II concurso de relatos: Amigo divino

II concurso de relatos: Amigo divino

Publicamos el trigésimo segundo trabajo perteneciente al II concurso de relatos “Una carta a un hijo” organizado por la escritora y farmacéutica, Esperanza Ruiz Adsuar, en colaboración con Posmodernia y las Bodegas Matsu perteneciente a la Denominación de Origen Toro. La participación en dicho concurso terminó el pasado 31 de octubre de 2020. Bases para la participación en el concurso

Título: Amigo divino

Pseudónimo: El buey mudo


A mi querido y futuro hijo: 

 Jaime, quiero que sepas que estás en mi corazón y en mi pensamiento mientras escribo, antes incluso de concebirte. Hay tantas cosas que me gustaría contarte… Voy a empezar por tu nombre. Te llamas así, por tu abuelo, mi padre, que hace ya más de un año nos dejó para ir directo a conquistar el Cielo…  Aquí, en la Tierra, ya era muy conocido… Seguramente, desde allí, ha contribuido a que tú llegaras. Él sabía, aún antes que yo, que quería formar una familia, ser madre. He disfrutado mucho de ser tía de nueve preciosos sobrinos, en cuyo nacimiento y vida he estado muy presente desde el principio. Un anticipo sin duda, ha sido una especie de pretemporada para así poder estar en forma para cuando tú llegaras. Así se abre paso la vida, poco a poco, de manera natural, a pesar del miedo o de las circunstancias. A pesar de uno mismo, de todo y de todos.

Quería decirte que abras bien los ojos a todo lo que de bello, bueno, justo  y verdadero hay en el mundo, para ser capaz de ver que hay vida detrás de sus valles, ríos, mares y montañas y entre las personas que lo habitan. No te quedes en la superficie del terreno pudiendo llegar a la sima, atrévete también a ascender a la cumbre, pero ve siempre bien acompañado. Abre tu corazón y tu ser a la trascendencia.

 Me gustaría compartir contigo una gran verdad. Dios nos pone a cada uno de nosotros un ángel,  la criatura más poderosa que existe, una suerte de superhéroe, o más que eso, porque no solo es invisible, sino que es superior a todo ser visible. Te lo puso porque te quiere, para acompañarte y protegerte; su fiesta es el 2 de octubre y  la hemos celebrado recientemente. Son seres espirituales, no corporales, creer en ellos es una verdad de fe. No podemos conocerlos a través de los sentidos, pero podemos verlos con los ojos del alma.

Son criaturas personales, hay una para cada uno…Por ser también espirituales, tienen inteligencia y voluntad, y se puede conversar con ellos y pedirle cosas… Trátale con respeto y cariño, como a un amigo, ponle un nombre, háblale, pídele ayuda y te hará pequeños favores en el día a día… Así notarás su presencia.

Son los llamados ángeles de la guarda, abreviadamente custodios… Estos guardianes son enviados para ayudar a los hombres, bueno a todos nosotros, sin herir sensibilidades… (pronto te percatarás de que hoy en día hay que ser inclusivo más que conclusivo).  Puedes decirle: ayúdame a despertarme por la mañana, a hacer los deberes, a encontrar buenos amigos, a tender la mano, a construir puentes de entendimiento entre personas, a hacer el bien, etcétera. Es un amigo, lo que yo llamo un amigo del alma, alguien que te conduce al amigo divino, a Dios, de cuya naturaleza participa.

 Sería algo así como tu guardaespaldas, en él delegaré siempre, más cuando no pueda estar contigo. A ver si me ayuda a mí a ponerte límites y a no sobreprotegerte. Me ha costado tanto tenerte…

Aunque ni papá ni yo estemos cerca, no tengas miedo, el Evangelio advierte: “cuidado con despreciar a uno de estos pequeños porque sus ángeles están viendo desde el Cielo la cara de mi Padre”… A ver quién se atreve a meterse contigo. 

En el libro de Daniel, se les describe como “un hombre vestido de lino, siendo su rostro un relámpago, sus ojos como antorcha de fuego, sus brazos y piernas como el fulgor del bronce bruñido y el son de sus palabras como el ruido de una multitud”… Un pasaje del Éxodo añade “voy a enviarte un ángel por delante para que te cuide en el camino y te lleve al lugar que te he preparado, hazle caso”. El libro de Isaías recoge la figura de un ángel que purifica sus labios (con un poco de suerte, puede que eso te anime a expresarte con propiedad, y a no decir cosas desagradables ni palabrotas…). En el Salmo 91, dice: “no temerás el espanto nocturno ni la flecha que  vuela de día (…) ni la epidemia que devasta a medio día, no se acercará la desgracia ni la plaga llegará a tu tienda porque a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en sus caminos”. 

Es un gran consuelo saber que estamos bajo el ala de un espíritu celestial, que no nos abandona ni siquiera cuando damos a Dios de lado. ¡Qué dulce verdad para el alma! ¿Quién tiene miedo cuando se tiene consigo un guerrero tan honorable? Fiel compañero, nunca te dejará. Adquiere la buena costumbre de acudir a él. Divina compañía que nos guía, nos protege y consuela como haría un hermano o un amigo, especialmente en nuestras horas más bajas.

Has de saber, mi pequeño, que esta tierna criatura ofrece a Dios todas las buenas obras que realizas. Cuando te parezca que estás solo y abandonado, no olvides a este amigo invisible, siempre presto a escucharte y  consolarte. Recuerda a menudo que está a tu lado. Contémplalo, dale las gracias, ya que es delicado y sensible. Admira la pureza de su vista, pues todo lo ven con la sabiduría divina, asomándose desde la mente de Dios al balcón del mundo (debe ser inmenso, más grande que el de Nerja…, que ya te enseñaremos).

Hazme caso, invoca con frecuencia a tan formidable compañero, pronuncia la hermosa plegaria que me enseñaron de niña: “cuatro esquinitas tiene mi cama y cuatro angelitos me la guardan y me dicen duerme, reposa, no tengas miedo de ninguna cosa”.

 Eres más especial para mí que mi primer sobrino, José Manuel, juntos, todos vosotros, me habéis embarcado en un viaje para toda la vida. Como decía Gracián: “en ti (en cada uno)  me hallo retratado más que en los mudos cristales de una fuente”.

 Que tu ángel te acompañe,

 Tu madre que te quiere.

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