El 12 de octubre es la fiesta nacional de España. Casi todas las naciones tienen una fiesta nacional, que habitualmente se refiera a una fecha conmemorativa, o bien del origen de esta nación (día de la independencia en EEUU) o bien a su origen como nación moderna (toma de la Bastilla en Francia). El caso de España es distinto: no celebramos el origen de la nación histórica, pues el 12 de octubre de 1492 España ya existía. No celebramos la entrada de España en la llamada nación moderna, pues ello nos llevaría a 1812 con la primera constitución. El 12 de octubre celebramos el nacimiento de un imperio, el Imperio Hispánico.
Celebramos el 12 de octubre porque somos hispanistas. El hispanismo no es nacionalismo español. El nacionalismo español siempre ha sido contrario a la gran empresa imperial, desde la revuelta protonacionalista de los comuneros, hasta el nacionalismo del siglo XIX, de raíz liberal, que consideraba que la empresa americana y la implicación en las guerras religiosas de Europa había sido un error, que nos había empobrecido y nos había desviado de nuestros intereses “nacionales”.
La nación histórica española, que nace con los Reyes Católicos, lo hace ya con voluntad de Imperio, y lo hace mucho antes que la mayoría de las naciones europeas, que surgen al calor del liberalismo y del nacionalismo romántico. Este Imperio Hispánico se enfrenta a la Modernidad naciente, en forma de protestantismo, y combate durante todo el siglo XVI y XVII hasta su derrota y agotamiento. La paz de Westfalia marca la derrota de los proyectos hispánicos y el nacimiento de la Europa moderna. Muchos españoles acaban creyendo que el futuro de España es renegar de sus ideales y adaptarse a esta modernidad. La frase del joven Ortega y Gasset “España es le problema, Europa la solución” refleja perfectamente este estado de ánimo.
El Hispanismo no dice que España no sea Europa. España estuvo presente en Europa, luchando por otro modelo, por una Modernidad alternativa. El Hispanismo lo que rechaza es esta Europa posmoderna, fruto de la descomposición de la Europa moderna, después de dos guerras mundiales (producto de la fragmentación y de los nacionalismos). El Hispanismo rechaza esta Europa de la UE, que se niega a si misma, que apuesta por su propia destrucción con su crisis demográfica, la inmigración masiva y la “multiculturalidad”. Esta UE sierva de los intereses de EEUU, que ahora nos quiere llevar a la guerra contra Rusia, como salida desesperada a su crisis económica, social, política y existencial. El enemigo de la autentica Europa no es Rusia, es la UE, no es Putin, es Van der Leyen.
Ante esta situación aquellos valores hispánicos, debidamente actualizados, pueden volver a ponerse sobre la mesa. La Europa de la Modernidad tuvo, indudablemente sus cosas buenas, pero trajo dos guerras mundiales, y después de la segunda, la sumisión de media Europa a los EEUU y la otra media a la URSS. La Europa de la Posmodernidad, la de la UE, es un lodazal, con sus doctrinas de la cancelación, sus “delitos de odio”, sus doctrinas “woke”, su inmigracionismo y su histeria climática. Su influencia en el mundo es, afortunadamente, cada vez menor.
En el mundo multipolar que se está construyendo, y en el que la UE pinta cada vez menos, el Hispanismo, la reivindicación de aquellos valores por los que España luchó, tiene una oportunidad. Aunque para ello, el primer paso sería librarnos de este régimen nefasto, el Régimen del 78.
Por todo ello celebramos el 12 de octubre.