II concurso de relatos: 06-06-2022

Publicamos un noveno trabajo perteneciente al II concurso de relatos “Una carta a un hijo” organizado por la escritora y farmacéutica, Esperanza Ruiz Adsuar, en colaboración con Posmodernia y las Bodegas Matsu perteneciente a la Denominación de Origen Toro. Dicho concurso durará hasta el próximo 31 de octubre de 2020. Bases para la participación en el concurso

Título: 06-06-2022

Pseudónimo: Fénix Granda


6 de Junio de 2022

Querida Morena: (porque así te llamarías de haber cuajado aquel amor de 1986 con aquella exótica québécoise); pero ella, como yo, estaba buscando, y como se le daba mejor encontrar, te libraste de un nombre extraño.

En realidad, mis veleidades paternales sólo aparecían cuando era consciente de que el bocado era mayor de lo que podía tragar, y era capaz de participar en deseos ajenos, con tal de retener lo que no creía merecer; todo prometer para meter y todo pedir para dejar introducir, eran las palancas que movían los registros civiles de entonces, y yo iba con la marea. 

Entreví en cada romance fulminante tu sonrisa de diablillo, tus medias lenguas, velar tu sueño; refrescar tu frente febril a besos e iluminarme con tus ojos puros; enseñarte el mundo como un cicerone roussoniano y ser el padre de la Casa de la pradera; pero intuía la pesadilla de verte como una hadita envejecida con nubarrones de amargura en la mirada y las comisuras sujetas a la ley de gravedad. 

Ser bipolar te hace consciente de que debes ser cauteloso con los posibles legados; en el subidón, quieres participar de la fiesta atolondrada de la especie y tanto te apuntas a la felicidad como a los hijos o las hipotecas. Luego, en primavera u otoño, borras con el codo lo que escribiste pedo de vida y entusiasmos. Abominas de prolongar en otros las sombras pegajosas, de transferir el infortunio y las ansias, no sólo de morir, como decía Pessoa, sino las más improbables de no haber existido. Un día te sientes hermoso, poderoso, y en un suspiro, te encuentras agonizante y arrastrándote a dormir como vía de escape; por eso, Lucía, ibas y venías en mis proyectos vitales, algo así como un Guadiana del linaje.

Alérgico a las responsabilidades a largo plazo por saber que en cada equinoccio no habría de estar en condiciones de afrontarlas, ni ser apto para la entrega sin reservas ni la perseverancia, te pasaste muchos años en el dique seco; un poco por eso, y otro poco porque hay ensueños que son como el tango, para el que hacen falta dos. 

No sé si por no estar muy puesto en el mundo, o no leer los cotilleos, fuiste Martina, cuando me enamoré de una tenista checa y me dejé enredar por devaneos de amoríos ilusorios, a falta de otros más palpables; y es que las hormonas, cuando aún están en forma, te imponen fantasías a falta de pan.

La mayoría de los hombres aspiran a tener un hijo que herede su imperio o le resarza de todas las frustraciones o lo que consideran traspiés a sus ambiciones; sueñan con su Messi o su Bill gates para demostrar que tenían madera de héroe, pero les faltó pericia en la ejecución, o mejor dicho, lo tuvieron todo en contra, y así no hay quien pueda. 

Con el mejor valedor, y en segunda instancia, a través de su pupilo, el mundo sabrá quién es uno. Nunca fue mi caso.

 Siempre te quise niña, porque el universo masculino que conocí, me parecía muy tosco, y en mi desconocimiento del misterioso olimpo femenino, me parecía más juicioso optar por el plan B; en aquellos tiempos, sólo había dos sexos.

Decidí finalmente que te llamaría Clara, estremecido por la historia de: La muerte de Omar Muharib; siempre fui muy sensible a las historias tristes de los endemoniados, porque en el fondo, me veía en ellas. 

El amor de aquel pobre diablo por su hija era tan conmovedor que quise darle una oportunidad de redención al personaje; romper un maleficio aunque fuera de ficción para poner orden en la cosmogonía del dolor interminable de no acertar nunca.

Claro, quiero que sepas que siempre aceptaré lo que decidas, en esto y en todo; te quiero sin condiciones. En el fondo me alegra saber que tenemos algo más en común.

 Sólo deseo que la operación no implique riesgos y Julieta y tú seáis felices.
Pierre

                                                                                                          

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