El triunfo de ETA

Algunos estúpidos tildaban de exagerados, alarmistas o simple y llanamente de fachas a los que anunciábamos hace unos años que los etarras acabarían siendo tratados como campeones de la libertad, tal y como había sucedido con los maquis. Por supuesto, esto ya es una realidad en Vascongadas y Navarra, donde los homenajes a los terroristas se suceden, no ya con impunidad, sino con autorización gubernativa, tal y como ha ocurrido hace pocos días en Pamplona con el asesino del concejal de Unión del Pueblo Navarro Tomás Caballero, en pleno estado de alarma sanitario. Bien es cierto que nuestros Tribunales, haciendo gala de lo bien preparados que están nuestros jueces y la elevada idea que tienen del concepto de Justicia, llevan ya tiempo, amparándose en la libertad de expresión, tolerando tales actos. 

Cómo todos sabemos, el blanqueamiento de ETA comenzó en la época de Zapatero con el objeto de justificar su negociación con la banda terrorista y hacer tragar al ovejuno pueblo español con una salida política para unos terroristas que estaban entre al espada y la pared. Entonces surgió el cuento de Otegui, “hombre de paz” y la derrota policial de ETA se transformó en una victoria política para los terroristas, que recuperaron la legalidad de sus marcas partidistas y su presencia en las instituciones. 

Que Podemos considera a Bildu, la marca política de ETA, un aliado, es algo también sabido. Su líder, Pablo Iglesias ha mostrado en diversas ocasiones su empatía con los terroristas, a los que le gustaría ver libres: “Cualquier demócrata debería preguntarse si no sería razonable que los presos de ETA y aquellos vinculados al independentismo vasco… no deberían ir saliendo de las cárceles”. Los proetarras, ultraizquierdistas igual que Podemos, además comparten prácticamente la misma visión de la economía. 

Es desde esta doble perspectiva, del blanqueamiento de ETA y de la coincidencia ideológica, es como debemos analizar las conversaciones y los pactos de Pedro Sánchez con Bildu sobre la reforma laboral y la bula presupuestaria para los ayuntamiento vascos.

Por un lado, sin duda Pedro Sanchez considera a los proeterras como una formación perfectamente legítima. Le importan un bledo las víctimas, España, la decencia y, por supuesto, la democracia. Los socialistas ya habían pactado con Bildu los presupuestos de Navarra, por lo que no hacen otra cosa que seguir la senda marcada por Zapatero de incorporar a los proetarras como un partido más del arco parlamentario. Que se permita que una exterrorista como Mertxe Aizpurua Arzallus ocupe un puesto de diputada, ya de por si debería ser lo suficientemente esclarecedor sobre la clase de basura que es este régimen político. Por tanto, en nada nos debe escandalizar un pacto a tres bandas en materia laboral entre los proetarras, Podemos y PSOE. ¿Por qué no se iban a reunir los portavoces de los tres grupos, Adriana Lastra (PSOE), Pablo Echenique (Unidas Podemos) y Mertxe Aizpurua (EH Bildu)? Llevamos años consintiendo la presencia en las instituciones de los de Bildu y en su estrategia política sin duda entienden que la nación de mininaciones de Pedro Sánchez favorece sus pretensiones. ¿Por qué extrañarnos entonces de un entendimiento entre tres formaciones que no creen en la Nación española? Recordemos, además, que el 12 de julio hay elecciones en el País Vasco, algún apampado seguramente también se escandalizará de que PSOE, Podemos y Bildu puedan llegar a pactar algún tipo de combinación para llegar allí al poder. Por si aún no se han enterado, de lo que se trata es de que los españoles renuncien a su independencia y soberanía nacional. 

Por otro lado, con Pablo Iglesias como vicepresidente del gobierno, se veía venir una política laboral y económica de corte ultraizquierdista. ¿O acaso creen que a Pedro Sánchez le importa más el bolsillo de los españoles que sus insignes posaderas?  El programa económico de Bildu y Podemos es coincidente. Ambas organizaciones apuestan por un igualitarismo anti-meritocrático, son enemigos de la propiedad privada y consideran al empresario particular como un explotador a sustituir por el Estado. Así pues, en vez de pensar en una reforma laboral que abarate la contratación en vez de abaratar el despido, lo que pretenden es encarecer la contratación y aumentar el poder clientelar de los sindicatos. ¿Cómo no se van a entender? Tampoco hay obstáculo ideológico alguno para añadir a la ecuación al PSOE cuya única política económica consiste en aumentar el gasto público y aumentar la presión tributaria, eso sí, en el PSOE siempre han favorecido la cultura económica del pelotazo y el capitalismo de amiguetes.  Así, mientras Trump en EE.UU va a reducir un 7,6 % los impuestos a las rentas del trabajo, en España planean subir brutalmente todos los impuestos e inventar algunos nuevos, total coincidencia entre Podemos, Bildu y el PSOE de Pedro Sánchez. 

Caminamos hacía la Unión de Repúblicas Socialistas Ibéricas, el triunfo de ETA esta muy cercano. 

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