Comparativa de la tasa de fecundidad

Comparativa de la tasa de fecundidad. Alejandro Macarrón

Hablando de «brechas», de la brecha de fecundidad y maternidad entre las mujeres (y varones) de hoy y de hace unas pocas décadas, ¿por qué no se habla apenas? ¿no da rédito político? Sus consecuencias: suicidio demográfico (con sus indeseables derivadas económicas, afectivas, políticas y geopolíticas), mucha soledad en la infancia (ahora muchos más niños sin hermanos, y muy pocos con muchos) y la madurez y vejez, muchas mujeres (y hombres) de 40- 50 años en adelante con la frustración vital de no haber dejado descendencia, de no tener retoños.

Así va muriendo Europa (en concreto la UE), por falta de nacimientos, ante la desidia de sus autoridades y sociedad civil, muy preocupadas, eso sí, por todo tipo de temas secundarios antes que por su sangría humana: más y más muertes que nacimientos, y peor aún los europeos autóctonos (y son datos pre-covid).

El desplome mundial de la fecundidad anticipa un escenario generalizado de envejecimiento social, soledad y tendencia a la despoblación en próximas décadas. Solo queda alta natalidad en África, y también ahí está cayendo con fuerza. Los gobiernos y sociedades que ignoran este grave problema (también la ONU en su Agenda 2030) recuerdan a la orquesta del Titanic…

Se atenúa mucho en Francia el desplome en los nacimientos por el coronavirus. Descontando el efecto bisiesto de 2020, en febrero de 2021 nacieron 4,8% menos niños que un año antes, tras la caída de enero de un 13,4% (la mayor caída en un mes en Francia en muchas décadas). Ojalá siga la mejoría en próximos meses, y que en España sigamos esa estela.

En Holanda, en febrero de 2021 hubo 8,3% más nacimientos que un año antes (4,5% más sin deflactar el año bisiesto). Que en unos países se hundan los nacimientos por el Covid y en otros no va ligado a cómo se ha gestionado la pandemia, y de si se ha asustado de más a su gente o no.

Nuevo mínimo histórico en 2020 en EEUU del número de hijos por mujer, ya en 1,62 a 1,63 (y menos de 1,60 en las mujeres blancas), tras caer continuamente desde 2,12 en 2007. El efecto de la pandemia en este descenso es mínimo, al ser casi todos niños concebidos antes.

Por su baja natalidad persistente, Occidente (salvo Israel), no solo está envejeciendo internamente, sino que su peso en el mundo tiende a decaer de forma correlativa.

Los nacimientos en España en febrero de 2021 cayeron mucho menos respecto al año anterior (-4,4%, descontando el efecto bisiesto) que en enero (-21,3%), según datos provisionales del INE. Cabe suponer que fue remitiendo el pánico inicial del inicio de la pandemia. Seguimos en niveles muy bajos de nacimientos, pero esperemos al menos que el desplome brutal en el número de bebés a que apuntaban los datos de diciembre y enero pueda quedar finalmente en una caída apreciable en 2021, pero no abultadísima. Veremos cómo siguen evolucionando los datos en próximos meses.

En el problema de fondo de nacimientos de España, mientras no haya un gran cambio de mentalidades y de leyes en favor de la natalidad y la formación de familias estables con varios niños, no caben esperar mejoras sustanciales, pero al menos, que no haya un «superhundimiento» adicional por la pandemia ya sería algo positivo. Sería un pequeño alivio, tras los catastróficos datos de nacimientos de diciembre y enero.

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