Entrevista a Javier Barraycoa. «Los orígenes del catalanismo»

Entrevista a Javier Barraycoa. "Los orígenes del catalanismo"

El profesor Javier Barraycoa, colaborador en Posmodernia, acaba de publicar su último libro “Los orígenes del catalanismo” en el que propone una nueva vía para entender este fenómeno sociopolítico que se pergeñó a finales del siglo XIX y ha marcado el ritmo de la política española durante más de un siglo. El autor aborda qué papel tuvo la Iglesia y los gobiernos liberales de Madrid en la creación de este movimiento. Entrevistamos al autor sobre estas cuestiones.

 

¿Qué tesis defiende en su nuevo libro?

Básicamente pretendo demostrar dos asuntos. El primero es desmontar el mito de que el nacionalismo es la sucesión natural del carlismo. El segundo es que el catalanismo contó con los apoyos de los gobiernos de Madrid -tras la Restauración borbónica de 1874- con la intención de desactivar el intenso ambiente carlista que aún se vivía en mucho ámbitos eclesiales en Cataluña. Para ello contaron con el beneplácito de una parte del catolicismo liberal y los obispos que estaba a favor del nuevo régimen y la constitución de 1876.

¿Ello significa que el catalanismo nace en lo ambientes conservadores y católicos?

Sí. Es cierto que hubo un inicial catalanismo de izquierdas, liderado por Valentí Almirall. Este era un republicano federal frustrado tras el fracaso de la I República y que empezó a elaborar un cuerpo doctrinal acompañado de mil iniciativas minoritarias y fracasadas. El nacionalismo catalanista “de izquierdas”, sólo empezará a tener peso a partir de la II República y acaparando el espacio político que había ocupado durante el primer tercio del siglo XX la conservadora Lliga Regionalista. Este partido conservador se había gestado entre una serie de jóvenes catalanistas que desplazaron a Almirall en el liderazgo del catalanismo. Estaban liderados por un carismático sacerdote, Josep Torras i Bages, que a la postre acabaría siendo obispo de Vic.

Entonces, ¿se puede afirmar que el catalanismo nació en ambientes eclesiásticos?

No todo el catalanismo, pero sí el hegemónico hasta la llegada de la II República. Todo arrancó con la llegada de un obispo gaditano a B la sede de Barcelona, el obispo Urquinaona. A él se debe la llamada “pastoral catalanista”. Su gobierno episcopal se conoció por los constantes enfrentamientos contra la prensa y las organizaciones carlistas o católicas controladas por elementos carlistas. De su mano harían carrera eclesiástica obispos anticarlistas como Morgada (en Vic y Barcelona)s, Vilamitjana (en Tarragona), Sivilla (en Gerona). Todos tenían algo en común: eran anticarlistas y prorrestauracionistas, además de catalanistas.

¿Puede dar más detalles de estos ambientes eclesiásticos en los que nació el catalanismo de la Lliga Regionalista?

Los primeros grupúsculos catalanistas en constantes tensiones acabaron en la fundación e la Unión Catalanista. Una sección de esta organización fue la espiritual, dirigida por Torras y Bages que fundó la Lliga espiritual de la Mare de Déu de Montserrat. Torras y Bages, veía en el “regionalismo” o “catalanismo” una forma de renovar espiritualmente a Cataluña y regenerar el catolicismo. En esta Lliga espiritual encontramos a los que luego serán los cuadros de mando de la Lliga Regionalista: Cambó, Prat de la Riba, Callís Verdaguer, Bofill i Mates, … También es importante la aparición del semanario “La Veu de Montserrat”, dirigido por Mn. Collell. Desde esta revista se dará a conocer el catalanismo eclesiástico. Paradójicamente, siendo una revista católica, Collell dejaba escribir a todo tipo de liberales incluso anticlericales. Desde su origen, el catalanismo tuvo que convivir con esta constante contradicción: ser un movimiento de católicos que, para debilitar al tradicionalismo, colaboraban con cualquier tipo de catlanismo, incluso el anticlerical.

La Lliga Regionalista, entonces, se puede decir que fuera un partido católico o una herencia del carlismo?

No. La Lliga Regionalista era un partido al que votaban católicos por miedo a republicanos, y que sus líderes provenían de diversos ambientes. Cambó provenía de una familia clásicamente liberal-conservadora de los de Cánovas; o Prat de la Riba de una familia de tradición Liberal-progresista de los de Sagasta. La Lliga surge por dos motivos. Por un lado, el primer catalanismo era hiper minoritario. Tras la pérdida de Cuba y Filipinas, la burguesía catalana tuvo que buscar nuevos mecanismo de presión sobre los gobiernos de Madrid. Encontró en el catalanismo un discurso para legitimar su acción lobista. Sin el dinero de la burguesía catalana, el catalanismo político un hubiera pasado de ser unos pequeños centros culturales en constante peleas internas.  En segundo lugar, la Lliga encuentra su espacio político sólo cuando el Partido Conservador de Cánovas se hunde estrepitosamente en Cataluña, debido a los altísimo niveles de corrupción y nepotismo. El hundimiento del turnismo en Cataluña permitió la consolidación de un catalanismo político (conservador) y un republicanismo de izquierdas, anticlerical y españolista. Por eso muchos católicos acabaron votando a la Lliga.

¿Qué otros aspectos toca en su obra?

Muchos más. Es un libro en el que se recogen los movimientos psicológicos que llevaron a muchos personajes a convertirse al catalanismo o a renegar de él. Es una época de convulsiones espirituales y políticas. Podemos encontrar sacerdotes anticatalanistas e integristas que acaban siendo masones y anticlericales; ministros de justicia y gracia liberales, que promovían obispos catalanistas para consolidar la restauración borbónica; sublevaciones en casi todos los seminarios de las diócesis catalanas, donde los seminaristas mayoritariamente tradicionalistas, se enfrentaban abiertamente a los obispos catalanistas; también se recoge la construcción de los grandes mitos del catalanismo, casi todo de corte religioso: Montserrat, Ripoll, la Renaixença, los Juegos florales.

Por último, ¿se puede decir que el catalanismo representó un sentir del pueblo catalán?

En absoluto. Todos los catalanistas eran conscientes de que representaban unas ideas minoritarias y que tenían que “evangelizar” con ellas a Cataluña, pues los escasos primeros catalanistas -aunque vinieran algunos de poblaciones interiores- todos se hicieron catalanistas en Barcelona. El primer catalanismo admiraba esa Barcelona que crecía espectacularmente bella y modernista. Las alabanzas a la gran ciudad son constantes en sus textos y el campo o el mundo rural se ve como un terreno todavía atrasado y dominado por el carlismo, al que hay que “redimir”. El el fondo el catalanismo no dejaba de ser una doctrina moderna, liberal y romántica a la vez, bajo forma de pseudo tradicionalismo que engañó a muchos católicos y que acabó debilitando el carlismo y consolidando el Régimen de la restauración.

Pues no nos queda más que recomendar la lectura de “Los orígenes del catalanismo”, para comprender esos momentos cruciales para la historia de España.

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