Título: El orbe a sus pies. Magallanes y Elcano: cuando la cosmografía española midió el mundo
Autor: Pedro Insua
Editorial: Ariel, Planeta, Barcelona, 2019
El globo a sus pies.
Es muy grato para mí reseñar el libro de Pedro Insua, pues nos encontramos ante un ensayo de Filosofía de la Historia que viene a poner de manifiesto la grandeza del proyecto imperial español en los tiempos de Carlos I. Y todo ello frente a los que, imbuidos por los fantasmas negrolegendarios, buscan siempre minorar o socavar la magnitud de España y de sus contribuciones a la historia universal.
No se trata sólo de conmemorar el quinto centenario de la primera vuelta al globo de Magallanes y Elcano, de relatarnos de forma detallada y amena las peripecias de los protagonistas y de mostrarnos los conflictos diplomáticos que dicha expedición acarreó, junto con la geoestrategia y la filosofía que dominaban la época y que hicieron de aquel periplo una hazaña sin precedentes. Se pretende, y a fe mía que se logra, presentarnos de forma fidedigna la primera “globalización” de la historia, como marco de reflexión a tener muy en cuenta frene a los muchos problemas y desafíos que hoy, en nuestro infecto presente, tiene España, nuestra nación.
Frente a la posmodernidad que, tras las huellas de Heidegger y su “olvido del Ser”, niega la posibilidad de todo referente ontológico y gnoseológico para la idea de verdad, y frente a los que hablan de un fin de la historia, en un utópico porvenir presidido por un “reconocimiento” universal (caso de Fukuyama), afirmar que la primera circunnavegación del globo fue empresa netamente española y que actúa como un parteluz que afecta a todas las naciones en su devenir histórico, es una labor valiente y necesaria. Y más en estos momentos en los que bastantes políticos e “intelectuales” viven de lo cosa pública negando la existencia de la nación española y afirmándose de forma particularista (luego “idiota”) en sus nacionalismos regionalistas fraccionarios.
Contra la secesión, grandeza de miras y amplios horizontes, como los que con su certera pluma nos lleva a recorrer Pedro Insua. Pues este ensayo, que metodológicamente se enmarca dentro del Materialismo Filosófico desarrollado por el filósofo Gustavo Bueno (1924-2016), es hijo y a la vez continuador de la anterior obra del autor, 1492. España contra sus fantasmas (Editorial Ariel, 2018, con prólogo de Roca Barea).
Todo esto y aún más lo expresa de forma condensada y muy precisa la profesora Atilana Guerrero, que pone prólogo a la obra de Insua que estamos comentado. Así, con ella, tenemos que recordar que el “presente universal” en el que vivimos es el que inauguraron Magallanes y Elcano, y que las disputas por el control del globo en los imperios en liza actuales (por ejemplo China, Estados Unidos, etc.) son hijos de las ciencias y tecnologías de hoy en día, que tienen como precedentes a las artes que ya en el siglo XVI contribuyeron a que la empresa española fuera posible.
La constatación práctica de la esfericidad de la Tierra, luego operatoria y no sólo teórica como en los antiguos griegos (p. e. Eratóstenes), implica un nuevo hallazgo en el que no se suele reparar, pues al volver al punto de partida los navegantes se apercibieron de que habían perdido un día, con lo que, por añadidura, se demostraba el movimiento de rotación del planeta sobre su propio eje; esto ponía fin, casi un siglo antes de que Galileo lo hiciera, a la noción de la Tierra inmóvil.
Se inicia así lo que el autor denomina “política esférica”, pues se gesta paulatinamente un nuevo gobierno global en el que España y Portugal se disputan el control del Pacífico. En este nuevo contexto no sólo es importante el Tratado de Tordesillas (1494), en el que se establecía el reparto del Atlántico entre las dos potencias, sino también el Tratado de Zaragoza (1529), que es menos conocido pero de igual relevancia. Pues lo que está en juego ahora es la partición de las zonas de influencia en el océano Pacífico, y ello gracias a la determinación del antimeridiano. De ahí que la cosmografía sea un saber imprescindible, trascendental en la pugna de las naciones. Pugna a la que se incorporarán con el tiempo Holanda y Gran Bretaña.
Si la misión de España era la de “llegar al levante por el poniente” (ruta en principio inversa a la de los primeros navegantes portugueses que bordearon la costa africana hacia el Índico), con la fusión de las dos coronas, la española y la portuguesa, la imagen de un imperio español “en el que no se pone el sol” se convierte en una realidad consustancial a esa nueva política esférica. La circunnavegación supone así una forma de universalidad, por decirlo con palabras de Hegel. Y esa universalidad de la política llega hasta nuestros días, siendo el imperio español su punto de arranque. Un imperio católico que en su despliegue no dudo en plantearse la posibilidad de la conquista de China, tomando a las Filipinas como plataforma y avanzadilla. Las disputas teológicas (y por ende filosóficas en la tradición aristotélico-tomista), y al igual que había sucedido en el caso de América entre Las Casas y Sepúlveda, no se hicieron esperar. Pero fueron las potencias protestantes, más dadas a las virtudes prometeicas que a las herméticas, las que desarrollaron nuevas formas colonización; las propias de los imperios depredadores.
Cuando en nuestro presente geopolítico, un presente que se empezó a desarrollar tras la Segunda Guerra Mundial y más aún tras la caída del Imperio Soviético, los Estados Unidos se esfuerzan por extender la democracia a todo el mundo, es necesario recordar la experiencia histórica española como arquetipo civilizador católico. De ésta destaca no tanto la lucha por el control del comercio de especias (fallida a la larga frente a la depredación holandesa), sino su consolidación en las Filipinas y la estabilidad del anual recorrido del Galeón de Manila, cuyo derrotero fue posible gracias al tornaviaje trazado por Andrés de Urdaneta.
Pero todo este proceso no se hubiese llevado a cabo sin la presencia del saber geométrico, teórico, aplicado al saber práctico cartográfico. La circunnavegación del orbe, por parte de Magallanes y Elcano, desbordó y dejó totalmente obsoletas las viejas ideas y los viejos mapas eurocéntricos, “preoceánicos”. Este hecho, trascendental, desmiente la negrolegendaria tesis según la cual la ciencia española quedó desconectada de la revolución científica en los albores de la Edad Moderna. Se transforma pues toda la cartografía global. Siendo este hito inicial de gran importancia, pues cuando los cosmonautas fotografiaron desde el espacio los contornos de los diferentes continentes, ya en la segunda mitad del siglo XX, no se encontraron con nada esencialmente nuevo que la cartografía desarrollada a partir del XVI no hubiese ya registrado.
Por eso el periplo políticamente español que Insua nos presenta, con una prosa erudita no exenta de poética pasión, y del que tenemos que sentirnos orgullosos en el inicio de su quinto centenario, forma parte de la Historia Universal. Y es una lástima que no haya ningún cineasta español que, tomando como modelo el libro que reseñamos, elabore un guion y una película sobre esta gran gesta. Pues con este trabajo Pedro Insua, al igual que Roca Barea o Iván Vélez entre otros, contribuye de forma sabia y bien documentada a desmontar la Leyenda Negra antiespañola.