El camino de Santiago de Madrid

El camino de Santiago de Madrid. Carmen Meléndez Arias

Santiago El Zebedeo o El Mayor, miembro de una familia de pescadores y hermano de San Juan Evangelista, fue uno de los discípulos más cercanos a Jesucristo, siendo testigo de la Transfiguración en el Monte Tabor, la Oración en el Huerto de los Olivos, y la aparición de Jesús Resucitado en la orilla del Lago Tiberiades. En la labor evangelizadora que emprenden los Apóstoles después de la resurrección de Cristo, le corresponderá el “Finis Terre”, el fin de la tierra, la Hispania Romana, hecho documentado en el Texto Visigodo “De vita et obitu sanctorum utriusque Testamenti”, y mediado el siglo VIII en los “Comentarios al Apocalipsis” del Beato de Liébana. La tradición cuenta la venida de la Virgen en carne mortal a Zaragoza, sobre una columna sostenida por los Ángeles, para apoyar y animar al Apóstol Santiago, dando lugar a la veneración de la Virgen del Pilar.

Después de un tiempo Santiago regresó a Jerusalén, siendo decapitado por orden de Herodes Agripa II, hacia el año 44, dos de sus discípulos Atanasio y Teodoro, serían los encargados de trasladar sus restos en una embarcación por el mar hasta Galicia, donde lo enterrarían, extremo documentado en El Martirologio de Floro Arzobispo de Lyon, de fecha algo posterior al descubrimiento del cuerpo del Apóstol.

En el siglo IX unos sucesos extraordinarios como la revelación al ermitaño Pelayo, y la estrella que se situaba en un campo, son puestos en conocimiento de Teodomiro Obispo de Iria Flavia que, localiza una tumba con los restos de Santiago El Mayor.

La certeza del descubrimiento constituyó el fundamento de consolidación del Reino Astur como legítimo heredero del Visigodo de Toledo, una inyección de moral para los bravos guerreros que se batían el cobre en aquellas montañas.

Alfonso II Rey de Asturias, primer peregrino y creador del Camino Primitivo desde Oviedo, “quien va a Santiago y no a San Salvador, visita al siervo y se olvida del Señor”, construyó una pequeña capilla en el lugar del hallazgo. A finales del siglo IX, Alfonso III edificará otra de mayores dimensiones y capacidad para acoger a los peregrinos cada vez más numerosos.

En el siglo X la Sede Episcopal se traslada de Padrón a Compostela, recogiendo el descubrimiento los Martirologios europeos, y llegando peregrinos ilustres como Godescalco Obispo francés de Puy en Velay, utilizando el paso de Somport, dando origen al Camino Francés una de las Rutas de Peregrinación Jacobea más importantes.

Pese al peligro de las incursiones de los ejércitos musulmanes, el flujo de peregrinos no se interrumpió, es la época del Camino de la Costa más distante y resguardado.

A partir del año 1000 las peregrinaciones a Santiago experimentaron un incremento progresivo y constante, el carisma del Camino, impregnó todos los ámbitos de la sociedad medieval, desde el espiritual, al político, social, económico y cultural. Fue la vía de comunicación con el exterior, con Europa, dando lugar a la construcción de infraestructuras como calzadas y puentes, y de servicio a los peregrinos como albergues y hospitales, de penetración del Románico, paso de mercaderes y artesanos, en aquellos difíciles tiempos de lucha contra los musulmanes, convirtiéndose en el tercer lugar de peregrinación de la cristiandad después de Roma y Jerusalén.

El avance de la Reconquista desplaza el Camino hacia el sur, abandonando el Primitivo y el de la Costa, imponiéndose el Francés, más tarde, la devoción y el culto al Apóstol llegará a toda España, incorporándose nuevos peregrinos que utilizaran las rutas antes imposibles de transitar, Madrid situada estratégicamente en el centro de la península, se convertirá en lugar de origen y paso hacia Compostela.

Los acontecimientos de los siglos XVI, XVII y XVIII, la reforma protestante, y la secularización inherente a las ideas de la Ilustración y la Revolución Francesa, causaron un descenso considerable en el flujo de peregrinos.

El siglo XIX fue especialmente convulso en lo que a acontecimientos bélicos se refiere, acentuando los efectos negativos para el Camino con las desamortizaciones y la desaparición de numerosos Monasterios y edificios religiosos con la pérdida de infraestructuras necesarias para los peregrinos.

En el siglo XX los acontecimientos violentos se suceden haciendo imposible el tránsito de los peregrinos, será en la paz hacia los años cincuenta, cuando comience un lento resurgimiento apreciable en los años setenta, tanto en el incremento de peregrinos como en la adecuación y atención de las vías mediante la señalización y dotación de servicios, evolución favorable que continua en la actualidad.

La presencia del Apóstol Santiago en Madrid data de finales del siglo XI, cuando después de la toma de la ciudadela por Alfonso VI camino de Toledo, se decidió la repoblación con gentes del norte que, construyeron una iglesia bajo su advocación, documentada en el Fuero de 1202.

El templo, fue lugar de ceremonias de los Caballeros de la Orden, y de enterramiento de importantes personalidades, estaba ubicado en la plaza del mismo nombre casi adosada a la muralla musulmana, cercana a la de San Juan Bautista.

En 1808 estalla en España la Guerra de la Independencia, casi cuatro años estará José Bonaparte, el Rey Plazuelas, en Madrid, uno de sus empeños será corregir el abigarrado urbanismo de la ciudad, derribando edificios a fin de crear espacios abiertos que mejoren las condiciones de salubridad e higiene.

Las Iglesias de San Juan Bautista y Santiago Apóstol serán víctimas de la piqueta, integrándose ambas en una nueva bajo la advocación de Santiago y San Juan Bautista. Mesonero Romanos la describe así: “esta parroquia fue de las más antiguas de Madrid, y habiéndose venido abajo, fue reedificada en 1811 bajo los planes de Don Juan Antonio Cuervo, y aunque pequeña, es una de las iglesias más bellas de la corte. El gran cuadro del altar mayor, que representa al Santo peleando a caballo es de lo mejor de Francisco de Ricci, y hay además otras buenas pinturas[1], refiriendo su ubicación en la “Plazuela de Santiago, origen de la calle del mismo nombre con salida en la de Milaneses”.

Madrid con su tradicional carácter de acogida, impulsa la Ruta Jacobea que lleva su nombre, desconocida y solitaria, no por ello menos bella, quizá una de las idóneas para los peregrinos que buscan la auténtica espiritualidad, huyendo de la masificación que caracteriza la sociedad posmoderna que nos ha tocado vivir.

El Camino de Madrid enlaza con el Francés en Sahagún de Campos, recorre la Sierra de Guadarrama con su cielo velazqueño azul y violeta, desde Cercedilla por el Puerto de la Fuenfria y la Calzada Romana a Segovia donde espera al peregrino el milenario Acueducto, por la cuesta de la calle Juan Bravo alcanzará la Plaza Mayor, a la derecha recomiendo la visita a la Iglesia de San Miguel que guarda el legado de la Proclamación como Reina de Isabel la Católica, el 13 de diciembre de 1474, celebrándose este año en curso 2024 el quinientos cincuenta aniversario de tan importante acontecimiento para España y para el mundo.

Y de ahí Santa María de Nieva y Coca, cuna del Emperador Teodosio el Grande nacido en el año 347 último emperador que gobernó todo el Imperio Romano antes de su escisión en Oriente y Occidente. La Meseta Castellana, Medina de Rioseco, y Tierra de Campos, Sahagún y el Camino Francés hasta Santiago.

Pero volvamos al punto de partida, la Real Iglesia Parroquial de Santiago y San Juan Bautista, sita en la calle de Santiago número 24, pleno barrio de los Austrias a la vera de la Plaza de Oriente y del Palacio Real.

El pasado trece de abril fue bendecido el Cruceiro donado por la familia Aguilera Reija, que marca el inicio, el kilómetro cero del Camino de Madrid.

El Templo es la sede de la Cofradía del Glorioso Apóstol Santiago, constituida hace más de un siglo, antigua Archicofradía de Santiago, Delegación en Madrid de la Archicofradía Universal del Glorioso Apóstol Santiago, Patrón de España, con actividad acreditada documentalmente.

La labor de los cofrades en favor del Camino es digna de mención, el culto al Apóstol con los actos de piedad dirigidos por su Consiliario y Párroco Don Carlos R. Cano Alonso, servicio de despacho de credenciales, reuniones mensuales de peregrinos, cursos de hospitalidad, actividades culturales, y la gestión del Albergue de Mataelpino.

La Cruz es la señal del cristiano, testimonio del sacrificio de Cristo por la Redención de la Humanidad, de ahí su significado como hito que marca y define el camino a seguir, invocando la guía y protección de Cristo y la Virgen María. Los Cruceiros con su belleza son el signo especial de las Rutas Jacobeas, en el caso que nos ocupa de la que, parte de Madrid, sumergiéndonos en nuestra Tradición, e Historia, siempre presentes para no perder nuestra Identidad en estos tiempos recios.

[1] Descripción de la Villa y Corte Manual de Madrid, Segunda Edición corregida y aumentada, Madrid 1 de enero de 1833, pág. 144

 

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