Artículos de este autor: Aitor Vaz

La añoranza como fuerza vital. Aitor Vaz

La añoranza como fuerza vital

La añoranza como fuerza vital

A modo de disculpa preventiva, tengo que decir que, como muchos otros, puedo sentir el aparente consuelo que nos da la memoria de momentos mejores. A cualquier escala, de la más íntima a la mayor. Todos podemos sentir esa necesidad de recordar momentos en que la existencia fue mejor. Es humano. Y nuestra memoria, además de experiencia, está llena de recuerdos sin aparente utilidad práctica, pero que constituyen el núcleo duro de nuestra vida. Por ello la nostalgia no es extraña, forma parte de nosotros.

Nosotros y nuestros maestros. Aitor Vaz

Nosotros y nuestros maestros

Realmente admiro y respeto la tarea del profesor. Y, lo repito, creo haber tenido una enorme fortuna al encontrarme con profesores que eran la viva imagen de héroes cotidianos con tiza. Les agradezco a todos, pero hoy especialmente a uno, el haberme dado algunas de las herramientas que más aprecio. Es más, a veces me gusta pensar que profesores como ellos no nos dieron herramientas o conocimientos, nos pasaron el testigo de nuestra cultura para que la podamos utilizar y le demos nueva vida.

A vueltas con el amor. Aitor Vaz

A vueltas con el amor

No podemos reducir lo de «engendrar en la belleza» como la procreación humana porque reduciría el amor a un simple imperativo biológico que poco o nada tiene que ver con el sentido orteguiano. Y el amor, aunque muy ceñido a la relación entre hombre y mujer en los ensayos de Ortega, es algo mucho más amplio y que puede unir cosas, en apariencia tan dispares, como el amor a la mujer, a los hijos, a la patria o la música.

Carpe diem contra el hedonismo. Aitor Vaz

Carpe diem contra el hedonismo

El concepto «aprovecha el momento» contiene la idea implícita de lo efímero de la oportunidad puntual. Presenta la vida como meras oportunidades que se presentan y deben aprovecharse. Peligroso conceptos que reduce la vida a tomar provecho de sucesos efímeros. De tal forma que, pareciera, el sujeto es meramente residual y su única labor es la de tomar aquello que se le presenta de forma externa a él.

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