Ese era nuestro Dragó. El Dragó “posmoderno”. Un Dragó “de verdad y de sangre”, como cantó el poeta. Un Dragó entre los muchos que fue. Pero un Dragó que fue, que es y seguirá siendo: en nuestra memoria, en nuestros afectos y en nuestros anhelos compartidos, que continuarán siendo suyos pese a su ausencia corpórea. Nos queda su espíritu, nos queda Dragó para rato, nos queda Dragó para siempre.
Gracias a Dragó descubrí a Bueno
Mi vida fue ajena a Gustavo Bueno y a la filosofía del materialismo filosófico, y prácticamente a la filosofía en general, hasta que allá por el lejano año 2000, a las puertas del tercer milenio y a punto de cumplir 20 años, pude conocer al que considero mi maestro. El responsable de esto tiene nombre y apellidos: Fernando Sánchez Dragó.
¿Era Sánchez Dragó un narcisista?
De ninguna manera, sin embargo algunos así lo consideraban. Los que así le calificaban además de no saber lo que es un narcisista no le conocían y, por desgracia, difundieron un perfil suyo bastante ajeno a la realidad. Fueron sus enemigos, pues tenerlos los tenía como toda persona que decide y toma postura, postura hasta mancharse.