Energía nuclear en España. Expectativas de futuro

El parque nuclear español, formado por siete reactores en cinco emplazamientos, constituye un activo estratégico en el sistema eléctrico español y ha de jugar un papel esencial, manteniendo siempre las condiciones de seguridad, en la transición hacia una economía y un sistema energético descarbonizado, tal como se ha acordado internacionalmente con los paquetes energía-clima de la Unión Europea y el acuerdo de París COP21.

Según los distintos escenarios contemplados por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, para poder mantener el incremento de la temperatura media global por debajo de 2oC, es necesario mantener la concentración de CO2eq en la atmósfera en valores de 450 ppm en volumen en el año 2100, por lo que las emisiones globales de gases de efecto invernadero en 2050 tendrán que ser de entre el 40% y el 70% inferiores a las de 2010, y nulas o incluso negativas en el año 2100. Las centrales de carbón y de gas emiten cantidades relevantes de gases de efecto invernadero a la atmósfera, mientras que las renovables y la energía nuclear, que en su ciclo completo de vida producen electricidad con muy bajas emisiones, son cruciales para alcanzar el compromiso vinculante de la Unión Europea en su conjunto de reducción de las emisiones en un 40% para 2030, con un objetivo del 80%-95% para 2050, lo que implica una eliminación casi completa de las del sector eléctrico.

Es por ello que, a corto y medio plazo no es posible prescindir de la energía nuclear sin afectar a la estabilidad y la eficiencia del sistema eléctrico y sin que se incrementen las emisiones de CO2. Por ello, es necesario que la energía nuclear se mantenga como un actor que hay que cuidar -sin penalizaciones ni prejuicios- dentro del mix de generación en España y de la transición energética que España debe abordar.

También es necesario que se reconsidere la sobrefiscalidad con la que se encuentra penalizada la generación nuclear de tal manera que haya unas reglas de juego equilibradas y neutras para todas las tecnologías.

Este planteamiento está respaldado por los siguientes argumentos:

Liderazgo en el sistema eléctrico

  • La energía nuclear lidera en España la producción eléctrica. Genera más del 20% de la electricidad consumida anualmente en el país (≈55.000 GWh), con tan solo el 7% de la potencia total instalada (7.399 MW brutos). Hasta el pasado 30 de octubre de 2018, la energía eléctrica neta producida por el parque nuclear español ha sido de 44.935 GWh, lo que representa el 20,8 % del total. De esta manera se mantiene, por octavo año consecutivo, como primera fuente de producción en el sistema eléctrico nacional.grafinuclear1
  • Los indicadores de funcionamiento globales han estado en los últimos años por encima de los de la media del parque nuclear mundial. Destaca el factor de carga, situándose históricamente por encima del 85%, lo que supone que el parque nuclear español tiene un funcionamiento medio anual cercano a las 8.000 horas, siendo así la fuente que más horas funciona en el sistema eléctrico.

Garantía de suministro

  • Las centrales nucleares garantizan el suministro eléctrico las 24 horas de todos los días del año. Son una fuente fiable, firme, estable y en base, ayudando así a la gestión del sistema eléctrico.
  • Hay que tener en cuenta, además, la disponibilidad y el diversificado origen geográfico del combustible necesario para la producción eléctrica en las centrales nucleares.

Seguridad

 

 

  • Las centrales nucleares funcionan de forma segura, tal como demuestra el Sistema Integrado de Supervisión de las Centrales Nucleares (SISC) del Consejo de Seguridad Nuclear. El funcionamiento fiable y seguro es la prioridad esencial de los titulares de las instalaciones nucleares.
  • La legislación actual aún no fija en España un límite a la vida operativa de las centrales nucleares. Es el Consejo de Seguridad Nuclear, como único organismo del Estado competente en materia de seguridad nuclear y protección radiológica, el que determina las condiciones técnicas necesarias para operar de forma segura las citadas instalaciones. Además, el parque nuclear español se somete continuamente a ejercicios de comparación y mejora con las mejores prácticas implantadas en todas las centrales nucleares del mundo, con unos resultados muy favorables.

 

 

Competitividad

 

  • Un aspecto significativo de la operación del parque nuclear es su participación en el mercado mayorista diario de casación de oferta y demanda eléctrica del país, no presionando en la formación de los precios en el mismo. El hecho de que el 20 % de la electricidad consumida en el país, con la característica de ser generada de forma firme, estable y en base, sea ofertada a precio cero hace que no existan efectos desfavorables significativos en los precios de la electricidad o en la competencia del mercado eléctrico.
  • La electricidad nuclear tiene un efecto importante sobre la formación de los precios del mercado. Las centrales nucleares presentan una oferta barata en todas las casaciones horarias, debido a los costes variables más bajos. De ahí que contribuyan a construir precios más bajos que, por ejemplo, el gas.

Transición ecológica y Continuidad planificada de la operación del parque nuclear

 

  • La industria nuclear española coincide con los planteamientos del Gobierno en cuanto a que han de alcanzarse los objetivos de descarbonización de la economía, tal como se establece en los acuerdos internacionales. En este contexto, la industria nuclear defiende y pone en valor el papel que la energía nuclear ha de jugar en la forma de transitar el camino para alcanzar dichos objetivos.
  • La energía nuclear es una tecnología que necesariamente va a formar parte de la transición energética, puesto que constituye un bien básico, esencial y continuo para el bienestar de la sociedad y la actividad económica industrial.
  • Las centrales nucleares no emiten CO2 y ayudan a cumplir los compromisos ambientales europeos e internacionales. La producción eléctrica de origen nuclear supone cerca del 40 % de la electricidad libre de emisiones generada en el país, evitando cada año la emisión a la atmósfera de entre 30 y 40 Mt CO2.
  • Las fechas de inicio de la operación comercial de los siete reactores en operación se concentraron en cinco años, entre 1983 y 1988. Un escenario en el que todos cerrasen con un mismo número de años de operación concentraría las fechas de cese igualmente en un período de cinco años, lo que provocaría una acumulación de actividades relacionadas con su desmantelamiento y con la gestión del combustible irradiado.grafinuclear2
  • Con vistas a ello, el pasado 30 de enero de 2019 el actual Gobierno alcanzó un principio de acuerdo con las tres grandes eléctricas, Iberdrola, Endesa y Naturgy, para articular el cierre ordenado del parque nuclear español. La reunión de alto nivel convocada por la Ministra Teresa Ribera ha saldado con el pacto entre el Ejecutivo y las compañías para que las centrales nucleares cierren entre 2025 y 2035. Esta horquilla supone que todas ellas seguirán funcionando más de 40 años, pero menos de 50. Este preacuerdo representa una gran noticia, en primer lugar, porque desbloquea una situación de parálisis y desencuentro entre las compañías en este ámbito, y lo hace con una solución pactada y no impuesta por la fuerza. Se trata, además, de un acuerdo realista, en el que todas las partes ganan y ceden algo, apoyado en criterios realistas y ajustados a la capacidad técnica y económica del sistema. A todo esto, hay que añadir la solidez con la que presuntamente nace el pacto, que no deja solo en manos del Gobierno la hoja de ruta del cierre, y cuenta con el respaldo de las compañías involucradas, lo que refuerza su vocación de permanencia de cara al futuro y ante posibles cambios de políticas energéticas. También supone un balón de oxígeno para las energéticas, que contarán con un horizonte más esclarecido para planificar con menos incertidumbre la operación y cierre de las plantas.
  • Una de las claves del acuerdo es que tiene en cuenta la capacidad del sistema energético español y su compatibilidad con los objetivos de descarbonización, para evitar caer en los errores como el de Alemania – cuyo apagón nuclear ha obligado a aumentar las energías fósiles y ha incrementado las emisiones y sus residuos -, pero también para eludir un encarecimiento abrupto de la electricidad.

Gestión de residuos

 

  • Existen soluciones técnicas para la gestión y el almacenamiento del combustible irradiado. Las centrales nucleares españolas almacenan el combustible gastado o irradiado en las piscinas construidas al efecto y, cuando éstas se completan, en Almacenes Temporales Individualizados (ATIs) en seco. Existen ATIs en operación en las centrales de Trillo, Ascó y José Cabrera (en desmantelamiento). Almaraz y Santa María de Garoña (en predesmantelamiento) han finalizado la construcción de los suyos, y Cofrentes ha comenzado la construcción del suyo en 2018.
  • Tras el preacuerdo reciente alcanzado por el Gobierno y las tres empresas energéticas del país, queda pendiente resolver la necesidad de un ATC (Almacén Temporal Centralizado), que complete la estrategia de cierre. Se trataría de un gran almacenamiento que albergaría los residuos que provocara la clausura de las centrales y la custodia de los mismos, con un horizonte temporal de existencia de siglos.

Viabilidad económico-financiera

 

  • Desde un punto de vista técnico, es preciso asegurar su viabilidad económico-financiera durante el tiempo en el que se produzca la transición energética. Esta viabilidad pasa por una necesaria suficiencia de ingresos que permita compensar los costes operativos y las inversiones necesarias, para operar de forma segura dichas instalaciones.
  • Debe contemplarse también una disminución de la sobrecarga fiscal a la que están sometidas las plantas. No se puede olvidar que en los últimos ejercicios el conjunto del parque destina del orden de 1.000 millones de euros anuales a tributos, cánones y tasas, cerca del 40 % de la facturación por la producción de electricidad.
  • La nuclear es una tecnología muy intensiva en capital. La inversión inicial para la construcción y puesta en marcha de una central requiere miles de millones de euros y, en consecuencia, se necesita un largo plazo para recuperar dicha inversión y ser amortizada. Pero, además, para mantener los altísimos niveles de seguridad y fiabilidad de los reactores españoles en condiciones óptimas, a lo largo de la vida operativa del parque nuclear español se dedican más de 250 millones de euros anuales tanto para inversiones recurrentes como para inversiones extraordinarias. Esto permite que las centrales nucleares se encuentren actualizadas desde el punto de vista tecnológico y de la seguridad. Las primeras permiten la actualización tecnológica permanente de las plantas, con la implantación de los últimos desarrollos y la sustitución de algunos equipos y componentes de forma programada, evitando con ello la obsolescencia de los mismos y permitiendo la adaptación permanente a la nueva normativa, al tratarse de una tecnología altamente regulada. Las segundas se dedican a la sustitución de grandes componentes, como generadores de vapor o tapas de vasijas, para mantener una muy alta fiabilidad y disponibilidad de las centrales. El conjunto de ambas inversiones supone un importantísimo esfuerzo económico para los operadores de las centrales nucleares que, ejercicio tras ejercicio, se ha de abordar y amortizar en los plazos establecidos.
  • Adicionalmente, desde 2011 y tras el accidente de Fukushima, las centrales nucleares europeas han tenido que realizar pruebas de resistencia frente a sucesos externos extremos –más allá del diseño original-, que han derivado en inversiones de cientos de millones de euros para el parque nuclear español.
  • En los últimos tiempos se ha producido un incremento importante en el precio de la electricidad en el mercado mayorista, debido a razones ajenas al sector nuclear. Tratándose de un mercado marginalista, este hecho se interpreta como que las instalaciones nucleares están sobre retribuidas (windfall profits extraordinarios). Sin embargo, la realidad es que los precios fluctúan en el tiempo y, según los distintos escenarios, no siempre se garantiza su viabilidad económica. Es por ello que se precisan unas reglas de juego equilibradas y neutras para todas las tecnologías y un marco regulador que establezca mecanismos adecuados que garanticen el retorno de las inversiones y la recuperación de los costes incurridos.

Industria nuclear

 

  • La industria nuclear española posee capacidades que cubren todo el ciclo del combustible, creando riqueza y empleo, y con presencia y reconocido prestigio en más de 40 países.
  • En España, 27.500 personas trabajan en el sector nuclear de forma directa, indirecta e inducida. La industria nuclear genera empleo estable y de calidad y cuenta con personal capacitado, comprometido, con muchas horas dedicadas a la formación y altamente cualificado.
  • El sector nuclear español apuesta firmemente por la I+D+i, y cuenta con la tecnología más puntera para competir en más de 40 países con mercados exigentes y competitivos.

 

Un cierre a plazos permitiría a Enresa, la empresa pública encargada del desmantelamiento de los grupos nucleares, gestionar con solvencia y seguridad el cierre de cada una de las plantas. Es dudoso que Enresa tenga capacidad para desnuclearizar siete grupos en un corto periodo de tiempo. El cierre paulatino es una solución razonable para todas las partes. Permite al Gobierno salvar la cara con un cierre efectivo, aunque no sea relámpago; ofrece una salida al enfrentamiento público entre las empresas propietarias, divididas en cuanto a la rentabilidad de mantener la producción nuclear, y favorece que no haya tensiones de precios en el mercado mientras se completa la primera fase de la transición hacia las energías limpias. A la espera de conocer las condiciones de detalle del acuerdo — inversiones en seguridad, por ejemplo – el cierre paulatino es una buena opción, política, económica y técnica.

 

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