Los seres humanos estamos de enhorabuena

Los seres humanos estamos de enhorabuena. Jesús Cotta Lobato

Desde finales de junio, deja de ser un derecho en Estados Unidos matar al ser humano en el seno de la madre. A partir de ahora son los diferentes Estados de EEUU los que decidirán si permiten asesinar al no nacido y en qué casos. 

¿Y quiénes estamos de enhorabuena? Se me ocurren unos cuantos:

a) Quienes sabemos que un derecho no puede consistir en destruir algo noble y hermoso, sino en todo caso en conservarlo: no existe el derecho a matar pájaros porque picoteen mis árboles frutales o porque me despierten por la mañana, sino, en todo caso, el derecho a que nadie me robe la fruta.

b) Quienes, aunque consientan en matar al no nacido en ciertos supuestos, no lo consideran desde luego un derecho, sino, en todo caso, un horror, en ciertos casos, disculpable.

c) Quienes defendemos que el Estado debe poner límites a la voracidad de los supuestos propietarios de ciertos bienes que no pueden ser propiedad absoluta de nadie: igual que no tengo derecho a destruir a martillazos la Venus de Milo solo porque haya aparecido en mi huerta, no lo tengo para matar al nasciturus solo porque esté en mi cuerpo.

d) Quienes pensamos que el progreso humano consiste en que cada vez se pisotee menos la dignidad de los que no pueden defenderse de violaciones, mutilaciones, vejaciones, abusos, abortos, y demás infamias.

e) Los animalistas coherentes que, al contrario de lo que hacía Hitler, no solo defienden la vida de los demás animales, sino también la del animal humano, sobre todo cuando está más indefenso; igual que no se conforman con no ir a los toros, sino que los quieren prohibir, tampoco se conforman con no abortar, sino que quieren prohibir la matanza de seres humanos aún no nacidos.
f) Quienes, veneren o no a Cristo, sí veneren estas palabras suyas: “Ay de quien haga daño a uno de estos pequeñuelos”.

g) Quienes denunciamos que, igual que los esclavistas negaban la dignidad humana al esclavo para poder utilizarlo como una cosa, los abortistas niegan la dignidad humana al nasciturus para así justificar su asesinato.  

h) Quienes nunca entenderemos esa idea perversa que los niños son incapaces de entender: que el valor de los hijos depende de si son deseados o no.

i) Quienes consideramos que tener el hijo y darlo en adopción es un acto de generosidad y que el Estado debe poner todos los medios para ayudar a las embarazadas que quieran dar ese paso.

j) Quienes hemos comprobado que en la mayoría de los casos la mujer aborta arrastrada por el miedo, la pobreza, por la presión de la familia y, sobre todo, por la presión del hombre que la ha dejado embarazada y no quiere ningún compromiso con ella ni cargar con la responsabilidad de ser padre; quienes hemos conocido a muchas mujeres traumatizadas por haber matado a esa criatura que, en otras circunstancias, habría sido celebrada como lo más grandioso que les podía ocurrir.

Quienes, en fin, no somos lo bastante canallas como para defender que hagan a otros el mal que no nos hicieron: matarnos antes de nacer.

Los seres humanos que estamos aquí porque no fuimos abortados estamos, pues, de enhorabuena.

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