Onlyhugs o la mercantilización del cariño

Onlyhugs o la mercantilización del cariño. Axel Seib

Sostienen algunos que no hay cosa peor que quien de todo hace mofa. Supongo que debería sentirme ofendido. Pero hay cosas mucho peores. Por ejemplo, las sociedades e individuos que de todo hacen negocio.

Que alguien sea capaz de reírse de todo, por serio o dramático que sea, es una potente cualidad si se sabe emplear.  Pero quien pretende hacer negocio de lo más abyecto e inmoral mientras imposta aires de solemnidad, es siempre muy mal síntoma. Y en esas, se me apareció recientemente un oficio en auge llamado «cuddler». Le mantienen el nombre en inglés precisamente para intentar fingir una solemnidad que no tiene. Podríamos hablar de «mimosones», «arrumaqueros» o, evocando a otro oficio muy antiguo, «miminetrices»

Vaya, una persona que se dedica a ofrecer cariño a cambio de dinero.

Pero no quisiera transmitir mi sesgo a la presentación del tema, así que transcribiré la respuesta de Grok ante qué son los «cuddlers» y su presencia en nuestro continente:

«Existe un oficio conocido como «cuddlers» o «cuddler profesional», que consiste en proporcionar mimos, abrazos y contacto físico platónico a cambio de dinero. Este servicio se enfoca en ofrecer consuelo emocional, reducir la soledad y promover el bienestar a través del tacto no sexual, similar a una terapia de contacto. Plataformas como Cuddlist y Cuddle Comfort facilitan estos servicios, donde los cuddlers suelen cobrar entre 30 y 300 dólares por hora, dependiendo del lugar y la duración. Los clientes buscan esto para combatir la depresión, la soledad o simplemente para disfrutar de un contacto humano sin compromisos románticos.

 En Europa, este oficio tiene una presencia notable y creciente. Existen directorios y empresas dedicadas, como Cuddle Companions, que lista cuddlers profesionales en varios países europeos.

En el Reino Unido, organizaciones como UK Cuddle Professionals ofrecen cursos de certificación y un directorio de terapeutas de tacto, mientras que servicios como Harmony Cuddles en Chester proporcionan sesiones de cuddle therapy.

En Países Bajos y Alemania, LekkerCuddles opera en ciudades como Ámsterdam y Berlín, ofreciendo experiencias personalizadas de intimidad platónica.

Londres cuenta con cuddlers a través de Cuddle Comfort, con tarifas alrededor de 60 libras por hora. La primera agencia profesional de cuddling en Europa, BeCuddled, se lanzó en 2016, dirigida a profesionales estresados como políticos y ejecutivos.

 Además, redes como Cuddle Professionals International, con base en Europa, capacitan y acreditan a cuddlers a nivel global.

 En cuanto a su evolución y crecimiento, la industria surgió alrededor de 2003-2004 en Nueva York, impulsada por emprendedores como Reid Mihalko, quien organizó eventos de cuddling grupal.

 Inicialmente, era un nicho, pero ha crecido rápidamente debido a factores como el aumento de la soledad, el retraso en las relaciones íntimas y la epidemia de aislamiento post-pandemia.

 En 2016-2017, se expandió con más plataformas y cobertura mediática, convirtiéndose en una industria en auge.

 La pandemia de COVID-19 causó una pausa temporal, pero generó un rebote significativo en 2021-2022, con un aumento en la demanda por tacto humano, posicionando a los cuddlers como «héroes» en la lucha contra la soledad.

 Para 2024-2025, se reporta un crecimiento continuo, impulsado por la «epidemia de soledad» reconocida globalmente, con expansiones en servicios grupales y terapéuticos.

 La industria responde a la oferta y demanda, con más profesionales capacitados y una presencia mediática cada vez mayor.»

Para empezar, la propia IA seguramente peca del sesgo que obtiene porque las fuentes consultadas son las de las propias empresas que se dedican a tal memez. Y digo memez porque hablar de «contacto físico platónico a cambio de dinero» es de estar seriamente dañado. Que el amor platónico conlleve una conexión profunda, emocional e intelectual, ajena a la atracción sexual, dudo que haga de la comercialización de contacto físico y fingir implicación emocional algo muy platónico. Suena a otra actividad bastante más antigua y conocida por todos. Y dicha actividad es cualquier cosa, menos platónica. Pero a pesar de que la idea de que los «cuddlers» son un tipo concreto de prostitución nos invade a todos mientras leemos esas líneas, no hay ninguna mención explícita a tan obvia relación. De hecho, se intenta desligar completamente. Del mismo modo que la industria pornográfica no quiere asumir su relación con la misma actividad. ¿Por qué? Porque pagar  y cobrar por sexo frente a cámaras convierte a una actividad en otra muy diferente. O eso quieren creer algunos. Así que cobrar por caricias, abrazos y aparentar una conexión emocional con otra persona, tampoco lo debe ser.

De hecho, se habla de «terapia de contacto» para tratar de dicha actividad. Juego al que podemos jugar todos, porque en el bonito arte de los eufemismos, podríamos llamar fácilmente a la prostitución «coitoterapia» sin ninguna clase de problema. Es contacto físico, se busca un alivio sin tener una relación romántica y es una transacción comercial. No sé por qué hace años no se comenzó a tratar a las plañideras de “terapeutas lacrimales póstumas”, habrían tenido más caché.

¿Duro? Quizás. Especialmente porque hay empresas que se muestran orgullosas de tal actividad y lo venden como un progreso o como una mera cuestión de mercado. Ambas opciones, repugnantes. Es más, si se navega un poco y se busca más información, hay hordas de psicólogos tratando a tal actividad de ejemplar y necesaria para tratar la soledad y la depresión. En línea con esa afirmación de la IA sobre que los «cuddlers» son héroes. Algo gracioso porque asumiendo tal afirmación, podríamos pensar que muchos clubs de carretera son poco menos que las Termópilas.

Que un psicólogo apoye tal mercantilización del contacto humano, aunque lógico, porque también cobra por «ayudar», deja bastante que desear. Si como es el caso, es evidente que esta actividad aparece porque nuestras sociedades están en decadencia y la depresión, la soledad y la incapacidad de construir relaciones sanas y duraderas, quizás sería más deseable buscar la forma de resolver el problema real y no poner un parche para que haya gente que pueda ganarse la vida dando abrazos a gente que necesita bastante más. Hemos llegado al punto tan grotesco de que nos están queriendo cobrar hasta por la palmadita en la espalda.

Es cierto que este sector del “cariño profesional” no es el problema de fondo. No es más que una consecuencia lamentable de hacer del problema, negocio. Algo muy habitual en mentes mercantilistas que se toman el “una crisis, una oportunidad” al pie de la letra. Así que venden caricias por horas a personas solitarias y deprimidas. Gran favor a la humanidad. Pero el problema permanece ahí. Porque 31el problema es la epidemia de soledad, depresión e incapacidad de construir y sostener relaciones que no se basen en una concepción comercial. Sean los “mimosones”, pagar por material cuestionable de la vecina o, incluso, por esa obsesión posmoderna de ser carne fija de sillón de psicólogo que nada arregla, pero soluciona otras vidas.

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