¿En qué se parece Vladimir Putin a Pablo Iglesias?

¿En qué se parece Vladimir Putin a Pablo Iglesias?. Hasel Paris

Toda la actualidad de la semana gira en torno a Rusia. ¡Rusia es culpable! [ https://www.elespanol.com/opinion/tribunas/20220126/rusia-culpable-no/645305466_12.html ] La izquierda lo tiene claro: Rusia amenaza al Movimiento LGTBIQ+, los rusos son un peligro para el progreso, Putin es el nuevo Hitler. Y la derecha (que hace mucho que dejó de ser conservadora para volverse liberal y dejó de ser patriótica para volverse globalista) coincide en el diagnóstico.

Lo último en los medios de derecha es hacer listas de pro-rusos que ‘amenazan la soberanía de Europa occidental’. Al más puro estilo George Soros. Se trata de señalar a izquierdistas centro-europeos que mantienen negocios con Rusia, como el ex-canciller alemán Schröder o el ex-primer ministro finlandés Lipponen. Pero, ¿dónde está la noticia? Lo más normal para alemanes o para finlandeses es mantener buenas relaciones económicas con el vecino ruso, de cuyo gas dependen. Lo verdaderamente noticioso sería que Alemania o Finlandia decidiesen morirse de frío en invierno sólo porque la OTAN y la Unión Europea digan que los rusos son muy malos.

La prensa liberal-conservadora debería prestar más atención a lo que ocurre con nuestros propios políticos y empresarios, que no se venden a Rusia precisamente. El diario El Mundo acaba de nombrar ‘empresario del año’ al presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, premiado hace un par de años por la Bolsa de Nueva York. ¿Cuáles fueron sus méritos para gustar tanto en EEUU? Pues fusionar una sección de Telefónica con la anglo-americana ‘Liberty Global’ y venderle sus torres en Sudamérica a la American Tower Corporation.

Uno de los rarísimos actos de patriotismo del PP fue el modelo 720 del ministro Montoro, en tiempos de Rajoy. Se trataba de la obligación de declarar las fortunas que los españoles tengan en el extranjero. Ahora la Unión Europa lo ha anulado, afirmando que esta ley discrimina a los ciudadanos que quieren transferir sus cuentas bancarias entre países. Se me saltan las lágrimas: pobres brokers, especuladores, traffickers y evasores. Menos mal que la Unión Europa está ahí para velar contra la discriminación, salvo si eres ruso o de los PIGS o pobre en general o sin el número suficiente de vacunas. 

El segundo argumento de la Unión Europa es que dicha ley vulnera el sacrosanto principio del Libre Tránsito de Capitales. Pero, ¿y a mí qué me importa el libretraficodecapital? A los españoles tendrá que importarles que unos pocos no se lleven todo el dinero fuera de nuestras fronteras. Tendrá que importarnos que nuestros ciudadanos coticen aquí a ser posible. Tendrá que importarnos que las sedes de nuestras empresas no se marchen a los paraísos fiscales bruselenses o luxembergueses. Y, sobre todo, tendrá que importarnos que nuestro campo no se pudra y nuestra industria no se oxide sólo porque el libretraficodecapital prefiere comprarle a Marruecos o a China. O venderle Telefónica a los yankis.

O venderle nuestra industria cárnica a los chinos del WH Group o a las americanas Sigma y JBS. Porque el tema de la carne española sigue coleando con las elecciones de Castilla y León de fondo. El ministro de Consumo, Alberto Garzón, criticó el modelo de macro-granjas, es decir, la ganadería ultra-intensiva que sólo busca amontonar el mayor número de animales en la menor cantidad de espacios, produciendo el máximo de contaminación y el mínimo de salarios. La estrategia de todo el resto del arco político fue asegurar que Garzón estaba criticando a todas las granjas y a todos los ganaderos. 

Es una estrategia esencial del capitalismo: hacer pasar los intereses de la patronal por los intereses del trabajador. Si alguien critica a una multinacional, lo hacen pasar por un ataque al tendero de la esquina. Si Garzón crítica el macro-negocio de las casas de apuestas, lo hacen pasar por un ataque a tu abuelo Pepe que compra la lotería por Navidad. Y si critica la industria cárnica masiva, lo hacen pasar por un ataque al tío Paco el del pueblo que tiene una vaca y tres gallinas. 

La misma táctica ha usado la Unión Europea con lo del modelo 720. Han utilizado como ejemplo la historia de un pobre taxista emigrado a Suiza que hizo sus ahorrillos allí y luego, de viejito, olvidó declararlos. Ya te digo yo que la inmensa mayoría de los que tengan cuentas en Suiza no son pobres currelas emigrados. La UE no vela por esa tipo de gente. 

La tragedia es que tampoco vele por ellos la izquierda española, que está ahora enfangada con sacar adelante una reforma laboral que Yolanda Díaz ha vendido como un gran logro, pero que es apenas un maquillaje de la del PP. El PSOE no permite mucho margen de negociación. Cuando Unidas Podemos les arrancó una regulación de alquileres (tibia e inaplicable), a cambio les hizo renunciar a prestaciones económicas para familias y bajar el IVA de los pañales. Ahora los independentistas (ERC, Junts, CUP, Bildu, BNG) se erigen en los principales críticos de la reforma laboral de Yolanda Díaz, por insuficiente. ¡Los independentistas, que si por ellos fuese, no existiría ni una España del bienestar, ni solidaridad inter-territorial ni una caja común de la seguridad social!

Estas cosas las tendría que estar contando Pablo Iglesias, pero últimamente anda comprado por los medios independentistas, desde el Ara hasta el Gara. Iglesias ha reaparecido en la campaña electoral castellano-leonesa, y ha dicho una cosa muy interesante. Que oponerse a la expansión de la OTAN y a que los estadounidenses nos llenen Europa de misiles nucleares no es ser pro-ruso, es ser pro-paz. Y por no lamerle el culo a EEUU, o mejor dicho, a sus multinacionales de las armas (Lockheed, Raytheon), tanto Pablo Iglesias como Vladimir Putin figuran en la lista de Soros de “peligros para la democracia liberal, la Sociedad Abierta y el libretraficodecapital”.

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