Acercándonos al final de un camino

Acercándonos al final de un camino. Santiago Mondejar

Tomando como base la afirmación de Descartes[1]de que los animales son meros autómatas, carentes de razón, cognición y sentimientos, podemos trazar una analogía con la situación del mundo, en la que impera una suerte de mercado-máquina, moralmente ciega, cuyo funcionamiento se ha convertido en un fin en sí mismo. Esto es algo que ya anticipó Mahatma Gandhi, en su crítica al modelo imperial británico, al que negaba su condición de civilización al acusarlo de querer convertir al mundo entero en un vasto mercado para sus mercancías.   

Más interesante aún, si cabe, es su caracterización del capitalismo anglosajón como un proceso de expansión puramente mecánico que acabaría por destruir a sus creadores al replicarse mundialmente para propagarse, haciendo buena aquel reproche de Jean Baudrillard[2]de que la racionalidad de la producción ha degenerado en la racionalidad del consumo, en la que no hay mayor propósito que fabricar y comprar mercancías, confirmando la tesis de Marx de que cuando la producción crea un objeto para el sujeto, crea asimismo un sujeto para el objeto (en una economía “de partida” y “de llegada”, según la expresión de Alain de Benoist[3]). Este argumento, que fue más tarde refinado por Horkheimer y Adorno[4]a propósito de la industria cultural vista como pura extensión de la producción, al mercantilizar la fabricación y consumo del ocio, ha adquirido carta de naturaleza en nuestros tiempos digitales, como es palmario en el “Manifiesto del Virtualismo”, promovido por el político portugués y globalista profesional Bruno Maçaes[5]en 2021.

Las premisas fundamentales de Maçaes son que “el fracaso de todos los intentos de transformar el mundo, la humanidad ha decidido dejar atrás el mundo real y construir nuevos mundos virtuales para satisfacer sus deseos”, que“la realidad se ha vaciado de contenido y subsiste solo como una forma vacía para ser llenada de contenido ficticio”, que dicha realidad, “ha reemplazado a la tiranía o la interferencia como el principal mal político”, y  que “el poder político es la creación de un mundo virtual, incluidas las reglas que dictan las acciones y los resultados dentro de cada uno de estos mundos”; de lo que se colige que “una vez que se ha abolido el mundo real, nada es ineludible, por lo que la coerción estatal es incompatible con el virtualismo”, y se concluye que “la política exterior toma la forma de construcción mundial, el esfuerzo por crear un mundo artificial donde los diferentes actores y sus múltiples perspectivas se pueden unir”.

Pasamos así a travestir el significado original de virtual -lo que apunta a la virtud- para reducir la sociedad a un mero simulacro de copias sin original, en las que se simulan las relaciones humanas en un tiempo monetizable que ha dejado de tener espacio (Fredric Jameson[6]) en el que, parafraseando a Hölderlin[7], la realidad efectiva y lo posible han dejado de distinguirse como conciencia inmediata y mediata. Las únicas ratiosen este totum revolutum son que todo está en venta, y que el interés de una individualidad abstracta predomina sobre el de la sociedad tangible, hasta el punto de que la soberanía política se reduce a un atomismo particularista; inorgánico, con base en esa razón instrumental de la que Donoso Cortés[8]criticó“ser aun tiempo deísmo, panteísmo, humanismo, maniqueísmo, fatalismo, escepticismo y ateísmo”.

Es en este nuevo teatro del mundo -donde susactores vagan como sombras por un teatro que está inmerso en otros teatros, sin preocuparse por hallar autor ni finalidad- en el que la intuición fundamental de Ghandi antes mencionada cobra todo su sentido moral. Al igual que Hesiodo, o más recientemente Arnold Toynbee[9], e incluso Lev Gumilev[10], la mitología hindú concibe la historia como ciclo, siendo la primera fase,  Kṛta Yuga, aquella en la cual el dharma (el orden moral del mundo) alcanza un equilibrio perfecto, mientras que en la última, Kali Yuga, el dharma existe en un estado de desequilibrio, dando lugar a una situación en la que, según recoge el Visnú-purana[11]“la propiedad confiere rango, la riqueza se convierte en la única fuente de virtud, la falsedad en fuente de éxito en la vida, el sexo en el único medio de goce y el atavío externo se confunde con la religión interior”.  

Oswald Spengler[12]usó una retórica análoga al filo de la Primera Guerra Mundial, achacando el declive de nuestra civilización a la molicie, al hedonismo, y al falso sentido de la superioridad moral del éxito económico que dimana del calvinismo; semilla de sociedades en las que con la hoja de parra de la predestinación,  se fetichiza a quienes antaño habrían sido ricos por ser poderosos, y ahora son poderosos por ser ricos. En un sentido semejante, aunque más transcendental, se pronunciaron  León XIII primero, y Pio XI después en sus respectivas cartas encíclicas Rerum Novarum[13]y Quadragesimo Anno[14], textos ambos asombrosamente vigentes. 

De este estado de cosas, cuyo cinismo ético ha quedado expuesto a raíz de la guerra en Ucrania, brota el problema fundamental de la emancipación; de la lucha por escapar del campo de fuerza del panóptico que nos impide pensar por nosotros mismos, y nos convierte en simples objetos de un predicado que no puede ser sujeto. El reto, entonces, estriba no solo en rechazar ser asimilados por la banal cultura de la utilidad, y negarse a trocar la soberanía del pueblo por los derechos subjetivos, sino, principalmente, en desarrollar una  profunda consciencia de la situación actual. Tenemos dos alternativas:  o bienpensar críticamente, corriendo el riesgo de alejarnos de la sociedad actual para construir lo político, o abrazar la era de Kṛta Yuga, dejando de pensar, a riesgo de alejarnos cada vez más de la realidad. 


[1]Descartes, R. (1995), Principios de la filosofía, Madrid: Alianza Editorial.

[2]Baudrillard, J. (1987) Cultura y simulacro, Barcelona: Editorial Kairos. 

[3]Benoist, A. (2010), Mas alla de la derecha y de la izquierda, Madrid: Ediciones Altera.

[4]Adorno, Horkheimer. (2016) Dialectica De La Ilustración, Madrid: Ediciones Trotta.

[5]Maçaes, B. (2021) https://brunomacaes.substack.com/p/launching-the-manifesto-of-virtualism?s=r

[6]Jameson, F. (2017), La lógica cultural del capitalismo avanzado, Madrid: La Marca Editora.

[7]Hölderlin, F. (1976), Ensayos, Madrid: Editorial Ayuso.

[8]Donoso Cortes, J. (2022) Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo, Madrid:  Editorial Verbum.

[9]Toynbee, A. (1970) Estudio de la historia. Madrid: Alianza Editorial. 

[10]Gumilev, L. (1993) Ethnogenesis and the Biosphere. Moscú, Michelle and Co.

[11]Anónimo. (1986) Visnú Purana, Madrid: Miraguano Ediciones.                  

[12]Spengler, O. (2014) La decadencia de Occidente, Madrid: Austral 

[13]https://www.vatican.va/content/leo-xiii/es/encyclicals/documents/hf_l-xiii_enc_15051891_rerum-novarum.html

[14]https://www.vatican.va/content/pius-xi/es/encyclicals/documents/hf_p-xi_enc_19310515_quadragesimo-anno.pdf

Top