ballart, no solamente ha tardado dos semanas en condenar la violación, lo ha hecho después de que una manifestación multitudinaria, convocada por la representante de Vox en Tarrasa, Alicia Tomás, así se lo exigiera.

¿Quién es el Sr. Ballart? Parece ser que pertenece a un partido local llamado “Tot per Terrassa” (todo por Tarrasa), escisión del PSC. Pero esto es lo de menos, el Sr. Ballart es un político sistémico, y los políticos sistémicos (la mayoría) sean de “izquierdas” o de “derechas”, “constitucionalistas” o separatistas, están de acuerdo en lo “fundamental”, y una de las patas de este consenso fundamental es el inmigracionismo, es decir, la creencia dogmática de que la inmigración masiva es maravillosa, de que la “multiculturalidad” nos enriquece, y de que el “yihab” (o como se llame) es un símbolo de empoderamiento femenino.

Condenar una violación perpetrada por inmigrantes es alimentar el “discurso del odio”, es dar alas a la “extrema derecha”. Por eso el Sr. Ballart no condeno esta violación, como tampoco la hubiera condenado cualquier otro político sistémico, por las mismas razones.

El Sr. Ballart teme y odia a Alicia Tomás, de la misma manera que Macrón teme y odia a Marine Le Pen, o como los de Junts temen y odian a Silvia Orriols. Temen y odian a todo el que les cuestione, que les enfrente a la realidad, que muestre sus contradicciones y sus falsedades.

Por eso no soportan las preguntas.

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