La imposible estupidez de construir una Europa contra Rusia

La imposible estupidez de construir una Europa contra Rusia. Jasiel Paris

Ha llegado Trump y la guerra interpuesta en Ucrania contra Rusia le interesa mucho menos que la guerra económica contra China. Las leyes de la geopolítica dicen que confrontar a Rusia desde Occidente empuja a Putin a los brazos de Xi Jinping, construyendo una alianza peligrosa para EEUU (alianza que está en el germen de los BRICS). Ya el siglo pasado se esforzó EEUU en romper el eje comunista de China + Unión Soviética. En aquel entonces EEUU terció a favor de una amistad con China para excluir a la URSS, hoy por el contrario el plan de EEUU parece ser entenderse con Rusia para debilitar a China.

 

Trump busca reabrir el diálogo con Rusia por Alta Geopolítica, por el Gran Juego, por el Tablero Mundial. Los europeos, que de eso nada entienden, deberían buscar normalizarse con los rusos por mera cuestión de supervivencia. Más nos valdría entendernos con nuestro gran vecino inmediato, por el bien de nuestra arquitectura de seguridad, de nuestro equilibrio económico, de nuestra preservación cultural y de nuestras capacidades energéticas. Pero, lejos de ello, los comisarios de la Unión Europea han decidido que Rusia será nuestro enemigo eterno. Parece ser que necesitamos de una amenaza exterior para unificarnos, porque no generan suficiente cohesión nuestros grandes logros internos: el cargador de móvil universal, los baños transgénero y los tapones de botella que no se separan.

 

Pero intentar construir Europa a la contra de Rusia es impensable: ¿qué consenso sobre la cuestión puede haber entre unos países mediterráneos que simpatizan con Ucrania pero sin ser anti-rusos, unos países orientales y nórdicos que son rusófobos a muerte y arrasarían desde Kaliningrado a Siberia mañana mismo si pudiesen, unos países europeos que son completamente neutrales y alérgicos al conflicto (como Austria o Irlanda) y unos países que son en mayor o menor medida pro-rusos (como Eslovaquia, Bulgaria o Hungría)?

 

En la Gran Geopolítica no pintan nada los europeos, divididos en no-sé-cuántos países que se han hecho entre ellos no-sé-cuántas guerras, con diferentes idiomas y diferentes espíritus, cada cual con sus neuras: unos queriendo gastar más, otros queriendo gastar menos, unos queriendo una Europa más integrada, otros salirse de la UE, unos queriendo industrializarse, otros descarbonizarse, unos cerrar centrales nucleares, otros adherirse al paraguas nuclear de la OTAN. Los europeos no están invitados a la mesa de los adultos, que sienta en Arabia Saudí a los yankis con los rusos. Así que, con rabieta, se juntan en una mini-mesa para celebrar una mini-cumbre y debaten qué hacer para dejar de ser irrelevantes. La conclusión a la que han llegado no la sé, porque es irrelevante.

 

Parece ser que los europeos quieren huir hacia delante como pollo sin cabeza. EEUU, iniciador estratégico y sostén de la guerra de Ucrania (con el doble objetivo de debilitar a Rusia y a Europa), ha dado la operación por amortizada y quiere pasar página. Pero los europeos son como aquel tonto: el camino se acaba y el tonto sigue. Se han creído la propaganda que EEUU les suministró a través de la OTAN: en Ucrania se libra una guerra universal por la democracia liberal y los Derechos Humanos, Zelensky es el nuevo Churchill y Putin el nuevo Hitler. Ahora EEUU desvela el cuento y los europeos se quedan como niños llorosos, intentando gritarle a sus padres que no pierdan la fe en los Reyes Magos. Lenin se preguntaba «¿libertad para qué?» y yo me pregunto «¿autonomía estratégica para qué?». ¿Para esto?

 

Ahora los europeos dicen que, aún sin EEUU, ellos solitos pueden continuar la guerra de Ucrania, ganarla quizás, o cuanto menos forzar a Rusia a ceder a las condiciones de paz de Ucrania. No estoy seguro de si lo dicen por no decepcionar a Zelensky, o por engañarse a sí mismos por algún tipo de delirio, o bien para engañarnos a usted y a mí para que con nuestros impuestos les dejemos comprar juguetes que disparan y explotan. En parte pretenden chinchar a Trump, cosa bastante difícil porque Trump no tiene ningún problema en que los europeos queramos sancionar a Rusia o financiar a Ucrania, siempre que lo hagamos todo con nuestro propio dinerito.

 

Hay algo pornográfico en la forma en que los europeos intentan desafiar a Trump. ¡Cumplamos el sueño húmedo de los yanquis de separar Europa y Rusia para fortalecer a Washington! ¡Reclamemos más OTAN! ¡Recaudemos más dinero para ofrecer a la OTAN! Que se joda Trump con su aislacionismo: ahora le vamos a poner más el culo, le vamos a exigir que nos domine más, además de ser putas vamos a poner la cama. Y a Ucrania, si Trump no quiere darle el ingreso a la OTAN, pues la metemos en la UE y, si hace falta, pagamos la reconstrucción del país y ponemos tropas de paz para garantizar que EEUU pueda llevarse tranquilamente de allí los recursos naturales.

 

De los europeos se decía que eran un gigante económico, un enano político y un gusano militar. Ahora quieren dejar de ser gusano y convertirse en gigante militar. Pero sin el presupuesto, sin soberanía, sin industria y sin motivación, los europeos se van a quedar siendo un gusano militar y además van a pasar a ser también un gusano económico y un gusano político. A la gusanera bruselense se la están comiendo los gusanos, apesta a cadáver institucional. Si EEUU está en visible decadencia, Europa está ya en avanzado estado de descomposición. Comparado con ella, miro al degenerado imperio americano de Trump y Musk (un octogenario naranja con el vocabulario de un niño y un asperger que lleva gorra en el Despacho Oval) y me parece estar viendo la Roma de la Dinastía Antonina.

 

A los habitantes del pudridero europeo nos han dicho Trump y Putin que no vamos a tener nada que decir, ni sobre lo de Ucrania ni sobre nada en absoluto. Quizás nos dejen pagar una parte de la factura. Somos los nuevos «mejicanos» de Trump, cuando en 2016 decía aquello de «voy a construir un muro contra México y lo pagarán los propios mexicanos». Ahora es «construiré en Ucrania una estructura de lavado de dinero, explotación de tierras raras y compraventas del complejo militar-industrial… y los europeos pagarán por ello». Sé que es duro para el pueblo español, siempre tan euro-optimista, «euroinómano» podríamos decir, pero la UE es a ojos del mundo un club decrépito al que ya nadie quiere pertenecer. Está bien que ellos se recuezan en su excremento, ahí en la mini-mesa, los protestantes anglo-germanos y los laicos franceses, pero ya no es un lugar serio para un país con el legado y el potencial de España.

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