La expansión de la OTAN contra Rusia

La expansión de la OTAN contra Rusia. Daniel López Rodríguez

Geopolíticamente son completamente comprensibles los recelos y el temor de Rusia a cualquier avance de la OTAN hacia el Este, esto es, hacia sus fronteras. Ya con la adhesión de Grecia y Turquía en 1952 y sobre todo con la adhesión de la RFA en 1955 la URSS reaccionó fundando en el mismo año el Pacto de Varsovia. 

Tras la desmembración del Imperio Soviético y la caída de los regímenes comunistas de los países que conformaban su cinturón de protección, la OTAN dejó de ser -leemos en la página web oficial de la Alianza- una «organización estática cuya mera existencia bastaba para disuadir a la Unión Soviética» para transformarse en «una organización más dinámica y receptiva», como la que se mostró inmediatamente  en guerra de Yugoslavia, y después en Afganistán, Irak, Libia y Siria. Y atención a lo que se dice: «El Concepto que siguió en 1999, declaró que desde el final de la Guerra Fría, el mundo se había enfrentado a “nuevos y complejos riesgos para la paz y la seguridad euroatlántica, que incluyen opresión, conflicto étnico, dificultades económicas, el colapso del orden político, y la proliferación de armas de destrucción masiva”. Estas palabras pronto resultarían proféticas» (https://www.nato.int/cps/en/natohq/declassified_139339.htm). 

Hoy todo el mundo sabe, hasta les consta a los señores de la OTAN, que lo de las armas de destrucción masiva que supuestamente poseía Saddam Hussein fue una enorme patraña que sirvió como pretexto para invadir Irak (una labor que los años han revelado como desastrosa para los iraquíes y beneficiosa para los bolsillos de algunos empresarios, políticos y demás patulea putrefacta y corrupta, sobre todo aquellos personajes vinculados al complejo militar-industrial, cuya actividad económica depende de la expansión y de las operaciones militares de la OTAN o de Estados Unidos en solitario). De modo que dichas palabras en absoluto resultaron ser proféticas, más bien sirvieron para ir preparando el escenario.

También se dicen patrañas respecto a la guerra de Libia de 2011, «donde la OTAN desempeñó un papel crucial para ayudar a proteger a los civiles bajo el ataque de su propio gobierno, según lo dispuesto por las Naciones Unidas». Lo que se hizo contra la Libia de Gadafi, posiblemente el país más próspero de toda África, fue un atropello ignominioso. Ahora Libia es un país inestable, y desde luego un fracaso como Estado; y no por culpa de Gadafi sino de la Alianza, porque «El nivel de violencia utilizado por las fuerzas de seguridad libias contra los manifestantes a favor de la democracia fue tal que la comunidad internacional acordó tomar medidas colectivas» (https://www.nato.int/cps/en/natohq/declassified_139339.htm). «La comunidad internacional soy yo», les faltó decir. 

En su discurso del 24 de febrero de 2022 a causa de la puesta en marcha de la «operación militar especial», Putin llegaría a decir: «Por cierto, los políticos, los analistas políticos y los periodistas estadounidenses ellos mismos ‎escriben y dicen que en estos últimos años un verdadero “Imperio de la Mentira” se ha creado ‎en Estados Unidos. Es difícil no estar de acuerdo con eso. Eso es cierto. Pero, digámoslo, ‎a pesar de ello Estados Unidos sigue siendo un gran país, una potencia en la base de un sistema» (https://www.voltairenet.org/article215867.html).  

A la invasión de Afganistán, que ha sido hasta la fecha el único caso en que se ha aplicado el artículo 5 («Las partes acuerdan que un ataque armado contra una o más de ellas, que tenga lugar en Europa o en América del Norte, será considerado como un ataque dirigido contra todas ella»), se llamó Operación Libertad Duradera. Tras 20 años de guerra y retirada ridícula de los Aliados (se retiró Estados Unidos e inmediatamente lo hicieron los vasallos), el verdadero nombre, ya que -como decía Hegel- la verdad es el resultado, debería ser Operación Guerra Duradera.

En la Cumbre de Washington de 1999, solamente dos años antes de la caída de las Torres Gemelas y de la invasión de Afganistán, se contempló la posibilidad de llevar a cabo «operaciones de respuesta a las crisis no previstas en el artículo 5, fuera del territorio de la alianza» (https://www.voltairenet.org/article215832.html). 

La OTAN reconoce que no es una organización exclusivamente defensiva, sino que tiene cierta «flexibilidad» que «le ha permitido adaptarse a los diferentes requisitos de diferentes épocas. En la década de 1950, la Alianza era una organización puramente defensiva. En la década de 1960, la OTAN se convirtió en un instrumento político para la distensión. En la década de 1990, la Alianza fue una herramienta para la estabilización de Europa del Este y Asia Central a través de la incorporación de nuevos socios y Aliados. En la primera mitad del siglo XXI, la OTAN se enfrenta a un número cada vez mayor de nuevas amenazas. Como piedra angular de la paz y la libertad transatlánticas [en rigor de la paz americana, estadounidense], la OTAN debe estar preparada para hacer frente a estos desafíos» (https://www.nato.int/cps/en/natohq/declassified_139339.htm). Es decir, también es una organización ofensiva como lo ha mostrado en diversos lugares. 

Y continúa diciendo: «Según va cambiando la naturaleza de las amenazas, también deben cambiar los métodos para la preservación de la paz. La OTAN está reorientando sus capacidades de defensa para adecuarse a las amenazas actuales. Está adaptando sus fuerzas y desarrollando planteamientos multinacionales para hacer frente al terrorismo, los Estados en desintegración y otras amenazas contra la seguridad como la que representan las armas de destrucción masiva». 

Una vez que la OTAN destruyó Yugoslavia empezaría a expandirse por el Este en el mismo año de 1999 con la incorporación de tres países que pertenecieron al Pacto de Varsovia: Polonia, República Checa y Hungría. En 2004 se expande a tres Estados que habían sido repúblicas socialistas soviéticas (Estonia, Letonia y Lituania), tres que habían pertenecido al Pacto de Varsovia (Eslovaquia, Rumanía y Bulgaria) y uno que era parte de un Estado comunista como Yugoslavia (Eslovenia). En 2009 se incorporan Croacia (que también fue parte de Yugoslavia) y Albania (que también fue un Estado comunista pero incluido en el Pacto de Varsovia). En 2017 se incorpora Montenegro (también parte de Yugoslavia) y en 2020 Macedonia del Norte (que también perteneció a Yugoslavia). 

A su vez, Bosnia y Herzegovina (ex Yugoslavia), Georgia y Ucrania (ex repúblicas soviéticas) son candidatos a entrar en la Alianza. En 2022 han anunciado su aspiración a unirse a la Alianza Suecia y Finlandia, que -según ha dicho el secretario general de la Alianza, el noruego Jen Stoltenberg- podrían encontrarse formas para que fuesen aceptadas rápidamente (véase https://www.elmundo.es/internacional/2022/04/11/6253d9f7e4d4d84b108b4574.html).   

La OTAN pasa de 16 Estados a 30 en 20 años de posguerra fría (lo que ha hecho que se haya incubado una nueva guerra fría), siendo todas las incorporaciones países ex comunistas, plantándose así en la frontera de Rusia, lo que significa instalar bases estadounidenses en el Mar Negro como las de Constanza y de Bugas (de Rumanía y Bulgaria respectivamente).

En su discurso del 24 de febrero de 2022 Putin dejó muy claro que «el acondicionamiento ‎militar de los territorios adyacentes a nuestras fronteras -si lo permitimos- continuará por ‎décadas, quizás incluso por siempre, y será una amenaza cada vez más grande y totalmente ‎inaceptable para Rusia. Ya en este momento, mientras que la OTAN se extiende hacia el este, la situación de nuestro ‎país se agrava y se hace cada año más peligrosa. Además, en estos últimos días, los dirigentes ‎de la OTAN han hablado explícitamente de la necesidad de acelerar, de forzar la infraestructura de ‎la alianza hasta las fronteras de Rusia. En otros términos, están reforzando su posición. ‎No podemos limitarnos a sólo ver lo que está sucediendo. Eso sería completamente ‎irresponsable de nuestra parte. La continuación de la expansión de la infraestructura de la Alianza del Atlántico Norte y el ‎acondicionamiento militar del territorio de Ucrania son inaceptables para nosotros. El problema, ‎por supuesto, no es la organización de la OTAN en sí -esta es sólo un instrumento de la política ‎exterior estadounidense. ‎El problema es que en los territorios adyacentes al nuestro -y quiero resaltarlo, nuestros ‎territorios históricos- se está creando una “anti-Rusia” enemiga, bajo un control exterior total, ‎que es intensivamente colonizada por las fuerzas armadas de los países de la OTAN y nutrida ‎hasta reventar con el armamento más moderno… ‎Rusia no puede sentirse segura, no puede desarrollarse, no puede existir con una amenaza ‎constante emanada de la actual Ucrania… nuestros planes no incluyen la ocupación de territorios ucranianos. Nosotros ‎no tenemos intenciones de imponer nada a nadie por la fuerza… [Estados Unidos y la OTAN] han tomado a Ucrania como ‎rehén y tratan de utilizarla contra nuestro país y contra su pueblo» (https://www.voltairenet.org/article215867.html).

Putin insistiría en que la expansión de la OTAN «acerca cada vez más su infraestructura militar a la frontera rusa». Esa es la clave del conflicto: «No podemos quedarnos ociosos y observar pasivamente estos desarrollos. Esto sería algo absolutamente irresponsable de hacer por nosotros… Para Estados Unidos y sus aliados, es una política de contención de Rusia, con obvios dividendos geopolíticos. Para nuestro país es una cuestión de vida o muerte, una cuestión de nuestro futuro histórico como nación. Esto no es una exageración; Esto es un hecho. No es solo una amenaza muy real para nuestros intereses, sino también para la existencia misma de nuestro estado y su soberanía. Es la línea roja de la que hemos hablado en numerosas ocasiones. Lo han cruzado… Rusia no puede sentirse segura, desarrollarse y existir mientras enfrenta una amenaza permanente del territorio de la actual Ucrania» (https://www.eldiestro.es/2022/03/transcripcion-del-discurso-completo-pronunciado-por-putin-el-jueves-tres-de-marzo/). 

En resumen: para Rusia contener esta expansión es «una cuestión de vida o muerte», la cuestión de su porvenir «como nación»; de modo que «esto no es una exageración», y por tanto se trata de una «línea roja» y no de una locura psicológica o ideológica de un individuo llamado Vladimir Vladimirovich Putin sino un problema geopolítico real.  

Y para que la OTAN se mantenga y continúe su ampliación rusófoba ha de ser a costa de los contribuyentes de los países miembros, es decir, a costa de que se aprieten el cinturón a través de recortes sociales. Aunque es cierto que Estados Unidos ha contribuido al mayor gasto de la Alianza y con suma diferencia.  

21 de los 27 miembros de la Unión Europea pertenecen a la OTAN, con lo cual no hay que identificar ambas instituciones (una centrada más en lo económico y la otra en lo militar). Pero hay que reconocer que la ampliación de la OTAN ha facilitado la ampliación de la UE, y también que la economía es siempre economía-política, y lo político es imposible sin lo militar. Luego, ¿acaso la expansión de la OTAN no ha abierto el camino a la expansión de la Unión Europea? Así lo reconocía Jens Stoltenberg el 19 de febrero de 2022 en la Conferencia de Seguridad celebrada en Múnich: «La ampliación de la OTAN en estas últimas décadas ha sido un gran éxito y ha abierto además ‎el camino a la ampliación de la Unión Europea» (https://www.voltairenet.org/article215832.html). Para Alemania, desde luego, la expansión de la OTAN ha significado la expansión de la UE hacia el Este. 

El 11 de abril de este bélico 2022 decía el ministro de Exteriores ruso Sergei Lavrov: «Nuestra operación militar especial [en Ucrania] tiene como objetivo, entre otros, poner fin a la expansión desenfrenada y al curso imprudente de la dominación total de EEUU y, bajo esto, del resto de los países occidentales en la palestra internacional»(https://t.me/EmbajadaRusaEs/266?fbclid=IwAR2gUJn1mYZsyKRbWjsIC8gm5OVonO_CkFXfDZxdhESEagYikHJo-uR74zg). 

En Foreign Affairs, en un artículo del 27 de enero de 2022 firmado por la ex oficial de inteligencia nacional de Estados Unidos para Rusia y Eurasia Angela Stent, se habla de la «Doctrina Putin»: «El elemento central de esta doctrina es lograr que Occidente trate a Rusia como si fuera la Unión Soviética, un poder a ser respetado y temido, con derechos especiales en su vecindad y voz en todos los asuntos internacionales serios. La doctrina sostiene que solo unos pocos estados deben tener este tipo de autoridad, junto con la soberanía completa, y que otros deben ceder a sus deseos. Implica defender los regímenes autoritarios en ejercicio y socavar las democracias. Y la doctrina está unida por el objetivo general de Putin: revertir las consecuencias del colapso soviético» (https://www.foreignaffairs.com/articles/ukraine/2022-01-27/putin-doctrine). 

No hay que olvidar que Putin puso en alerta hasta en dos ocasiones las fuerzas nucleares estratégicas de Rusia, y el 2 de marzo Serguei Lavrov advirtió que una guerra contra la OTAN sería nuclear. Tal vez esto sea un farol de Rusia para dividir a la OTAN y así deje de armar a Ucrania. En Foreign Affairshablan del «farol nuclear de Putin» (https://www.foreignaffairs.com/articles/ukraine/2022-03-11/putins-nuclear-bluff). Nosotros podríamos hablar de la Doctrina OTAN, que no consiste en otra cosa que cercar a Rusia (y esto no es precisamente un farol). 

Con todo, en la web de la OTAN tienen el cinismo de decir que la OTAN no va contra Rusia: «La OTAN no es una amenaza para Rusia y no busca la confrontación con Rusia. Las acciones de la Alianza son defensivas y una respuesta a la agresión de Rusia. Así que no hay razón para que Rusia aumente la preparación de sus fuerzas nucleares. Cualquier uso de armas nucleares cambiará fundamentalmente la naturaleza del conflicto» (https://www.nato.int/cps/en/natohq/topics_192648.htm). 

En próximos artículos mostraremos con documentos de la propia Alianza que ésta no es exclusivamente defensiva; aunque ahí tenemos los casos de Serbia (1999) y Libia (2011), donde la organización atlantista fue descaradamente ofensiva.  

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