Las relaciones entre China e India

Las relaciones entre China e India. Daniel López Rodríguez

Cuando hablamos de China e India nos referimos a los dos países, y con mucho de diferencia con respecto a los demás, más poblados del planeta. Y también de las economías más ascendentes; sobre todo China, cuyo crecimiento en este siglo XXI está siendo espectacular (o eso, al menos, hace aparentar). La economía china es cinco veces mayor que la india, pero desde que el primer ministro Nerendra Modi subió al poder en 2014 ha empleado la línea dura frente al Imperio del Centro, a quien define como su rival estratégico.

Ambos países comparten una frontera de 3.440 kilómetros. La India afirma que China ocupa 38.000 kilómetros cuadrados de su territorio, y China reclama la soberanía del llamado Tíbet del Sur: el Estado de Arunachal Pradesh. Asimismo, China ha financiado a varios grupos separatistas del noreste de la India, mientras que ésta lleva a cabo actividades militares y económicas en el Mar del Sur de China, que es el patio trasero del Imperio del Centro y cuya trepidante tensión hemos examinado brevemente en Posmodernia: https://posmodernia.com/el-mar-del-sur-de-china/.

El Himalaya, las montañas más altas del mundo, es lo que separa a estas dos grandes naciones, compartiendo frontera con Nepal y Bután, que funcionan como Estados tapón. Nepal intenta ser aliado de los dos gigantes asiáticos, lo que es de tener sumo tacto diplomático. Aunque en los últimos años China ha ido ganando influencia en Nepal.  

Estas altas montañas han impedido que ambas naciones no hayan llevado a cabo un conflicto armado de grandes proporciones, aunque también ha contribuido a ello el arsenal atómico que ambas potencias controlan. China es potencia nuclear desde 1958 y la India desde 1974, cuando hizo un ensayo con «fines pacíficos» (los de la paz india) al probar el dispositivo nuclear Smiling Buddha (Buda Sonriente). 

En el siglo I d. C. el budismo se exportó de la India a China. En el mismo siglo, cuenta la leyenda, Santo Tomás Apóstol viajó de la India a China para predicar la Buena Nueva. Por no hablar del «Cristo de Cachemira».

El 15 de agosto de 1947 India se independizó del Imperio Británico, pasando a ser una república democrática federal cuya constitución se puso en vigor el 26 de enero de 1950. 

El 1 de octubre de 1949 el Ejército Popular de Liberación de China, liderado por Mao Zedong, venció con la revolución comunista al Kuomintang de Chiang Kai-shek (que tuvo que refugiarse en la isla de Formosa). China no era una colonia de iure pero dejaría de serlo de facto, y así saldría de lo que ellos llaman «el siglo de las humillaciones» (1842-1949).     

Desde que China es un Estado oficialmente comunista las relaciones con la India se han tensado. Aunque en 1950, sólo un año después de la revolución y sólo tres años tras obtener su independencia, la India sería uno de los primeros países en romper las relaciones con Taiwán y reconocer a la República Popular China. 

El 1 de abril de 1950 se acordaron las relaciones diplomáticas. El 16 de mayo de 1952 se funda en Pekín la Asociación de Amistad Sino-India. En 1954 firmaron un acuerdo de ocho años sobre el budista Tíbet, en el que la India reconocía que la región era parte de China, que aceptaría los acuerdos comerciales ya existentes. Esto interesó a China.

 Pero indios y chinos no «son hermanos» y en marzo de 1959, cuando el gobierno tibetano en el exilio se refugia en Dharmsala y miles de tibetanos se refugian en el noreste de India, China acusaba a la India de expansionismo e imperialismo en el Tíbet y en todo el Himalaya. 

Tras el fallido levantamiento del Dalái Lama contra las ateas y materialistas autoridades chinas, el líder espiritual se refugió en la India. De ahí el recelo de China con la relación entre India y el Dalái Lama, aunque el Estado indio se ha negado a reconocer al gobierno tibetano en el exilio. 

Y aun así el Dalái Lama estuvo en la lista de invitados en la ceremonia de toma de posesión del presidente Narendra Modi en 2014. La acogida del Dalái Lama por parte de la India fue lo que hizo que las relaciones entre los dos países se crispasen, y desde entonces dejaron de ser amistosas.  

Entre los conflictos militares fronterizos destacamos tres momentos realmente tensos: en 1962, en 1967 y en 1987. 

En el conflicto fronterizo de 1962, o Guerra Sino-India, las tropas indias, mal equipadas y peor municionadas, recibieron una humillación. China sólo se conformó con un modesto avance fronterizo, lo que consideraba justo. Aunque se planteó la posibilidad de seguir avanzando. El conflicto estableció la Línea Actual de Control. 

El Partido Comunista de India sería acusado por las autoridades de ser un partido pro-chino. Muchos de sus líderes terminaron entre rejas.   

En 1967 hubo enfrentamientos en Natha La y Cho La, donde la India salió mejor parada. En 1987 el canciller indio Narayan Datt Tiwari y el primer ministro Rajv Gandhi fueron a Pekín y negociaron con las autoridades chinas una desescalada. 

A medida que chinos e indios empeoraban sus relaciones en las década de los 60, 70 (eran los tiempos del conflicto chino-soviético) y 80, China se iría acercando cada vez más a Pakistán (así como la India se aproximaba a la URSS). 

Aunque ya se enfrentaron en 1947, en 1965 India y Pakistán lucharon en la llamada «Segunda Guerra de Cachemira», en la que China respalda a Pakistán. China se ha negado a reconocer las fronteras con la India y Pakistán que se diseñaron durante el dominio británico. 

A finales de 1971 India y Pakistán volvieron a enfrentarse, y en dos semanas las tropas pakistanís tuvieron que rendirse. El resultado del conflicto, la paz que se impuso, fue la liberación del yugo pakistaní de Bangladés. Desde China se lanzaron condenas a la India, y de hecho sus representantes en la ONU (que precisamente entrarían en ese año en detrimento de Taiwán) denunciaron a la India señalándola como «herramienta del expansionismo soviético». 

Si Pakistán e India no han llegado a una guerra de grandes proporciones ha sido por el arsenal nuclear, pues si estalla un conflicto serio la destrucción sería mutua. 

Entre 1988 y 1993 China e India organizaron seis reuniones del Grupo de Trabajo Conjunto Indio-chino a fin de solucionar sus problemas fronterizos.   

Desde 2008 China es el mayor socio comercial de la India, y también se han acercado estratégica y militarmente (ahí está la fundación del BRICS). Y pese a todo aún se siguen dando confrontaciones fronterizas, como la de 2017 en la meseta de Doklam y las sangrientas y mortíferas escaramuzas de 2020.

En junio de 2017 270 soldados indios armados y con dos excavadoras fueron a Doklan con objeto de impedir que soldados chinos construyesen una carretera. China acusó a la India de intrusismo ilegal en su territorio, afirmando que aquello era un atropello a la soberanía china y a la carta de la ONU, pues las autoridades chinas pusieron sobre aviso a las indias de tal construcción. El enfrentamiento se prolongó durante 43 días. Finalmente chinos e indios llegaron a un acuerdo el 28 de agosto de ese año. Tras este incidente Xi Jinping y Modi se encontraron en dos cumbres, y allí hablarían de sus diferencias. 

El 10 de mayo de 2020 tropas chinas e indias chocaron en Natha La (Sikkim). Y también en Ladakh, en el Valle de Galwan, entre el 15 y el 16 de junio. El encontronazo acabó con 20 indios muertos y no se sabe cuántos chinos fallecieron (las autoridades chinas se negaron a decirlo). 

Hubo disparos con armas de fuego, cosa que no se hacía desde hacía décadas, porque las prohibían los acuerdos bilaterales entre ambos países. Hablamos de las primeras muertes desde hace cuatro décadas. El presidente Modi llegaría a decir que la sangre derramada por sus soldaos no sería en vano. 

Pero lo más surrealista de todo fue que hubo una lucha cuerpo a cuerpo y con piedras y palos en la que 76 uniformados indios salieron heridos. Este modo arcaico de luchar se debe a que en 1996 ambos países acordaron la prohibición de disparar armas de fuego en la Línea Actual de Control.

Como respuesta a las agresiones chinas, el gobierno indio prohibió 59 aplicaciones chinas de teléfonos móviles y ordenadores portátiles. Según una encuesta, el 43% de los indios no compran productos «Made in China» desde la confrontación de Galwan. Aunque China es el segundo socio comercial de la India.     

Tan importantes son las relaciones de China con la India como el acercamiento y alejamiento de ésta con Estados Unidos, cuya proximidad algunos medios chinos tachan más como simbólica que sustancial.

El secretario del Pentágono, Mark Esper, y el secretario de Estado, Mike Pompeo, visitaron la India a finales de octubre de 2020 para celebrar la tercera edición del diálogo ministerial en Nueva Delhi, conocido como 2+2 (los dos homólogos de Estados Unidos e India). La reunión tuvo como objetivo «fortalecer los lazos estratégicos frente a la creciente influencia china de la región» (https://economictimes.indiatimes.com/news/politics-and-nation/india-us-22-dialogue-us-secretary-of-state-mike-pompeo-defence-secretary-mark-esper-reach-india/videoshow/78870006.cms). 

Pompeo no ocultó que el objetivo de la Administración Trump, como lo está siendo el de la Administración Biden, consistiese en ayudar a la India, y solidarizarse con la misma frente a China. Pompeo viajaría después a Sri Lanka, las Maldivas, Indonesia y Vietnam para sumar más aliados a la causa americana contra China.

Finalmente el 27 de octubre de 2020 Estados Unidos y la India llegaron a un Acuerdo Básico de Intercambio y Cooperación (BECA), con objeto de contrarrestar el dominio chino en la región.

Ahora bien, así como Estados Unidos no puede consentir que China crezca en Asia oriental, tampoco puede dejar que mientras tanto la India lo haga en el sur de Asia. India, al mismo tiempo, coquetea con Estados Unidos, Australia y Japón (el enemigo secular de China y gran rival de ésta en la Segunda Guerra Mundial). Pero si está en el BRICS (que pese a Bolsonaro y Modi sigue en vigor) entonces también coquetea con la misma China y con Rusia.

Por eso hay que contar con la relación entre la India y Rusia (el 60% de las armas del ejército indio provienen de Rusia), que durante el conflicto chino-soviético fueron aliados contra China. 

Desde septiembre del 2000 India y Rusia tienen una conexión comercial por el corredor transporte internacional Norte-Sur, 7.200 kilómetros de rutas por carretera, ferrocarril y barco para el tránsito de mercancías, que pasa por Irán, Azerbaiyán, Armenia Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán, Ucrania, Bielorrusia, Omán y Siria, para llegar a Astracán al sur de Rusia en el Caspio, a Moscú y finalmente a San Petersburgo. 

Desde este modo la India se aproxima a los mercados europeos, pues cada punto del corredor va configurando un cinturón económico que hace que el comercio se extienda a las naciones circundantes. El corredor Norte-Sur es un 40% más rápido y un 30% más barato que las rutas marítimas tradicionales a través del Canal de Suez y el Mar Mediterráneo. Y la distancia entre Bombay y Moscú pasa de 16.000 kilómetros a poco más de 7.000. (Véase https://www.youtube.com/watch?v=Yzsqui2rhmQ&ab_channel=HistoriaGeopol%C3%ADtica).   

Esta cercanía de Moscú a Nueva Delhi los alejaba de Pekín. Pero resulta que China y Rusia tienen una alianza estratégica que para sobrevivir como superpotencias les es esencial (una alianza que desde luego va más allá del silenciado o no del todo cuajado BRICS). 

Los estrategas indios contemplan a China y Rusia como enemigos potenciales entre sí, al igual que lo piensa Henry Kissinger, que interpreta a Rusia como más cercana a Occidente que China, que en definitiva es el lejano oriente y sus habitantes son de raza amarilla (los eslavos al fin y al cabo son blancos). Pero la Administraciones de Obama y de Trump (si bien la primera estaba entregada al globalismo y la segunda era más bien antiglobalista, pero con globalistas infiltrados o impuestos en el gabinete) han hecho que China y Rusia se solidaricen contra el enemigo común norteamericano. 

El tercer mandato de Obama, la Administración Biden (hay que tener muy en cuenta que la vicepresidente Kamala Harris es descendiente de indios y tiene familia en la India), ha profundizado más en que dicha solidaridad se consolide, pues el presidente cometió la torpeza de llamar «asesino» a Vladimir Putin en una entrevista por televisión. Aunque después de eso ambos mandatarios mantuvieron una reunión bilateral de casi dos horas en Ginebra el 16 de junio de 2021; pero se trató de un frío deshielo en el que se reprocharon «sin hostilidad», según dijo el líder ruso, sus divergencias en derechos humanos (como si la geopolítica se basase en la ética o en el moralismo filisteo) y en ciberataques (donde la cosa ya es más seria y enrevesada).

De modo que el desde 2010 llamado Indo-Pacífico (nombre rechazado por China y reconocido por la ASEAN y por la ONU, no sin cierto escepticismo), con miras a hacer de la India una potencia en la zona (en vez de usar el más general Asia-Pacífico), se ha vuelto el centro de gravedad estratégica. China hará la que esté a su alcance para impedir que India militarice el archipiélago de Andaman y Nicobar, que darían a la India el centro del juego de poder, pues estas islas son el paso al estrecho de Malaca y a la bahía de Bengala, y esto podría bloquear el tráfico marítimo chino. De ahí que China tenga que reformular su estrategia a lo largo del océano Índico. 

Asimismo, no hay que olvidar que Indo-Pacífico o Asia-Pacífico es una zona que también está orillada por países musulmanes que van de África oriental a Indonesia, pasando por el Golfo Pérsico y Asia central.

Finalmente, la India ha sido mucho más afectada por el COVID-19 que China, aunque posiblemente ésta haya sufrido más consecuencias del virus de lo que aparenta.   

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