La inflación, la soga de los más pobres

La inflación, la soga de los más pobres. Raúl Morales

Llevamos año y medio oyendo hablar de la inflación en todos los medios de comunicación, de cómo sube, se modera o se estanca. Pero nadie nos dice como se acumula sobre nuestros bolsillos. Es bastante más sencillo de lo que parece, aunque intenten complicárnoslo lo suficiente para que nadie se entere. Que si la inflación subyacente, la acumulada, la variación interanual y otras tantas formas de medirla que solo entienden los economistas. La inflación no es otra cosa que la subida de los precios de todo lo que consumimos o compramos. Cierto es que se puede y debe, segregarse por distintos tipos de bienes y servicios, pero al ciudadano medio eso le da igual. Lo que le importa es llegar más o menos justo a final de mes, y cada vez es más bien menos.

Cada día que pasa vamos comprobando que todo es más caro, que la cesta de la compra se dispara y que el dinero dura menos en nuestros bolsillos. ¿Esto es por culpa de la inflación? No, es por la subida de los precios, pero a esa subida, que rara vez es bajada, se la conoce como inflación. Lo que ocurre es que históricamente esta crece mucho más que los sueldos, por lo que cada día que pasa, vivir nos cuesta más de lo que se incrementan nuestros salarios. Lo que llaman la renta disponible, que no es otra cosa que el dinero que nos ingresa la empresa a final de mes, una vez que el estado se queda con su parte. Si los gastos que soportamos durante todo un año suben un 8,4%, y los salarios solo suben un 2,8%, como ocurrió el año pasado, está claro que nos falta un 5,6% para afrontar los mismos gastos que teníamos en 2021. Dicho de otro modo, si el sueldo medio de un español, según el INE, rondaba los 25.000€ en 2022, nos faltarían 1.400€ el 31 de diciembre, para pagar lo mismo que sí pudimos pagar el año anterior.

En principio piensas, bueno, reduciré un poco los gastos más superfluos y los caprichos esporádicos para compensar. Claro, porque este año la inflación está bajando y verás como me recupero. El problema es que la inflación no está bajando, se está desacelerando. Lo que quiere decir es que no sube tanto como el año pasado, pero sigue subiendo. Por lo tanto, sigue restando a tu capacidad de gasto. En los 5 primeros meses del año llevamos ya una subida del 1,7%, y se prevé que llegará al 4,5% en diciembre. Si los sueldos subieran un 1,5% este año, que sería la misma proporción respecto de la inflación del año pasado. Este año te faltarán 750€ más de los que ya te faltaron en 2022. En resumen, para comprar y pagar los mismos servicios (agua, luz, teléfono) que pudiste adquirir en 2021, ya te faltan 2.150€, o lo que es lo mismo, algo más de un mes del sueldo medio. En diciembre de este año ni comes, ni pagas la casa.

Esto parece un círculo vicioso, que lleva a las rentas más bajas a la pobreza sin remedio, pero no es así. Existen medidas que los gobiernos, no progresistas por supuesto, pueden acometer para mitigar este problema. El primero es evidente, aumentar la renta disponible, que si recuerdan, es lo que te pagan por trabajar una vez descontado lo que se lleva el gobierno. Que no es poco precisamente, pues en España supera con creces el 50% entre los impuestos directos e indirectos. Pues no es tan difícil, señores del gobierno, bajen ustedes los impuestos y compensen la carestía de la vida. ¿Pero eso se puede hacer sin que muramos todos? Pues sí, se puede hacer, y con mucha facilidad, solo hay que recortar los gastos superfluos del los Presupuestos Generales del Estado. Hombre que casualidad, lo mismo que tenemos que hacer los ciudadanos para llegar a fin de año sin entrar en las listas de morosos. No hay que reducir la sanidad, las pensiones, la educación, ni tantas otras cosas fundamentales, solo lo que no le aporta a la ciudadanía. Efectivamente, estamos pensando en lo mismo, hay que dejar de gastar a manos llenas en chiringuitos ideológicos, embajadas y otras lindezas autonómicas, o compensaciones por aferrarse a los sillones ministeriales. Solo tenemos que gestionar el dinero que el gobierno recibe de sus ciudadanos con algo de cordura y mucho sentido común.

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