Pesetas

Aquella famosa canción de Silvio Rodríguez comenzaba diciendo «Siempre que se hace una historia se habla de un viejo, de un niño o de sí…” y cuando toca hablar de la actual Europa no hay más remedio que asumir la abundancia de lo primero y la extinción de lo segundo. Analizamos datos y vemos que ningún país de la Unión Europea alcanza la tasa mínima de reemplazo generacional y la edad media del primer parto supera los 29 años. España se encuentra “a la cola”, como de costumbre, en su comparación con el resto de países vecinos desde hace cuarenta años; los niños abortados rondan la cifra de 100.000 al año y según el foro Español de la Familia, “Entre 1988 y 2017 más de un millón de futuras mujeres y por tanto potenciales madres, fueron abortadas”. El núcleo familiar desaparece a pasos agigantados, “Nos dura más el coche que el matrimonio”. La natalidad ha pasado en las cuatro últimas décadas de situarse en una media de tres hijos por mujer española a uno. Directos hacia la extinción en un país que ya asimila ver con normalidad cómo, por cada matrimonio, se producen dos divorcios.

La Unión Europea ha perdido más de 23 millones de jóvenes en los últimos 35 años mientras los multitudinarios vástagos de aquella “terrible” época en que la familia media era numerosa llegan ahora a la jubilación. Por cada 433 personas menores de 15 años hay 4.766 mayores de 65. La conclusión es fácil; sin juventud, Europa morirá. Con mucho cuidado, porque tan sólo plantear opciones acerca de nuestra pertenencia a dicho engranaje supone aguantar berridos y pataletas infantiles de izquierda a derecha, me pregunto una y otra vez “Pero vamos a ver, ¿La Unión Europea no era el futuro?”.

Volviendo a una piel de toro felizmente integrada en el progreso que nos brinda esa bandera azul y amarillentamente estrellada; el suicidio ha pasado a ser, tras el aborto, la primera causa de muerte no natural en España: Duplica el número de muertos en accidentes de tráfico. El paro juvenil sube llegando al 46,7% y los españoles en el extranjero aumentan un 56,6% desde 2010 y un 6% en el último año. Vamos camino de tener 3.000.000 de compatriotas trabajando en el extranjero.

¡Menos mal que ya no estamos en crisis! “España permanece como el segundo país de la UE con más paro y el tercero en paro juvenil”, “Más de la mitad de los jóvenes españoles tiene un trabajo temporal”, “La desigualdad social crece en España: La crisis económica desmontó el ascensor social y la recuperación no lo ha restituido, según un informe de Oxfam Intermón”, “Crecen en España los hogares sin ningún ingreso y también el número de ultramillonarios”, “España es el tercer país de la Unión Europea con mayor tasa de pobreza infantil”, “Dos de cada tres desahuciados en España son por no poder pagar el alquiler: Hubo 11.547 desahucios en España durante el tercer trimestre de 2018. Los desalojos por impago del alquiler subieron un 7,9 % entre julio y septiembre: ya son quince meses consecutivos al alza”, “Los jóvenes españoles ya no pueden ni comprar ni alquilar vivienda: Los altos precios han cerrado las puertas del mercado inmobiliario a los menores de 30 años”. Y así hasta la extenuación.

Mientras, como si de verdad importase, nuestro pueblo anda pendiente de ver cómo se vapulean en directo mequetrefes de todo signo. A cámara lenta o rápida ambos traen de su mano la paulatina y pastelosa hecatombe que lleva en el horno medio siglo. Se venden como diferentes porque unos manosean la bandera nacional y otros no, pero coinciden en lo esencial; son siervos del mismo amo.

Dicho esto, la fuerza de la naturaleza siempre puede contra la ficción del mundo artificial que pretenden vendernos; el 73% de europeos o no votan o votan expresamente a partidos euroescépticos. ¡Ay de la Unión Europea y su euro!. Parece que la jugarreta se le va de las manos cuando, como en aquella portada del número 189 de “Hermano Lobo”, un burguesazo enchaquetado gritaba amenazantemente a sus interlocutores “¡¡O nosotros o el caos!!”, la respuesta del gentío fue unánime, “¡¡El caos, el caos!!”.

Este verano, en las fiestas costeras que circundan España, se impone un estribillo fresco y joven “Con euros no me camelas, no te hagas la europea. Yo solo pago en pesetas”. Con todos vosotros, “Novedades Carminha” la semana pasada en el festival gallego “Vive Nigrán”. Y es que, como nos dijo el Cardenal John Henry Newman, “Creen que añoran el pasado, pero en realidad su añoranza tiene que ver con el futuro”.

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