Artículos de este autor: Axel Seib

El estado no está derecho, ni hay Estado de derecho. Axel Seib

El estado no está derecho, ni hay Estado de derecho

El estado no está derecho, ni hay Estado de derecho

Hay muy malas señales y multitud de síntomas que demuestran que el Estado de derecho en España está ya mucho más que «ligeramente dañado». No hay pequeñas disfuncionalidades propias de cualquier sistema. No vivimos ya en un entorno político y legal en el que la excepcionalidad es un pequeño destello de corrupción humana que siempre aparece en cualquier organización social, pero que el propio sistema intenta combatir. Ya no es el caso. Hace tiempo que hemos entrado en una caída en barrena.

Un tren llamado robo con violencia. Axel Seib

Un tren llamado robo con violencia

Creo que muchos hemos podido ver en RRSS la tabla de los 20 municipios con mayor tasa de robos con violencia e intimidación en España en el año 2023. 14 municipios catalanes en una lista de 20. Y encabeza Barcelona con mucha diferencia. Madrid, que aparece en la lista, se queda en la posición 20. Si no fuera tan lamentable, me habría gustado decir que Barcelona ha barrido a Madrid. Pero no es encabezar dicha lista algo de lo que estar orgulloso.

Un repaso por el caos para poner orden. Axel Seib

Un repaso por el caos para poner orden

En la UE llevamos años viviendo al borde del abismo. A veces de verdad, otras muchas por indigestión de propaganda institucional. La última, la fantasiosa invasión rusa, los kits de supervivencia y el plan de rearme.

Psicología del mártir de pega. Axel Seib

Psicología del mártir de pega

Sin justificar el terrorismo, es más, condenándolo enérgicamente, hay cierto tipo de terrorismo con el que estamos familiarizados. Terrorismo que de una forma remota, puede resultar más coherente que otro. Y me refiero al clásico terrorismo, normalmente irredentista, que hemos conocido en muchas formas y lugares. Y repito que no lo justifico.

Europa contra Occidente

Europa contra Occidente

Como español, me rechina bastante el término «occidental» por varios motivos. Uno de ellos es su carácter vago e impreciso que puede tratar como occidental a un polaco o a un californiano sin ningún reparo. Aunque eso demuestra que cualquiera puede ser occidental si se asumen los postulados anglosajones.

El día después de la batalla

El día después de la batalla

Si no fuera un tema tan serio y que ha supuesto tanta sangre inocente y sufrimiento, sería hilarante pensar que los europeos, una vez más, nos metimos en un guerra a disgusto y en forma de proveedores cuestionables, total, para ser del bando perdedor. Porque incluso EEUU gana en forma de dejar de perder. Pero después de la situación lamentable en que se deja a Ucrania, los siguientes que quedan en peor posición, somos los miembros de la UE.

Corporativismo predador español

Corporativismo predador español

Son los de arriba, esa élite predadora, los responsables del negro porvenir que nos acecha. Y aunque creamos que están divididos y enfrentados, nada más lejos de la realidad. Ya lo he dicho, son sombras chinescas, peleas de actores mediocres con manotazos al aire. Actúan de forma corporativa. Se saben y reconocen como lo mismo. Porque son lo mismo.

No hay trabajo, hay trabajadores

No hay trabajo, hay trabajadores

Lo siento, soy incapaz de reducir el concepto de trabajador a asalariado. Considero los términos marxistas como superados. No son términos completamente inútiles, pero han quedado desfasados y nacieron mancos. El materialismo histórico, aunque útil, es un cojo permanente en el análisis de la sociedad y del trabajo. O más bien del trabajador.

El peligro de la defensa

El peligro de la defensa

Vivimos tiempos confusos. Parece que turbas vociferando proclamas teocráticas de otra confesión durante la Navidad no es preocupante. Parece que enfrentamientos permanentes de jóvenes con la policía de forma burda y chulesca mientras sus madres ríen y jalean, no es una mala señal. Menos parece que esa tendencia de muchos terroristas a ser escondidos y protegidos por los vecinos de «barrios multiculturales», le quite el sueño a medios, estado y a sus dueños.

No es censura si lo dice el jefe

No es censura si lo dice el jefe

Ya sabíamos de la voluntad del gobierno español de controlar la información. Las «agencias verificadoras» de sus amigos parecen no dar abasto o, directamente, estar desprestigiadas y rotas. Así que no les quedaba más remedio que intentar diseñar una ley para controlar la información directamente. Ellos lo llamarán luchar contra los bulos y buscar la veracidad. Y afortunadamente vivimos en una supuesta democracia, porque la misma medida en cualquier otro sistema en que no hubiera un concurso de popularidad cada cuatro años, sería censura.

Los zapatos socialistas del mandamás. Axel Seib

Los zapatos socialistas del mandamás

Recientemente pude ver un pequeño vídeo sobre un acto que hizo un diputado catalán en 2021 no muy lejos de Barcelona. No diré el nombre del diputado en cuestión, por respeto, además de por producirme urticaria saber que personajillos así tienen cabida como representación de la soberanía nacional. Pero diremos que es un sujeto bien cebado y de apellido muy acorde a su personalidad.

La familia contra el estado. Axel Seib

La familia contra el estado

No quiero que se confunda el sentido del título. No voy a tratar de la familia como un agente enemigo del estado. Ni mucho menos como una organización social que haya tomado la iniciativa primera para atacar al estado. En ese sentido, el título sería al contrario. Que es realmente como muchos lo plantearían. «El estado contra la familia». Y si, tienen completa razón. Es el estado, especialmente el contemporáneo, el que toma un rol de atacante permanente contra la familia.

Thorstein Veblen tenía razón. Axel Seib

Thorstein Veblen tenía razón

¿Qué diferencia hay entre el inversor de la marca que produce en Pakistán pero mañana en Bangladesh si sale más barato y quien controla el tráfico de alguna sustancia en una comarca determinada? Ambos viven cómoda y pasivamente a costa de la clase productiva. Ambos obtienen sus rentas del trabajo y consumo de las clases productivas. Sea produciendo y comprando vaqueros o cocaína.

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