Esas latinas

Esas latinas. Iván Vélez

Desde hace años, sin afán alguno de originalidad, sostengo que los cómicos son un pilar fundamental en la consolidación de la ideología dominante. En consecuencia, aunque la risa va por barrios, por unos discurre mejor que por otros. El Jueves resiste, La gallina ilustrada tuvo una corta vida. Quedan, no obstante, y a merced del algoritmo de turno, reductos donde se puede ejercer una ácida crítica a los poderosos. Sin embargo, en la época de las libertades, la censura, palabra tabú, se ejerce desde las instancias del poder. Casi siempre de forma sutil, a veces con modos groseros.

Recientemente, algo ha agitado las estancadas aguas del oasis catalán, que pronto se ampliará con un nuevo canal público, 2Cat, para el que ya se ha fichado a una terna de graciosos oficiales, es decir, de hispanófobos acostumbrados a chapotear y a hacer caja denostando a España. Sus nombres son bien conocidos: Jordi Basté, Toni Soler y Vicent Sanchis. La piedra que ha levantado círculos concéntricos de espumarajos ha sido la representación de una obra de teatro, Esas latinas, a cargo de una compañía femenina cuyo nombre debería hacer las delicias de la progresía: Teatro Sin Papeles.

El pecado de estas actrices aficionadas, detalle no menor, ha sido mostrar, a través de varias escenas, la discriminación lingüística que sufren los hispanohablantes cuando entran en contacto con una administración que ha impuesto un sistema monolingüe que sólo se relaja para dar cabida a lenguas extranjeras diferentes a la de Cervantes. La obra rompe el narcisista mito del seny, pues los catalanes embrutecidos por el catalanismo oficial tienden a mantenerse en su lengua, sin importarles, a veces, incluso, deleitándose, las dificultades que sufre quien no domina su idioma. No hablo de oídas, doy fe del creciente auge de esa tendencia entre la veteranía, contrarrestada por una juventud que, como todas, siente atracción por lo prohibido. En este caso por hablar en español.

La representación de Esas latinas, una obra de teatro-protesta, en toda regla, ha hecho poner el grito en el cielo a todo el espectro lazi y, por supuesto, a sus subvencionadas herramientas de agitación, propaganda y coacción: Ómnium Cultural y Plataforma por la Lengua, catalana, se entiende. El argumento empleado, pleno de hipocresía, es que la pieza hace mofa de los derechos lingüísticos de los catalanohablantes.

Aunque el ayuntamiento de Barcelona, al que la oposición secesionista ya pide ceses y dimisiones, se ha desmarcado de lo ocurrido, ha apuntado al deseo de ejercer la censura previa, pues su segunda teniente de alcalde, María Eugenia Gay, ha manifestado que el gag «obviamente no estaba» durante la supervisión que se hizo de lo que cabe calificar de drama. En una reñida competición por ver quién se rasga con mayor tremendismo las vestiduras, Francesc Xavier Vila Moreno, Consejero de Política Lingüística de la Generalidad ha mostrado en X su indignación:

Comparto mi profundo malestar por el sketch sobre el catalán con todos aquellos que, como yo, se han sentido heridos al verlo. En este sentido, valoro la rapidez en la que el Ayuntamiento de Barcelona se ha desmarcado. Creo que los planteamientos de este sketch distorsionan gravemente la realidad y son ofensivos y profundamente injustos para los profesionales y los voluntarios lingüísticos que se esfuerzan cada día por facilitar el aprendizaje de la lengua a las personas recién llegadas. Este tipo de manifestaciones sólo perjudican a la convivencia y la cohesión social.

Aficionado a estampar su firma al pie de manifiestos políticamente correctos, el gremio actoral no ha salido en defensa de sus nada monetizadas colegas. No conviene morder la mano que da de comer, esa que, a menudo, no pertenece al público, sino a lo público. En este caso, a una estructura pública privativa en cuanto a los temas que se pueden abordar o no. El de la lengua, en Cataluña, es intocable y no admite crítica ni chanza alguna, pues es una industria en expansión, como demuestra el nuevo canal, íntegramente en catalán. Cuestión esencial, por diferencial, el Gobierno de Sánchez, lazidependiente, se deja la piel en Europa para lograr la oficialidad del catalán, mientras permanece impasible ante la discriminación que se denuncia en Esas latinas. Cosas de la democracia que nos hemos dado.

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