Abordamos el segundo episodio de La Cultura del Cuidado, con unos consejos para aceptar y afrontar positivamente esa situación dolorosa y difícil que, inevitablemente va a causar al cuidador una sobrecarga y estrés que no controlado adecuadamente repercutirá en su salud física y psíquica y en el bienestar del enfermo.

Lo primero que nos indican es que, debemos pedir ayuda a la familia, lo que Ana Díaz Cortés nuestra experta denomina “corresponsabilidad en el cuidado”.

Cada persona es un mundo y por extensión su entorno familiar, puede ser que, en algunos casos la respuesta sea la idónea, es decir, la disposición a la ayuda y el relevo en el cuidado del enfermo. Pero no es infrecuente que, alguno o varios de los miembros de la familia se desentienda del problema, asumiendo esa función en solitario uno de ellos.

La ayuda social es la opción paralela, solicitar los servicios del sistema de dependencia, en este punto sí que hay objeciones.

Los servicios de la dependencia no siempre llegan a tiempo, no son gratuitos como se nos hizo creer en su día, lo que significa que, hay quien no puede asumirlos económicamente.

Por otro lado, los trámites de solicitud no son lo ágiles que la gravedad de la situación requiere. Debería ser el médico el que, en su informe determinara el alcance de la dependencia y la intensidad de la atención requerida, incluyendo la posibilidad de apoyo urgente e inmediato.

No es así y a veces la solicitud de la situación de dependencia significa citas y trámites estresantes para el cuidador.

Animamos a los lectores que se encuentren en esta situación a que nos transmitan sus necesidades, y sobre todo las carencias del sistema que, sin duda no les ayuda a afrontar positivamente el cuidado de un familiar con demencia.

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