La creación de una nueva autoridad

La creación de una nueva autoridad. José Ramírez del Río

La crisis sufrida por la autoridad en las sociedades postmodernas ha sido estudiada en muchas ocasiones, desde Baudrillac hasta Moisés Naím, desde Zigmun Bauman y su sociedad líquida hasta cualquier estudio acerca de las formas híbridas de guerra, es evidente que el hundimiento de la consideración misma de autoridad ha causado un problema de difícil solución a las sociedades occidentales. No nos estamos refiriendo a un problema de legitimidad política, de saber quién puede y quién no puede ejercer la autoridad, que es algo que hasta cierto punto ha sido también cuestionado por la dialéctica política de los últimos treinta años. Un gobierno de tipo liberal conservador nunca se podría atrever a realizar una reconversión industrial o una reforma laboral, incluso en España la tan cacareada reforma de Rajoy vino precedida de varias efectuadas por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Es algo mucho más básico, referente al ejercicio mismo de la autoridad, que se ve debilitado, e incluso imposibilitado. 

Christian Salmon señaló hasta qué punto la autoridad del presidente francés había cambiado de naturaleza, para no pesar apenas en el mundo de la economía o de la industria y estar más centrada en el mundo de los medios, donde inevitablemente tenía fecha de caducidad…otros estudiosos han señalado hasta qué punto un Papa ya no tiene el poder que tenía en el pasado. Un presidente de EEUU puede ser privado de sus cuentas en redes sociales como cualquier otra persona sin poder evitarlo…de poder decidir el curso del mundo a no poder controlar ni tu cuenta de Twitter…sí, es obvio que la autoridad no es lo que era.   

Los procedimientos de creación de autoridad en las sociedades humanas han sido estudiados de manera sólida por la Antropología, y resulta curioso hasta qué punto varios de ellos son atacados de manera frontal por el reparto de riqueza de manera generalizada por parte del Estado. Cuando se estudia el proceso del potlach, que ha sido analizado en sociedades muy primitivas, el ofrecimiento de riqueza a los miembros de la sociedad, o la destrucción de riqueza en un banquete sacrificial, son claves en la creación de autoridad. En estos procesos incluso se determina quién podrá ofrecer el siguiente potlach para crear la casa del jefe…el intercambio de riqueza ha jugado un papel muy importante en la creación de autoridad política en sociedades primitivas. 

La sensación que produce el comportamiento de ciertas élites políticas, económicas… es que a través del absoluto descaro, del privilegio ejercido sin empacho, de manera pública, de situarse por encima de las leyes comunes…buscan la creación de una forma de autoridad nueva, que remita a establecer clases diferentes de seres humanos de una manera semejante a lo que sucedía antes de la creación de referentes políticos, religiosos y culturales, que debían ser seguidos por todos. Si el padre Suárez señalaba que ni el propio rey podía mantener comportamientos tiránicos sin verse privado de su autoridad de origen divino, si las obras literarias del siglo de Oro mostraban a una comunidad de súbditos que establecían limites a la autoridad que intentaba imponérseles, en Fuente OvejunaEl Alcalde de Zalamea…si la revolución americana establecía una igualdad radical de todos los ciudadanos ante la ley…e iban jalonando una marcha hacia lo que hoy concebimos como una democracia, vivimos una época en que el descaro de las clases dirigentes no es mera impudicia. Los medios de comunicación, unidos a una élite plutocrática que se ha aliado con la Socialdemocracia imperante los últimos cuarenta años en toda Europa, han erosionado el concepto mismo de autoridad, y ahora están intentando reconstruirlo, pero no sobre la aceptación de un marco común que genere una legitimidad superior a la que ha sido casi eliminada, sino a través del ejercicio del privilegio. 

El privilegio, el hecho de que una persona pueda ejecutar acciones o disfrutar de ventajas que otras no, ha dejado de ser una mera torpeza, una falta de discreción a la hora de hacer algo que se juzga inadecuado pero que se puede hacer, por la mayor fuerza económica o política del que lo hace, a ser una marca, una distinción que abre la puerta a la recuperación de las divisiones abolidas con el Antiguo Régimen. Y como parte de este programa de demolición de las sociedades democráticas, de creación de una autoridad ejercida en nombre de una nueva religión con sus propios mandatos y no de una delegación de la voluntad nacional o popular, asistimos a unos espectáculos que no podemos analizar con los instrumentos intelectuales del pasado. Analizar estos comportamientos como los de los líderes políticos del pasado está condenado al fracaso, estamos ante un nuevo paradigma.     

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