Es Navidad, ese momento del año en el que la familia y los amigos se reúnen para celebrar el nacimiento de Cristo. Sin embargo, especialmente en Occidente, los días festivos, las comidas copiosas y la vorágine consumista han terminado por difuminar el verdadero significado de la Navidad, que ha pasado a convertirse, en la práctica, en una celebración genérica de la vida, del bienestar o de la mera convivencia social. Pero toda celebración auténtica debería ser siempre la consecuencia externa de una alegría profunda y concreta, provocada por un acontecimiento preciso. Y en el caso de la Navidad, ese acontecimiento no es otro que la llegada al mundo de una vida muy particular, nacida en Belén hace más de dos mil años: Jesucristo.