El Gobierno y el partido de “El Enterrador” nos tenían acostumbrados a multitud de experiencias religiosas unidas a la prevaricación, la corrupción, la falta de decisión política, el atraco a los ciudadanos con su presión fiscal, recortes sociales, falta de sentido de Estado, incompetencia intelectual generalizada entre sus acólitos… Sin embargo, el Ministro Montoro ha transgredido las líneas rojas de la desfachatez con sus declaraciones en la última entrevista concedida a el diario “El Mundo”.
De nada sirve su posterior matización; un Ministro ha vuelto a dejar patente que el Gobierno de España ha perdido el mínimo sentido de Estado, con unas declaraciones que no solo afectan al proceso judicial contra el independentismo catalán, sino que atentan contra la propia inteligencia de los ciudadanos. Su prepotencia en relación a las lecturas de gestión económica nos hacen pensar que, o no conoce la realidad del día a día de la pequeña y mediana empresa española, o que tiene la misión de sovietizarlas hasta que no puedan resistir más haciendo que el circuito de extorsión continúe de unas empresas a otras.
Otro tanto puede decirse se la creación de un auténtico Precariado entre los trabajadores españoles. La precariedad laboral por medio de la temporalidad, la parcialidad de la jornada de trabajo, la evolución negativa de las rentas salariales, el grave problema en la contratación y en el equilibrio entre salarios y cotizaciones, están provocando un descenso del nivel de bienestar y a largo plazo comprometiendo el crecimiento futuro.
Son muchas las voces de desesperación que podemos escuchar desde diversas asociaciones profesionales pidiendo auxilio para poder continuar con su actividad económica, creando empleo y dinamizando la economía de nuestro país. Sin embargo, la maquinaria recaudatoria mantiene tanto a los trabajadores como a las empresas en un colapso permanente con continuas inspecciones, sanciones y mecanismos recaudadores que se saltan resoluciones y jurisprudencia, y que obligan a los afectados a aperturar procedimientos de devoluciones tediciosos contra la administración pública.
Sentencias como esta, «Estamos viviendo el mejor momento económico de nuestra historia. Con tres años más por este camino nos pondríamos a la cabeza del mundo», nos dejan estupefactos después de los sacrificios económicos que están ofreciendo los españoles en estos últimos años.
La política económica del Gobierno cobra sentido cuando vemos a los bancos y las grandes corporaciones económicas dar año tras año beneficios en su cuentas de resultados, una política económica basada en los intereses de las multinacionales y en mantener la megaestrutura funcionarial de las distintas comunidades autónomas, del Estado e incluso de los propios ayuntamientos; una política económica que abandona a nuestros pensionistas bajo los criterios de una supuesta estabilización.
Los parámetros consensuados con la Unión Europea van a dos velocidades: la del establishment y la de los ciudadanos, dejando sin soberanía económica a los estados miembros para poder salir realmente de la crisis, puesto que las medidas de adecuación que habrían de establecerse van contra los propios intereses de la “élite”.
Existe un clamor por toda Europa que desde el europeísmo mas político, social y cultural reclama una revisión de nuestras estructuras comunes, de nuestros mecanismos de gestión y de nuestras instituciones para construir una Europa diferente, una Europa que mire por los intereses de los Estado-Nación y sus ciudadanos por encima de la mercantilización globalista. Una marea que tiene como objetivo lograr un proyecto europeo que respete la independencia de los Estados, su soberanía nacional y sirva a los intereses de los pueblos.
¿Cuándo será la hora de que esa resistencia ciudadana llegue a España?