Hace unos días se publicó un post en la red linkedin[1], cantando las alabanzas de las llamadas ciudades de quince minutos, “el anhelo de algunos urbanistas y también de muchos ciudadanos”. Entusiasta aseveración que será cierta respecto a los promotores sobre todo por los beneficios económicos que esperan obtener. En lo que, se refiere a los ciudadanos, no conozco a nadie que haya manifestado esa opinión, más bien creo que la mayoría desconoce ese modelo urbanístico y sobre todo su alcance y significado.
La historia está llena de iluminados que pretenden imponer experimentos, la Posmodernidad que vivimos no es una excepción, a diario soportamos en bombardero de iniciativas que, pretenden solucionar todos nuestros problemas, los que existen y los imaginarios o creados expresamente para justificar esas propuestas.
La ciudad de quince minutos es un modelo urbanístico que propone un cuarto de hora andando o en bicicleta desde el domicilio como la distancia a la que, los ciudadanos encuentren a su disposición todos los servicios necesarios para vivir, colegio, centro sanitario, grandes superficies para compras, complejos de ocio, incluso el lugar de trabajo. En el supuesto de que, esto último no sea posible, ahí está el teletrabajo como opción idónea.
Los promotores de este modelo recomiendan a las empresas que, apuesten firmemente por el centro de las ciudades, con una red de transporte público eficaz conectada con el resto de territorios.
Las administraciones públicas se encargarán de crear las infraestructuras oportunas, comprometiéndose a garantizar su mantenimiento, además de promover la construcción de edificios nuevos y rehabilitación de los antiguos, implantando las medidas económicas y beneficios fiscales que atraigan el establecimiento de negocios y servicios.
En principio todo parece ideal, pero si reflexionamos comienzan a surgir los inconvenientes. Lo primero que llama la atención es la rigidez en la imposición del tiempo, “quince minutos”. Por qué, en este momento de la historia de ensalzamiento de la voluntad individual, no se consideran no solo las preferencias, las circunstancias personales, como la discapacidad, la edad, o cualquier otra que constituya un impedimento para desplazarse hasta el lugar al que se quiera llegar en ese periodo concreto.
Puede ser que, a alguien no le guste el centro de ocio que le han preparado en su barrio, que prefiera pasear en la montaña en vez dar vueltas por el parque, comprar en cualquier otro comercio y no en esa gran superficie, quizá el colegio no sea el modelo de educación que deseamos para nuestros hijos.
Otra cuestión es quien decide cuales son los servicios básicos o necesarios y su gestión, seguramente las grandes superficies y franquicias que inundan nuestras ciudades, serán preferidas desapareciendo el comercio y la hostelería familiar que ya subsiste a duras penas, por las duras condiciones que han de soportar, como altos precios en los alquileres y carga impositiva.
Las ciudades se despersonalizarán desapareciendo su esencia, aquellas características que las hacen únicas, y la invasión del turismo masificado convertirá los centros históricos en una especie de parque temático.
Esta propuesta ideada por el urbanista Carlos Moreno, fue incluida en el programa de campaña de reelección de 2020 por la alcaldesa de Paris Anne Hidalgo, despertando interés en otras ciudades de Europa y Estados Unidos donde la vida gira en torno al uso del vehículo privado.
Oxford en el Reino Unido es el ejemplo más avanzado en proceso de conversión en ciudad de quince minutos. Las protestas de los ciudadanos no se han dejado esperar ante la perspectiva para el año 2024 en curso, de la imposición de una serie de filtros de tráfico con la división en seis zonas y la penalización del tránsito de una a otra por unos puntos determinados, a lo que se añade la creación de una zona de cero emisiones de acceso exclusivo para vehículos eléctricos.
En muchas ciudades ya existen las zonas de bajas emisiones imposición que puede entenderse como el paso previo para promover el desistimiento ante las dificultades y sobre todo el gasto de parking o multas, del uso del vehiculó privado por los residentes, y el acceso a los visitantes, de manera que, cuando llegue el momento ya estaremos acostumbrados a no salir y a no entrar, aceptando sumisamente la permanencia en nuestros respectivos barrios.
Las grandes ciudades fueron en principio las primeras afectadas, con el objetivo de mantener el óptimo nivel de calidad del aire que, la Unión Europea establece. Les toca el turno ahora a las pequeñas, Avila[2] ya tiene su proyecto de zona de bajas emisiones afectando al recinto amurallado, casi peatonal en su totalidad en la actualidad.
El objetivo evidente es la limitación y posterior supresión del uso del vehículo privado convenciendo a los ciudadanos de su inutilidad, promoviendo el acatamiento en un futuro próximo de la restricción de la movilidad.
La vida forzada de los ciudadanos en tan reducido espacio pueden convertir los barrios previamente presentados como ejemplo de comodidad y bienestar en comunidades cerradas, diferentes según las zonas.
Una ordenación urbanística basada en la ciudad de quince minutos, puede ser idónea y confortable para algunos supuestos, teniendo siempre en cuenta las circunstancias y limitaciones de los ciudadanos afectados, pero nunca podrá ser adecuada de forma general e indiscriminada y mucho menos como una imposición coercitiva. Sería mucho mejor promover la fabricación de vehículos cada vez menos contaminantes, y lo que es más importante prever ayudas para su adquisición.
La libertad de circulación por el territorio nacional es un Derecho Fundamental en nuestra Constitución, artículo 19, Capitulo Segundo, Título I, constituyendo una de las facetas más importantes de la libertad individual, dado que hace referencia a la proyección espacial de la persona, uno de los fundamentos del libre desarrollo de la personalidad que implica directamente la Dignidad, el respeto a uno mismo y a los demás, el “deber general de respeto a la persona” al que aludía el Profesor De Castro, desconocido y olvidado para muchos, pero que, merece ser recordado en estos tiempos recios, al constituir el resumen de la Tradición del Derecho Español.
Las ciudades de quince minutos es un proyecto más de limitación de Derechos Fundamentales en el conjunto de todas las vulneraciones que sufrimos a diario, y de las que frecuentemente no somos conscientes.
El objetivo es destruir nuestra identidad la de Occidente, no existe noticia de propuesta de este modelo en África o Asia, continentes no exentos de ciudades con gran población y en muchos casos con un alto grado de contaminación.
[1]https://www.linkedin.com/news/story/la-ciudad-de-15-minutos-ya-existe-5914348/
[2] https://avilared.com/art/74645/el-ayuntamiento-presenta-al-tejido-asociativo-el-proyecto-de-zbe