Pensamiento Xi Jinping

Pensamiento Xi Jinping. Daniel López Rodríguez

Xi Jinping  (Fuping, Weinan; 15 de junio de 1953) asumía la presidencia del gobierno de la República Popular China en la XII Asamblea Popular Nacional en 2013, haciéndose también con el control total del Ejército Popular de Liberación más la presidencia de la Comisión Militar Central (cosa que Jiang Zemin no haría hasta dos años después de ceder el testigo a Hu Jintao). Xi quiere hacer a China grande otra vez, para que el Imperio del Centro se convierta en el centro del mundo. 

A finales de 2017 Xi Jinping consolidó su poder tanto en el Partido como en el Estado, acumulando mucho más poder que sus dos predecesores: el ya citado Jiang Zemin (que pertenece a una facción del PCCh opuesta a la de Xi) y Hu Jintao (cercano a Xi). Y se incluyó el denominado «pensamiento de Xi Jinping sobre el socialismo con características chinas para una nueva era» (https://www.dw.com/en/the-chinese-dream-and-xi-jinpings-power-politics/a-41941966).

The Economist, la revista de la poderosísima y multimillonaria familia Rothschild, calificó a Xi Jinping como «el hombre más poderoso del mundo»; añadiéndose que «tiene más influencia que Donald Trump», y por ello «el mundo debe estar cauteloso», porque «no hay que esperar que Xi cambie a China o al mundo, para mejor» (https://www.economist.com/leaders/2017/10/14/xi-jinping-has-more-clout-than-donald-trump-the-world-should-be-wary). Y el mismísimo Donald Trump, cuando visitó China en noviembre de 2017, elogió a Xi como un líder nacional fuerte.

El pensamiento Xi Jinping fue añadido el 24 de octubre de 2017 a la Constitución del Partido Comunista de China, que fue adoptada en el II Congreso del Partido entre 1922 y en el VII Congreso en 1945, donde el «pensamiento Mao Zedong» sería impuesto como «ideología rectora», y con la Constitución de 1992 pasaría a ser la ideología de Deng Xiaoping tras el XV Congreso de 1997. En 2012, en el XVIII Congreso, el pensamiento Deng Xiaoping, con Hu Jintao en el poder, fue reemplazado por la «concepción científica del desarrollo». De este modo Xi Jinping se situaba a la altura de Mao y Deng Xiaoping.

El XIX Congreso Nacional del Partido Comunista de China se celebró entre el 18 y el 24 de octubre de 2017 en el Gran Salón del Pueblo de Pekín. El día 18 Xi pronunció el informe de apertura donde daba las pautas de su pensamiento; pero sería después cuando el Comité Permanente del Buró Político fundó el «pensamiento sobre el socialismo con peculiaridades chinas de la nueva época», al que se le puso «pensamiento Xi Jinping» tras el informe de catorce puntos que presentó el mandatario chino. 

Según el informe oficial del PCCh, el pensamiento Xi Jinpinges la continuación del marxismo-leninismo, el pensamiento Mao Zedong, el pensamiento Deng Xiaoping, el pensamiento de la triple representatividad de Jiam Zemin y la concepción científica del desarrollo de Hu Jintao. Pero aquí más que defender la tesis de una armoniosa continuidad habría que tener en cuenta el contexto histórico de cada «pensamiento», pues cada momento traía nuevas situaciones que hacían inevitable reestructurar la forma de pensar (y de actuar). Aquí sería muy bien traída la máxima que rezapensar es pensar contra alguien o contra algo.

Como sus predecesores, Xi se basa en la cultura tradicional china y en el materialismo dialéctico, es decir, adaptar el marxismo a la sociedad china y guiarla hacia la modernización a través del fortalecimiento del Partido. Pero siempre teniendo en cuenta el contexto histórico y la naturaleza dialéctica del «pensamiento».

Xi tiene muy en cuenta que «no se puede juzgar en abstracto un sistema político, separándolo así de las condiciones sociales y políticas específicas y las tradiciones históricas y culturales, ni fijar un sistema político determinado como única modalidad viable, ni tampoco trasplantar mecánicamente las modalidades de los sistemas políticos extranjeros».

El marxismo, si bien no desaparece del todo y de algún modo impregna la ideología del sistema chino, queda desbordado por el pensamiento Xi Jinping, pero sobre todo por las «peculiaridades chinas», como ya se vio en tiempos de Mao y de Deng Xiaoping, e incluso de Jiam Zemin y Hu Jintao.

El informe pronunciado por Xi se titula «Por el logro del triunfo definitivo en la culminación de la construcción integral de una sociedad modestamente acomodada y por la conquista de la gran victoria del socialismo con peculiaridades chinas de la nueva época». 

El tema principal del XIX Congreso es: «conservar siempre las aspiraciones fundacionales del Partido y tener bien presente su misión; enarbolar la gran bandera del socialismo con peculiaridades chinas; lograr el triunfo definitivo en la culminación de la construcción integral de una sociedad modestamente acomodada y conquistar la gran victoria de dicho socialismo de la nueva época; y luchar incansablemente por materializar el sueño chino de la gran revitalización de la nación china». 

Los catorce puntos del pensamiento Xi Jinping son los siguientes:

  1. Garantizar el liderazgo del Partido Comunista de China sobre todas las formas de trabajo en China. [Esto es criticado por los enemigos de China como «Estado totalitario»].
  2. El Partido Comunista de China debe adoptar un enfoque centrado en el pueblo por el bien común.
  3. La continuación de la «consolidación integral de las reformas».
  4. Adoptar nuevas ideas de base científica para un «desarrollo innovador, coordinado, ecológico, abierto y compartido».
  5. Continuar el «socialismo de características chinas» con «el pueblo como dueño del país».
  6. Gobernar China como un Estado de Derecho [¿acaso no es todo Estado, por definición, un «Estado de derecho»?].
  7. «Practicar los valores centrales del socialismo», incluyendo el marxismo, el comunismo y el socialismo con características chinas.
  8. «Mejorar el nivel de vida y el bienestar de las personas es el objetivo principal del desarrollo».
  9. Respeto a la naturaleza con políticas de «ahorro energético y protección del medio ambiente» y «contribuir a la seguridad ecológica global».
  10.  Perseguir un enfoque global para la seguridad nacional [es decir, rivalizar con Estados Unidos por la hegemonía mundial, lo que obviamente le daría seguridad a China].
  11.  El Partido Comunista de China debe tener «un liderazgo absoluto» sobre el Ejército de Liberación Popular de China.
  12.  Promover el principio de «un país, dos sistemas» para Hong Kong y Macao y finalizar una futura «reunificación nacional completa» y seguir la política de Una China y el Consenso de 1992 respecto a Taiwán.
  13.  Establecer un destino común entre el pueblo chino y otros pueblos del mundo con un «entorno internacional pacífico».

14.  Mejorar la disciplina partidaria en el Partido Comunista de China.

¿Catorce puntos como los de Wilson? Algo dewilsonismo (es decir, de kantismo) hay en este pensamiento, sobre todo cuando se dicen cosas como «entorno internacional pacífico». Pero eso son bellas palabras que Xi Jinping, que no tiene ni un pelo de ingenuo, sabe muy bien que sólo las soporta el papel. O tal vez lo que está queriendo decir es que el entorno de China, en tanto Imperio del Centro, debe ser pacífico, esto es, debe estar plegado a los imperativos de la paz China, que no es una paz ética o evangélica (o más en rigor confunciana), sino una paz política (geopolítica) y militarmente implantada (si es que China consigue hacer un ejército que pueda competir con Estados Unidos). 

«Hemos propuesto estructurar una comunidad de destino de la humanidad y hemos impulsado el cambio del sistema de la gobernanza global. Nuestro país ha incrementado aún más su capacidad internacional de influir, inspirar y moldear, haciendo con ello nuevas e importantes contribuciones a la paz y el desarrollo mundiales… 

»La entrada del socialismo con peculiaridades chinas en una nueva época significa que la nación china, sometida mucho tiempo en la época moderna a multitud de penalidades, ha realizado un gran salto, de la puesta en pie, a una modesta prosperidad, y a una naciente fortaleza, y ha dado la bienvenida al advenimiento de brillantes perspectivas para su gran revitalización; significa que en la China del siglo XXI el socialismo científico rebosa de una potente vitalidad y vigor, manteniéndose en alto en el mundo la gran bandera del socialismo con peculiaridades chinas; y significa que el camino, la teoría, el sistema y la cultura del socialismo con peculiaridades chinas se han desarrollado ininterrumpidamente, lo que ha ensanchado el camino por el que los países en vías de desarrollo avanzan hacia la modernización, ha ofrecido una opción enteramente nueva a los países y naciones del mundo que desean tanto acelerar su desarrollo como mantener su propia independencia, y ha contribuido con la sabiduría china y el plan chino a la resolución de los problemas de la humanidad… 

»Después de la Guerra del Opio, nuestro país se sumió en un tenebroso estado de perturbaciones internas e invasiones del exterior, y el pueblo chino padeció grandes penalidades, como frecuentes guerras, la fragmentación y destrucción del territorio nacional, y el languidecimiento de la población en medio del hambre y la miseria [se está refiriendo al «Siglo de las Humillaciones», que va de 1842 (con el estallido de la Primera Guerra del Opio) a 1949 (con el triunfo de la revolución comunista)]. Resueltas a revitalizar nuestra nación, innumerables personas con elevados ideales y una voluntad indoblegable y tenaz avanzaron en sucesivas oleadas librando loables y conmovedoras luchas, y lo intentaron todo, a pesar de lo cual finalmente no pudieron cambiar la naturaleza social de la vieja China ni el triste destino de su pueblo… 

»Nuestro Partido era profundamente consciente de que la materialización de la gran revitalización de la nación china exigía derribar las tres grandes montañas que pesaban sobre el pueblo chino, el imperialismo, el feudalismo y el capitalismo burocrático, y hacer realidad la independencia nacional, la liberación popular, la reunificación del país y la estabilidad social. Nuestro Partido unió al pueblo y lo condujo hasta hallar el camino revolucionario correcto de utilizar las zonas rurales para cercar las ciudades y de conquistar el poder por la fuerza de las armas, combatió 28 años bañado en sangre, dio cima a la revolución de nueva democracia y en 1949 fundó la República Popular China, realizando nuestro país el gran salto de la milenaria política autocrática feudal a la democracia popular».

Tras el XIX Congreso decenas de universidades chinas establecieron institutos de estudio del «pensamiento Xi Jinping». También se publicó una colección de libros titulados The Governace of China en el que se profundiza en el pensamiento, que ya en 2014 se publicó el primer volumen.

Xi se congratulaba de que más de 60 millones de personas se han liberado de la pobreza, pasando el porcentaje de pobres del 10,2 al 4%. «Se ha establecido básicamente un sistema de seguridad social que cubre tanto a la población urbana como a la rural, el nivel de salud del pueblo y el de los servicios médico-sanitarios se han elevado en gran medida, y la construcción de viviendas de protección social se ha llevado adelante con pasos seguros. El sistema de la gobernanza social ha mejorado aún más, la situación social se ha mantenido estable en su conjunto y la seguridad nacional se ha fortalecido integralmente».  

Xi Jinping aseguró que se abría una «nueva era» para China, porque ésta «se está acercando cada día más al centro del mundo» (https://www.dw.com/en/what-is-chinas-world-order-for-the-21st-century/a-54368354).El objetivo de China, en palabras del Xi Jinping, es convertirse en un «país socialista moderno que sea próspero, fuerte, democrático, culturalmente avanzado y armónico» (citado por Jalife, Guerra multidimensional entre Estados Unidos y China, pág. 375). 

Esto será para 2049, cuando se cumplan cien años de la revolución comunista china. Son planes y programas de un Imperio, y no brindis al Sol o pura propaganda como el bochornoso Plan 2050 del gobierno de Pedro Sánchez y el defenestrado Iván Redondo (plan del que tras su presentación el 20 de mayo de 2021 no hemos vuelto oír hablar, tal vez por ser excesivamente vergonzante incluso para un gobierno que en estulticia se lleva la palma).

En 2017 Xi Jinping se presentó en el globalista Foro de Davos como el campeón del libre comercio y la cooperación global. Esto es, el libre comercio y la cooperación global que barre para China, que favorece al Imperio del Centro y que en consecuencia perjudica al proyecto de globalización anglosajona (que ahora está reestructurándose, si es que finalmente se rompe la OTAN en pos del AUKUS). 

Y esto lo decía el presidente chino en tiempos del «America First», cuando los globalistas no tenían a un presidente de los suyos sentado en el Despacho Oval, aunque seguían teniendo poder en el Establishment e incluso en la propia Administración Trump, como eran el rockefelleriano secretario de Estado Rex Tillerson (que dejaría el cargo el 31 de marzo de 2018 y sería sustituido por el sionista evangelista Mike Pompeo) o el Skull & Bones Steven Mnuchin (que estuvo 17 años al servicio de Goldman Sachs y fue secretario del Tesoro en los cuatro años de Trump). (Hemos hablado de la familia Rockefeller y de la logia Skull and Bones en nuestra conferencia en la Escuela de Filosofía de Oviedo titulada Nuevo Orden Mundial: https://www.youtube.com/watch?v=7wAtrf602j4&t=6553s&ab_channel=fgbuenotv).  

Pues bien, al «America First» se oponía el «China First», al menos como potencia hegemónica en Asia («Asia para los asiáticos», es decir, para los chinos); lo que no puede dejar de tener repercusiones en todo el globo, como es obvio (de ahí, ahora con la Administración Biden, la ofensiva del AUKUS en el interesadamente llamado «Indo-Pacífico» y no «Asia-Pacífico», que era el nombre que tenía antes). Por eso a mediados de 2017 Trump llamaría a China «Estado revisionista», al estar decidido a «desafiar el poder, la influencia y los intereses estadounidenses, intentando erosionar la seguridad y la prosperidad estadounidense» (https://www.dw.com/en/the-chinese-dream-and-xi-jinpings-power-politics/a-41941966). Es decir, revisionista de la pax americana. Como también se señala así a la remilitarizada Rusia.

Xi Jinping habla de adoptar «una actitud realista y práctica», pero insiste en persistir «en el materialismo dialéctico y el materialismo histórico» (si bien a todo esto casi siempre se le añade la coletilla «con particularidades chinas», y -decimos nosotros- con las particularidades que impone la Realpolitik de cada momento). 

El pensamiento Xi Jinping es «el fruto más reciente de la chinización del marxismo», más que la marxistización de China. Aunque el gran líder chino exclama: «Los ideales revolucionarios son más elevados que el cielo».

Desde una concepción plana o bidimensional del espacio antropológico, propio del materialismo dialéctico (arrastrando la herencia hegeliana), el líder chino sostiene que «El ser humano y la naturaleza forman una comunidad de vida, por lo que aquel debe respetar a esta, adaptarse a ella y protegerla. Solo observando las leyes de la naturaleza podrá el ser humano evitar efectivamente los zigzagueos en su explotación y aprovechamiento; si el ser humano daña a la naturaleza, tarde o temprano, él mismo resultará perjudicado. He aquí una ley inexorable». 

E insiste mucho en la cuestión ecológica: «Camaradas: la construcción de la civilización ecológica es una acción tan meritoria en el presente como beneficiosa para el futuro. Hemos de asumir firmemente la concepción socialista de la civilización ecológica y promover la formación de una nueva configuración de la modernización basada en el desarrollo armonioso del ser humano y la naturaleza, contribuyendo así con los esfuerzos de nuestra generación a la protección del entorno ecológico». Pero el imponente desarrollo industrial de China hace, al disponer de 1.400 millones de habitantes, que hablemos del país más contaminante del mundo (junto a la India).

Xi habla de «multipolarización mundial» y «globalización económica», es decir, dicho sea en nuestros términos, dialéctica de Estadosglobalización positiva. El presidente reconoce que «los vínculos y la interdependencia entre los países son cada vez más profundos; y en el plano internacional, la correlación entre las diversas fuerzas tiende a un mayor equilibrio, todo lo cual confiere un carácter irreversible a la tendencia general al desarrollo pacífico». 

Y con disimulo ataca al proyecto globalista de Estados Unidos, sosteniendo que China renuncia a un proyecto globalizador de hegemonía mundial: «China aplica con firmeza una política exterior independiente y de paz, respeta el derecho de los demás pueblos a elegir soberanamente su vía de desarrollo, defiende la equidad y la justicia internacionales, y se opone a que un país imponga su voluntad a otro, intervenga en sus asuntos internos y abuse de su condición de poderoso para atropellar a los débiles». 

Y añade: «China aboga por una concepción de la gobernanza global caracterizada por la deliberación en común, la construcción conjunta y el codisfrute; preconiza la democratización de las relaciones internacionales [¿¡!?]; persevera en la igualdad de todos los países, sean grandes o pequeños, fuertes o débiles, ricos o pobres; respalda a la ONU en su desempeño de un papel activo; y apoya la ampliación de la representación de los países en vías de desarrollo, así como su derecho a opinar sobre asuntos internacionales. China seguirá desplegando su papel de gran país responsable y participará con dinamismo en la reforma y la construcción del sistema de la gobernanza global, aportando incesantemente su propia sabiduría y fuerza». 

¿Qué rayos es eso de «la democratización de las relaciones internacionales» y «la igualdad de todos los países»? Por no preguntar por el «sistema de la gobernanza global». En muchos puntos el pensamiento de Xi Jinping tal vez no sea su pensamiento, es decir, es lo que dice pero no lo que piensa. Y tales pensamientos prudencialmente no revelados  son parte de los arcana imperii del gobierno chino. 

El 1 de julio de 2021 se celebraba en la Plaza de Tiananmen el centenario del Partido Comunista de China. Allí pronunció Xi unas palabras: «Nuestro éxito se debe a que el marxismo funciona. Tenemos que seguir por nuestro propio camino, esa es la conclusión histórica que el Partido alcanzó tras los desastres del siglo anterior… Esto significa que hemos logrado una resolución histórica al problema de la pobreza absoluta y ahora marchamos con paso seguro hacia el objetivo, correspondiente al segundo centenario, de convertir a China en un gran país socialista moderno en todos los sentidos».

Aunque no hay que dar a Marx por «perro muerto», no es de rigor sostener que el marxismo «con características chinas» (es decir, no universales) es el marxismo clásico; y ni siquiera se trata del marxismo-leninismo, ni tampoco del maoísmo; en todo caso es un marxismo muy reestructurado y redefinido. Un marxismo que el propio Marx no lo reconocería aun siendo su padre. Ni tampoco Mao, cuyo pensamiento ya distaba mucho de Marx. Aunque sí es cierto que China empezó su despegue con el Gran Timonel, porque la revolución de 1949 supuso la independencia del colonialismo de facto que sufría el otrora y ahora renovado Imperio del Centro, pese a los errores de Mao a lo largo de su mandato (fundamentalmente los del Gran Salto Adelante y en especial la delirante masacre de gorriones, aunque también tuvo sus aciertos y de hecho China avanzó).  

Ese sometimiento que sufrió China en el Siglo de las Humillaciones lo tienen muy en cuenta los chinos, de ahí que Xi diese una seria advertencia en el discurso del centenario del PCCh: «El pueblo chino nunca ha abusado de otros países; ni en el pasado, ni ahora, ni en el futuro. Del mismo modo, el pueblo chino nunca permitirá que fuerzas extranjeras abusen de nosotros. Quien albergue esas ilusiones se golpeará y derramará su sangre contra la Gran Muralla de acero formada por 1.400 millones de chinos». Estas palabras excitaron el ánimo de la multitud de 70.000 personas (https://www.abc.es/internacional/abci-jinping-celebra-avance-irreversible-china-centenario-partido-comunista-202107010530_noticia.html). 

Top