Apuntes sobre el mercado contramercedario

Apuntes sobre el mercado contramercedario. Iván Vélez

La onírica aparición de la Virgen durante la madrugada del 2 de agosto de 1218, llevó al mercader Pedro Nolasco a fundar la Orden de la Virgen María de la Merced de la Redención de Cautivos, que quedó constituida en la ciudad de Barcelona, lugar en el que la orden, muy transformada por el correr de los siglos, sigue manteniendo en España su sede aragonesa, contrapeso o complemento de la castellana, asentada en Madrid. Se calcula que la Orden redimió a más de 70.000 cristianos desde su fundación hasta finales del siglo XVIII, momento en el cual sufrió los rigores de la Revolución Francesa, que mutiló el caritativo cuerpo engendrado por un Nolasco que vio sus primeras luces cerca de Toulouse.

Más de ocho siglos después, el Mediterráneo, cuya unión con el Atlántico no por casualidad se llama Trafalgar, sigue siendo un mar por el que navegan barcos cargados de gentes que, por diferentes motivos, dejan atrás una realidad condicionada por la religión del sometimiento. Organizaciones como Proactiva Open Arms, autorizada en España para la ayuda humanitaria y transporte de víveres, van mucho más allá de esas atribuciones y de los establecido por el Convenio Internacional sobre Salvamento Marítimo, que determina que «todo capitán tiene el deber de prestar auxilio a cualquier persona que se halle en peligro de desaparecer en la mar, siempre que ello no entrañe grave peligro para su buque y para las personas que se encuentran a bordo», hasta convertirse en una plataforma cuasi remolcadora de pateras y otras naves vinculadas a la emigración. 

Desde una perspectiva mucho más política, la Unión Europea, a partir de la crisis desencadenada por las fracasadas primaveras árabes, destina cuantiosos fondos a Turquía para bloquear esa vía de acceso, mientras con Marruecos se hace lo propio, con el resultado que por todos es conocido. Por su situación geográfica, España, la nación más europeísta del Viejo Continente, es la más expuesta a la inmigración ilegal, pues a las fronteras ceutí y melillense se une el atractor que constituyen las islas Canarias, tan próximas a las costas africanas. 

Como es sabido, al capital enviado a los países desde los que parten las rutas de la emigración, se unen unos más que jugosos fondos a los que aspira un gran número de instituciones de variada condición. Paralelamente a aquellas que son señaladas como globalistas, entre las que se contaría la de Óscar Camps, que en su momento fue recibido por el papa Francisco, se sitúan las de raigambre católica, que pugnan por hacerse con parte del dinero destinado a canalizar el flujo humano. En el presente escrito pretendemos hacer un moroso repaso de algunas de las que forman parte de tan peculiar competición.

Una de las más antiguas es la Asociación Cardijn, que debe su nombre a un sacerdote belga comprometido con la doctrina social de la Iglesia Católica en los comienzos del siglo XX. En 1925, el padre Cardijn fundó la Juventud Obrera Cristiana (J.O.C.), movimiento que se extendió rápidamente como respuesta al comunismo soviético. Con sede social en Cádiz, La Asociación Cardijn, tiene como ámbito de actuación en materia migratoria, las provincias de Cádiz, las ciudades de Granada y Ceuta y el norte de Marruecos.

Con parecidos objetivos, la comunidad de Carmelitas Vedruna está integrada en la Asociación ELIN, que subtitula su logo con un «Encuentros sin fronteras» que sirve de preámbulo ideal para dar paso a una definición ahíta de cursilería: «ELIN es un OASIS donde, después de un largo viaje, se reponen FUERZAS, se recobra la DIGNIDAD arrebatada y se continúa hacia adelante. ELIN es una casa donde acogemos con el lenguaje universal de la sonrisa, acompañamos caminos, compartimos cultura y valores y CRECEMOS juntos». Un lugar, aclaran más adelante, que no es otro que la muy fronteriza ciudad de Ceuta.

A las citadas podemos unir la Fundación Cruz Blanca, fundada por el hermano franciscano Isidoro Lezcano y, sobre todo, la jesuítica ACCEM (Asociación Comisión Católica Española de Migración), que recientemente ha llevado hasta sus pisos de acogida en Asturias a 32 refugiados afganos pertenecientes a cuatro familias, estructuras familiares casi insólitas en el infértil Principado. ACCEM, junto a la Cruz Roja y la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) gestionan el 70 % de las plazas de acogida para inmigrantes, labor por la que este año recibirán 165 millones de euros, según se supo recientemente por boca de Hana Jalloul, secretaria de Estado de Migraciones, cuando fue preguntada por el trato favorable a CEAR, comisión que, entre 2000 y 2006, tuvo por secretario general nada menos que actual ministro Enrique Santiago, figura ideal para dar continuidad al tradicional diálogo cristiano-marxista al que con tanto ahínco se dedicó en su día la Compañía de Jesús.

De manera discreta, la pelea por la industria del refugiado y del mena, que en Ceuta ha dejado a ACEEM una subvención de 99.993,08 euros, está servida dentro de unos ambientes contramercedarios a los que, por su desprecio hacia el Estado del que viven, cabe calificar como anarcoclericales.

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