Elecciones al Parlamento británico: del colapso de los Tories al auge de la “reforma” de Nigel Farage (1)

Elecciones al Parlamento británico. Hector Guarro

Como si de una simple noticia de sucesos veraniegos se tratara, el anuncio de la disolución del Parlamento por parte del Primer ministro británico Rishi Sunak (22 de mayo de 2024) pasó sin pena ni gloria, al menos en lo que a la esfera mediática española se refiere. Y no es casual, pues la totalidad de las encuestas apuntaban a que esta elección se saldaría con una derrota abultada de los conservadores y una victoria aplastante de los Laboristas de Kier Starmer.

Media de encuestas en el Reino Unido, diciembre 2019-febrero 2022). Fuente: Wikipedia Commons.

En efecto, tras la dimisión de Boris Johnson (julio 2022) y el efímero mandato de Liz Truss (6 septiembre-25 octubre 2022) el Partido Conservador (o los Tories) eligió a Rishi Sunak, antiguo Ministro de Hacienda y exanalista financiero de Goldman Sachs, confiando en que este “nuevo británico”(1) pudiera estabilizar la situación electoral del Partido Conservador. Por desgracia para los Tories, las fortunas electorales no mejoraron, más bien al contrario, y una serie de derrotas políticas en las elecciones locales de 2023 y 2024 no hicieron sino agravar la posición del partido en las encuestas.

Media de encuestas en el Reino Unido, diciembre 2019-junio 2024). Fuente: Wikipedia Commons.

Sirva de ejemplo de esta mala dinámica electoral de los Tories lo siguiente: desde 2019 ha habido 23 elecciones parciales al parlamento británico, 14 de ellas en distritos que eligieron un diputado Conservador en 2019. El partido Conservador solo ganó en 3 de ellas. Sin embargo, la mayoría de esas derrotas no se debieron a un aumento significativo del voto Laborista, sino a una bajada considerable del voto Conservador.

Así, tomando la elección parcial más reciente, la del distrito de Blackpool South en mayo de 2024:

Es decir, que mientras que el voto Laborista se ha mantenido estable, el voto Tory ha colapsado de forma clara. Esto indica que hay un desencanto con el partido Conservador en una parte considerable del electorado que le permitió conseguir una victoria aplastante en 2019 (el mejor resultado electoral desde 1987). Más aún, Blackpool es un distrito tradicionalmente laborista pero que votó a favor del Brexit (67,5%) y, como muchos otros, dio un voto de confianza a los Tories en 2019. En palabras del profesor de ciencias políticas de la Universidad de Kent Matthew Goodwin: “en sólo cuatro años, los desventurados conservadores han pasado de dar al mundo una clase magistral sobre cómo impulsar un nuevo y poderoso realineamiento electoral a, en cambio, darle al mundo una clase magistral sobre cómo desperdiciarlo”(2). Dicho de otro modo, existe una porción no desdeñable del electorado que está desencantada con los Tories y que anhela bien imprimirles un severo correctivo, bien una alternativa viable a nivel político. Y es aquí donde aparece la figura de Nigel Farage, probablemente el político de derecha británica más exitoso del siglo XXI. Sin embargo, antes de hablar de Farage y su partido Reform UK, es preciso que entendamos la manera que tienen los británicos de elegir a sus representantes políticos.

Breve explicación del sistema electoral británico o First-Past-The-Post (FPTP).

El parlamento británico se compone de dos cámaras: Cámara de los Lores (cámara Alta) y Cámara de los Comunes (cámara baja). La Cámara de los Lores es una cámara de pares con derecho propio, por lo que no es elegida por el pueblo británico, sino por el Monarca. En cambio, la Cámara de los Comunes es elegida cada 5 años por todos los británicos con 18 años o más inscritos en el censo electoral. La principal diferencia con las elecciones en España es que el sistema británico es un sistema mayoritario a una única vuelta y con distritos uninominales, esto es, cada distrito elije a un representante, habiendo un total de 650 distritos en todo el Reino Unido.

Así, sería más correcto decir que hay 650 elecciones generales, una por cada distrito electoral, en lugar de hablar de una sola elección. Este sistema lleva en vigor desde mediados del S.XVIII, con pocos cambios, y es un sistema que favorece que haya gobiernos con mayorías políticas con relativa facilidad, así como una conexión entre diputado y representante. Esto se debe a dos motivos:

  • En primer lugar, la elección se decide en una sola vuelta y obtiene el escaño el diputado que más votos obtenga, aunque ese partido no obtenga la mayoría de los votos emitidos. Pongamos 2 ejemplos de las elecciones de 2019:

En el caso del distrito de Bolton North East, el candidato Conservador quedó en primera posición y obtuvo el escaño, a pesar de no tener la mayoría de los votos emitidos (apenas 378 votos le bastaron para superar a su rival laborista). Por el contrario, en la circunscripción de Richmond (Yorks) el candidato conservador obtuvo la primera plaza, el escaño y la inmensa mayoría de los votos emitidos (63,6%). En ambos casos la victoria de los dos diputados es válida y legal, pero en la circunscripción de Bolton North East el resultado es menos representativo que en la de Richmond (Yorks). Este es, sin duda, el principal, defecto del sistema FPTP, pues hay muchos electores que no ven representada su opción política en su distrito.

  • Para remediarlo, los distritos son uninominales y cada diputado representa al distrito, sin importar que éste sea de mayoría política afín al diputado o no. Asimismo, se espera de los representantes que tengan conexión con la comunidad local y que atiendan periódicamente las peticiones de sus vecinos. Este aspecto varía en cuanto a su efectividad, pero es una de las características de la que más orgullosos están los británicos. Por el contrario, la existencia de distritos uninominales dificulta que partidos nuevos o de tamaño reducido puedan entrar en la Cámara de los Comunes de forma sencilla, pues indirectamente se favorece a partidos implantados en todo el territorio nacional (Conservadores y Laboristas) o a partidos con una presencia local muy potente (partidos urbanos como los Liberal-Demócratas o partidos separatistas como el Partido Nacionalista Escocés).

Aclarado el sistema electoral británico, es preciso que entendamos las causas que pueden explicar por qué el Partido Conservador (los Tories), probablemente el partido político más antiguo y exitoso de Europa esté inmerso en un claro proceso de descomposición.

La resaca “thatcherista”, o como los Tories viven una guerra civil soterrada desde 2005.

Nadie a estas alturas va a descubrir el legado político de Margaret Thatcher, una de las pocas personas que tiene el privilegio de decir que marcó una era en política nacional e internacional. En efecto, las recetas neoliberales y pro-globalización económica iniciadas tanto en el Reino Unido como en Estados Unidos en 1979-1980 por Thatcher y Reagan han marcado la política desde entonces, al menos en su vertiente económica. Así, ningún partido sistémico (3) actual escapa de la ortodoxia neoliberal impuesta por la Dama de Hierro en 1979 (excepción hecha de algunas naciones de Europa del Este como Hungría, y esto de forma muy tímida y matizada).

Este legado supera las fronteras políticas, pues el mayor logro del thatcherismo en el Reino Unido fue, según declaró el antiguo Primer ministro Tory John Major durante su discurso de asunción de la derrota en 1997, que habían “obligado a un partido socialista [los Laboristas de Tony Blair] a abandonar el socialismo”(4). Así, el New Labour de Tony Blair asumió todos los postulados de la nueva economía global de mercado diseñada por Reagan y Thatcher. A cambio, se permitió iniciar una nueva ola de globalización liberal (en el sentido progresista del término) de las instituciones. Así, Blair inició el proceso de devolution en el Reino Unido (autonomía para Escocia y Gales), reformó el sistema judicial británico con la creación de la Corte Suprema (privando a la Cámara Lores de sus funciones de última instancia judicial del reino), favoreció una mayor integración del Reino Unido en la UE, abrió las puertas a unos niveles de inmigración jamás conocidos hasta el momento (así, si entre 1991-1997 la media de inmigrantes al año en el Reino Unido era de ~210.000, entre 1998-2010 la media fue de ~436.000) (5) y, especialmente, liberalizó los estándares sociales y culturales del Reino Unido.

Sin embargo, la principal herencia de Blair fue, sin duda, que supo convertir al Partido Conservador en su más fiel heredero. En efecto, tras las derrotas de 2001 y 2005, los Conservadores optaron por apoyar a una nueva dirección política encabezada por David Cameron, perteneciente a la facción de los llamados “One Nation Conservatives [ONC]” (conservadores de una sola nación). Tratando de ser breve, el principal atractivo de los ONC era que ofrecían una imagen “moderna” a los Tories y les permitían atraer a un público electoral que se había ido bien al partido Laborista, bien a la abstención, bien a los Liberal-Demócratas. Así, bajo la égida de David Cameron, el partido Conservador inició una renovación de cuadros que implicó el acceso de numerosos candidatos de minorías étnicas (especialmente del subcontinente indio), sociales (a fin de tratar de convertir a los Tories en “gay-friendly”) o favorables a la ecología en el sentido progresista del término. Más allá de las opiniones personales sobre Cameron o su estrategia, la realidad es que tras estos cambios el Partido Conservador pasó, en muchos aspectos, a ser indistinguible de los Laboristas en asuntos socio-culturales (6). Sea como fuere, la renovación de la imagen sumado al hecho de que fueron los laboristas de Gordon Brown (7) los que tuvieron que hacer frente a la Gran Recesión de 2007-2009, provocaron la victoria relativa de los Tories en 2010 y el inicio de un gobierno conservador que dura hasta, por lo menos, junio de 2024.

 

No obstante, la llegada al poder de los Conservadores no hizo sino aumentar las diferencias internas entre la facción de Cameron y las voces más conservadoras y tradicionales dentro del partido, las cuales empezaron a gravitar entorno a la idea de la salida del Reino Unido de la UE (Brexit), especialmente tras la aprobación del Tratado de Lisboa en 2007. Hay que destacar que desde 2009 un pequeño partido (UKIP) capitaneado por un tal Nigel Farage había ido ganando adeptos gracias a favorecer la salida del Reino Unido de la UE, siendo primera fuerza en las elecciones al Parlamento europeo de 2014 (por el contrario, los Conservadores fueron 3ºs).

Esta nueva amenaza y la posibilidad real de que UKIP pudiera conseguir escaños en las elecciones de 2015 llevaron a David Cameron a prometer que, si conseguía mayoría absoluta, propondría un referéndum sobre la salida del Reino Unido de la UE. El resultado es por todos conocido, Cameron obtuvo su mayoría y se vio forzado por la facción brexiteer de su partido a convocar el referéndum, el cual fue ganado por los partidarios del Brexit contra los partidarios de seguir (Remain) en la UE (52% vs. 48%). Ante esta derrota Cameron, que no quería la salida de la UE, presentó su dimisión y el partido eligió, no sin cierta polémica, a Theresa May como sucesora, una remainer que, en el fondo, no quería llevar a cabo el Brexit. Así, entre 2016 y 2019, el gobierno Conservador hizo todo lo posible para retrasar e ignorar su principal promesa electoral, negándose a cumplir el mayor mandato popular de la historia democrática del Reino Unido (casi 17,5M de personas votaron a favor del Brexit). Ello llevó a Nigel Farage, que estaba relativamente apartado de la política activa, a fundar el Brexit Party para concurrir a las elecciones al Parlamento Europeo de 2019 y tratar de refrendar la decisión del pueblo británico. El resultado no pudo ser más claro:

Ante esta derrota sin paliativos, Theresa May dimitió y el partido Conservador escogió a Boris Johnson, antiguo alcalde de Londres y partidario del Brexit, como líder. A los pocos meses se convocaron elecciones para diciembre de 2019 y los Tories se presentaron bajo la promesa de “Let’s get Brexit done!” (¡Llevemos a cabo del Brexit!). Esta campaña monotemática, sumado al carisma de Johnson, la radicalidad del líder laborista de entonces (Jeremy Corbyn era el líder laborista más de izquierdas desde 1997) y la ayuda táctica de Nigel Farage (el cual no presentó candidatos en aquellos distritos ganados por los Conservadores en 2017) permitieron a los Tories obtener la mayor victoria electoral desde 1987: 365 diputados sobre 650 y, particularmente, la conquista del llamado “muro rojo” de los Laboristas en el norte de Inglaterra (distritos como Blackpool South, antes mencionado). En definitiva, Boris Johnson se había impuesto, el Brexit se cerraría el 31 de enero de 2020 (con algunos acuerdos particulares cerrados en 2021 o pendientes de negociación) y el Reino Unido era libre para reconducir su destino… Al menos, esa era la idea.

En efecto, muy pronto se constató que lo que los votantes entendían como Brexit (especialmente los votantes de las clases medias y populares depauperadas por el proceso de globalización) no era lo mismo que entendían Johnson y sus acólitos. Para Johnson, que nunca ha dejado de ser un bourgeois-bohème cosmopolita perteneciente a la clase alta británica, el Brexit implicaba una mayor globalización de la economía británica, privilegiándose los sectores financieros y de servicios y el libre comercio con los países de la Commonwealth, los Estados Unidos, India y China. Una posición respetable, pero no la que buscaban los vecinos de las zonas urbanas y peri-urbanas depauperadas como Blackpool South, o de las zonas rurales preocupadas por la montaña de regulación comunitaria y los acuerdos de libre comercio. Citando de nuevo al Prof. Matthew Goodwin, para muchos el Brexit nunca giró alrededor de una mayor globalización estilo Thatcher-Blair:

 

[…]se trataba de hablar en nombre de una mayoría de personas en el país que estaban —y todavía están— completamente hartas de la combinación tóxica de inmigración masiva, la erosión de la soberanía nacional, un modelo de multiculturalismo visiblemente roto, fronteras débiles, una economía política que todavía se basa en la importación de trabajadores baratos para mantener contentas a las grandes empresas y en la continua expansión de la ideología Woke y la corrección política. Los Conservadores nunca tuvieron el coraje, o estaban demasiado obsesionados con su propio estatus social, para mirar más allá de las normas y tabúes sociales en SW1 [código postal de Londres] y hablar directamente con el pueblo británico sobre estos temas, para construir y sostener este realineamiento” (8).

Así, esta incapacidad de los Tories a hacer suya la herencia del Brexit ha provocado una clara apatía electoral en una parte de su electorado de 2019. Si a ello le añadimos una clara incapacidad para el gobierno efectivo (el escándalo del Partygate de Boris Johnson en pleno confinamiento por el COVID-19, su dimisión en 2022 y las elecciones de Truss y Sunak) y un descontrol en asuntos tan claves como el control inmigratorio (si en diciembre de 2010 la tasa anual de inmigrantes al año era de 600.000 personas, en diciembre de 2023 era de 1,22M de personas)(9), la derrota de los Tories parecía bastante clara. Así, todo parece indicar que el motivo que llevó a Sunak a convocar anticipadamente las elecciones era, precisamente, no dejar que apareciera una alternativa a su formación, permitiendo a un vapuleado y humillado Partido Conservador una derrota con cierta dignidad, a fin de poder reagruparse para luchar un día más. Por desgracia para Sunak y los suyos, las cosas nunca suceden como querríamos, y el anuncio de convocatoria electoral fue de todo menos grandilocuente, pues la imagen del Primer ministro no pudo ser más triste (empapado en una lluvia primaveral y con su discurso interrumpido por la canción “Things can only get better”, hit de 1993 del grupo D:Ream y eslogan de campaña de Tony Blair en 1997). Basta echar un vistazo a la prensa de derechas británica para ver que la campaña empezaba de la peor forma posible:

Este es, pues, el panorama que se encontraba Nigel Farage a final de mayo de 2024, y si bien en un primer momento anunció que no se presentaría por falta de tiempo para organizar una campaña con posibilidades reales de victoria (10), la experiencia política que acumula el artífice del Brexit parecía indicarle que el público británico estaba falto de una alternativa electoral. Lo cual le llevó a anunciar el 3 de junio de 2024 que volvía como líder de Reform UK (antiguo Brexit Party) y que sería candidato por el distrito de Clacton, en el sur de Inglaterra. Y a partir de entonces, la campaña británica cambió radicalmente.

Continuará…

 


(1) Hay que recordar, siquiera como dato anecdótico, que Sunak es el Primer ministro de ascendencia india y el único candidato en las elecciones cuya extracción étnica se encuentra allende de las Islas Británicas.

(2)  https://www.mattgoodwin.org/p/are-the-british-tories-dying

(3) Empleamos aquí el término en su sentido analítico, es decir, un partido que es piedra angular de su respectivo sistema político, ya sea como fuerza de gobierno o de oposición.

(4) Goodwin, M. (2023). Values, Voice and Virtue. Penguin Press. Pág. 66.

(5) Datos del barómetro sobre la inmigración del “Observatorio de la Inmigración de la Universidad de Oxford”, junio de 2024. (https://migrationobservatory.ox.ac.uk/resources/briefings/long-term-international-migration-flows-to-and-from-the-uk/ ).

(6) Merece la pena recordar aquí que el partido que aprobó el matrimonio homosexual en Reino Unido fueron los Tories de Cameron en 2013 [The Marriage (Same Sex Couples) Act 2013], algo a lo que no se había atrevido Tony Blair.

(7) Tony Blair había renunciado al puesto de Primer Ministro en junio de 2007 a causa de su creciente impopularidad por las bajas de la Guerra de Irak de 2003, de la que fue uno de sus principales impulsores.

(8) https://www.mattgoodwin.org/p/are-the-british-tories-dying

(9) Datos del barómetro del barómetro sobre la inmigración del “Observatorio de la Inmigración de la Universidad de Oxford”, junio de 2024. (https://migrationobservatory.ox.ac.uk/resources/briefings/long-term-international-migration-flows-to-and-from-the-uk/ ).

(10) Farage anunció que no sería candidato y que se iba a dedicar a ayudar a Donald Trump en su campaña de reelección.

 

 

Top