La verdad os haría libres

La verdad os haría libres. Carlos Kaiser Ramos

Pero tranquilos. Eso no va a ocurrir. Seguiréis disfrutando el sueño de la inmunidad. Esa que ningún rebaño ha alcanzado nunca.

El Ángel con espada de fuego defiende nuestra expulsión del Paraíso: hemos dejado de ser inmortales. Un minúsculo y malvado virus, crimen y castigo al mismo tiempo, ha creado la muerte para nosotros. Sólo con sumisión y obediencia, con un nuevo islam científico guiado por los profetas del final inminente, conseguiremos llegar al jardín de las aguas eternas, fecales en nuestro caso.

Con verdadero estupor, hemos visto como en los Idus de Marzo de este año 2020, los humanos han empezado a morir. Lo que nunca antes ocurrió. Sin medida, sin pudor, sin dignidad, sin nombre para recordar. Cadáveres sin derecho a autopsia. Sin el consuelo de un censo de las dentelladas amigas. Meros muertos de final asintomático.

Y claro, hemos sucumbido al Terror. La necrofobia, la hipocondría, la histeria, el quejido lastimero de la bestia ya vencida y el mordisco a traición de la mano de consuelo a los agonizantes. Así nos adornamos ahora. Casi todo en nuestro mundo se ha transformado en Miedo. En huida impotente por inmóvil. Parálisis cerebral provocada. Pánico. No es el lobo el que más mata, el aplastamiento entre sí de las ovejas enloquecidas lo supera de forma casi infinita. Asfixia.

En toda esta triste pero chusca historia, dramática pero irrisoria, horrible pero ridícula, nadie ha dicho verdad. Postureo, engaño e instrumentalización. Nadie es capaz de responder las preguntas más básicas. 

¿Esto qué es? Una mera variante de la Gripe, más o menos letal y contagiosa. Una nueva plaga bíblica. Una infección de grupo, una epidemia, una pandemia, una plandemia. Una mera herramienta de manipulación sociológica y política. YO NO LO SÉ.

¿El Coronavirus de dónde viene? De la Naturaleza misma. De su numerosa familia gripal. Del Laboratorio. De la manipulación genética. De una huida accidental. De una suelta deliberada. De Drácula y sus murciélagos. Una serendipia. YO NO LO SÉ.

¿Hacia dónde va? A extinguirse por aburrimiento. A ser el primero de una larga serie de penurias que nos aguardan. A mutar incansablemente hasta conseguir una amargura permanente de pre-locutivos y otros sapiens de lenguaje limitado. YO NO LO SÉ.

Sin embargo podemos ofrecer las siguientes respuestas que, de puro obvias y evidentes, casi nadie va a aceptar:

1ª- La Humanidad va a seguir enfermando y muriendo, por ésta y por muchísimas otras dolencias que no vamos a poder erradicar en un futuro próximo.

2ª- Las Infecciones, leves, graves, gravísimas y letales, van a acompañarnos todavía durante varios siglos por mucho poder ascendente de las armas que hemos desarrollado contra ellas. El Covid-19 nos seguirá haciendo compañía.

3ª- Las muertes por Coronavirus en el mundo están muy lejos de poder ser consideradas una hecatombe. Antaño las hubo mucho peores: Peste Negra medieval, Gripe Española 1920, etc. etc. Otras enfermedades no provocadas son mucho más letales para el hombre: por ejemplo el Cáncer y las Cardio-Vasculares. De las provocadas únicamente dar un dato: 100.000 abortos anuales sólo en España. De las guerras activas actualmente, unas 400 (en muy distintos estadíos) que se sepa, mejor no hablamos (combates, hambre y miseria). Por tanto, el Covid-19 no es sinónimo de Apocalipsis. Todo lo grave que se quiera considerar, pero ni de lejos lo peor que nos pasa hoy.

4ª- Los tratamientos aplicados a los pacientes graves han mejorado dramáticamente los éxitos terapéuticos obtenidos. A raíz de la “transgresión italiana”, los Médicos que se saltaron a pídola la prohibición mundial de hacer autopsias, la Coagulación vascular diseminada, la Tormenta de Citoquinas y la Fibro-Necrosis pulmonar, causados por el Coronavirus, se han abordado de forma mucho más eficaz.

5ª- Los Sistemas Sanitarios Públicos, inspirados por Franco y por la social-democracia keynesiana de pos-guerra mundial (el llamado comunismo-light), han quedado dolorosamente en evidencia: su ineficacia, saturación e impotencia frente a contingencias imprevistas, han demostrado tener una relación directamente proporcional a sus taras constitutivas y fundacionales (la dependencia total de intereses y prácticas políticas, la cartera de servicios consumidos por el usuario en régimen de “barra libre”, y el maltrato laboral y económico sistemático de los profesionales a su servicio). Donde mayor es el peso relativo de estas lacras, mayor ha sido el desastre. Con España como líder destacado.

6ª- Como daño colateral del “derrumbe” sanitario español y la desatención culposa de miles de enfermos con otras patologías graves que no son “coronavíricas”, sólo señalar con ironía la “mutación regresiva” experimentada: hemos cambiado la Consulta del Médico por el “teléfono de la esperanza” (un servicio puesto en marcha en los años 50 del pasado siglo para consolar tristes, maniacos y depresivos con tentaciones suicidas). ¡Pide, pide, pide cita, qué algo queda!

7ª- Las medidas adoptadas para evitar muertes, limitar contagios y subyugar la propagación del Coronavirus, además de cambiantes, dubitativas, contradictorias y a menudo carentes de sentido alguno, han demostrado ser un absoluto fracaso. Ni las mascarillas, ni las distancias (lo de los aerosoles tiene gracia: hasta los pedruscos se transmiten por el aire si el vendaval es lo suficientemente fuerte), ni las casi soledades de reuniones prohibidas, ni los variados tests de la señorita Pepis (PCR, salivas, etc.) detectores de humos, ni los guantes, ni los hidrogeles, ni los confinamientos, ni los horarios cuarteleros regulados, ni los toques de queda. NADA. Todo eso no ha evitado una sola muerte ni ha alterado un milímetro la naturaleza infecciosa de la enfermedad. Y su libre devenir. Un gran ridículo mundial y colectivo.

8ª- A todo esto llegan las Vacunas, no sé si obligatorias pero desde luego coactivas. No quiero entrar ahora en el fondo del asunto (sólo decir que contra más las estudio, mayores son mis dudas). Y desde luego no entiendo el razonamiento que, cual dogma revelado, se quiere asuma el ciudadano: <<Vacúnese cuanto antes, de momento sólo son dos dosis (es posible que hagan falta tres) y el año que viene le daremos más de lo mismo. Mientras tanto siga usted arrestado en su domicilio porque estos pinchazos no le garantizan inmunidad (se puede contagiar) ni inocencia (puede contagiar a otros a pesar de todo). A finales de los tiempos volveremos a hablar”>> ¿Entonces, me pregunto, cual es el motivo para que yo decida vacunarme? Debo ser muy lerdo, porque no lo entiendo. Y al próximo que me hable del rebaño, de la solidaridad y del escupitajo sostenible, lo voy a expulsar de mis oraciones. No tengo seguridad alguna de que sirva para nada, ni nadie asume responsabilidades sobre sus posible efectos adversos a medio y largo plazo. El riesgo es todo para ti. Y si hay Talidomida, te jorobas.

9ª- El desastre humano, social, económico y político generado por este enfoque demencial, sin fundamento científico alguno (sólo algunos ecos de “tambores lejanos” y posturas aprendidas de “cuando ruge la marabunta”), una pura sucesión de ocurrencias (no sé si sólo ignorantes o también perversas), nos ha colocado en una posición cada vez más difícil de mantener. Hambre ya hay hoy en muchos ciudadanos, ruina de pequeños empresarios, quiebra de varios grandes empresarios, secuestro general de nuestro presente y dibujo de un futuro muy sombrío. En la vertiente política la situación es todavía peor: todos reducidos a la esclavitud y al capricho de cualquier cacique. ¡A tu casa! Prohibido fumar. ¡No puedes ir a ningún sitio! Etc. etc. Se ha potenciado al “chivato de barrio”: colabora con el orden denunciando, exhibe tus bajos instintos y ayuda eliminar a los jóvenes y a los “irresponsables”. Totalitarismo. Durante nuestra Guerra Civil, la denuncia vecinal causó muchas más muertes que los combates en el frente de batalla. Sin derechos y sin garantías, ni legales ni de las otras. Coacción a la fuerza por los Cuerpos de Seguridad: leña al ciudadano y “mimines” al okupa y al de las pateras. Una verdadera pesadilla.

De todo lo anteriormente expuesto, sólo puedo deducir una única CONCLUSIÓN LÓGICA y para mí definitiva (de momento, por supuesto):

Es urgente, en todo Occidente, abandonar de forma fulminante todas las mal llamadas medidas de lucha y contención del Covid-19. Estamos jugando con la Baraja del Mal. Dejemos inmediatamente la partida, rompamos las cartas y miremos hacia el frente con determinación: aquí no ha pasado nada. Conllevemos el Coronavirus. Aire!!!

Tranquilos. Es evidente que nadie me va a hacer el más mínimo caso. Van a continuar en lo mismo y a más peor, hasta la ruina final. Si no me insultan, mucho será. Pero no importa. Yo tenía que decirlo aunque sólo sea para no avergonzarme cuando de refilón me reflejo en un espejo. Casandra y yo somos así.

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