Título: Imperiofobia y Leyenda Negra. Roma, Rusia, Estados Unidos y el Imperio español
Autor: María Elvira Roca Barea
Editorial: Siruela, Madrid, 2017, 481 págs.
Comienza el libro de Roca Barea con contundencia, lo que va a ser una constante a lo largo de sus casi 500 páginas, y por ello comienza con toda una declaración de intenciones, digamos de tipo descripcionista: «Se procurará en lo que sigue no incurrir en resbaladizas disquisiciones morales sino dejar constancia de los hechos». (p. 15). Pero, como aclara la autora, esta «metodología» que pretende desarrollar en su ensayo no está motivada porque considere que los actos humanos deban estar libres de juicio moral, sino porque antes de realizar tales juicios es imprescindible, como en todo juicio, determinar antes cuáles son los hechos a juzgar. Algo tan básico como olvidado.
Y es que, además, si ya es difícil establecer en muchas ocasiones un juicio sobre los actos que realiza una persona, esto a escala histórico-política se complica enormemente. Se sale del tiesto incluso. Tal es la complejidad que si nos quedásemos en el juicio moral, algo constante en la gran mentira de la leyenda negra, nos quedamos muy cortos y la confusión sería no poca.
Es así que Roca Barea realiza en su trabajo una exhaustiva exposición y análisis de los hechos, términos, ideas y conceptos a lo largo de sus páginas. Empezando por la expresión misma de leyenda negra, rastreando sus orígenes históricos y etimológicos, y, claro está, sus usos políticos. E indicando cómo «nuestra» leyenda –tan asumida por todos que el mero sintagma leyenda negra ya se identifica con España, necesitando adjetivar en los demás casos–, la hispanofobia, «pertenece a una clase de racismo que, por su nacimiento vinculado a un imperio, vive bajo el camuflaje de la verdad y arropado por el prestigio de la respetabilidad intelectual». (p. 31) Y es que «la imperiofobia es un prejuicio feliz porque goza de prestigio intelectual». (p. 121). Constituyendo así, sostiene Roca Barea, un racismo hacia arriba que maquilla su verdadera naturaleza y justifica su pretensión de verdad.
En su primera parte, el ensayo de Roca Barea va a continuar tratando de precisar qué es la imperiofobia, esa «aversión indiscriminada hacia el pueblo que se convierte en columna vertebral[1] de un imperio» (p. 119), en definitiva, de las leyendas negras que han acompañado a todo gran imperio. Haciendo un repaso por otros imperios que también la han padecido o padecen (romano, estadounidense y ruso). Para lo cual también tratará de definirnos qué es un imperio y qué tipos hay. Aquí quizá esté el punto que nosotros encontraríamos más matizable, teniendo en cuenta la solidez general del ensayo, pues creemos que si Roca Barea hubiera consultado en profundidad obras como España frente a Europa de Gustavo Bueno Martínez, Sobre la leyenda negra de Iván Vélez o Hermes Católico de Pedro Insua Rodríguez, habría podido definir con mayor precisión la Idea de imperio, Idea central del ensayo. Y decimos definir con mayor precisión porque a pesar de ello las posturas son muy semejantes. Lo cual puede alegarse como prueba de la verdad de las mismas, ya que sin partir exactamente de los mismos puntos se llegan prácticamente a las mismas conclusiones.
De modo que en las páginas siguientes Roca Barea se esfuerza en realizar un repaso no exento de finura por otros imperios distintos al español, mostrando los mecanismos y patrones negrolegendarios en estos otros casos, centrándose en su segunda parte en el caso español, en la leyenda negra por excelencia, que repite muchos de los patrones vistos en los ejemplos anteriores. Dando con ello muestra y detalle, y batalla, a cada uno de sus aspectos del pasado y de hoy mismo. Desde la raíz racista y antisemita de la leyenda negra que empieza a verterse desde el humanismo italiano acusando a los españoles de godos (bárbaros, medievales) e incluso de cartagineses (enemigos de Roma y por tanto de Italia) y por la mezcla de los españoles con razas semitas como la judía y la árabe, pasando por los protestantes casos de alemanes, holandeses e ingleses durante las guerras de religión –la España bárbara, expoliadora, semita, impía, moralmente corrupta, genocida y opresora–, el caso del francés y su ilustración en el XVIII –la España atrasada, oscura y fanática dominada por los curas–, hasta la asimilación de la hispanofobia por parte de los propios españoles y el racismo del nacionalismo regionalista que lleva un siglo acusando a «los españoles», o a «los castellanos», de nuevo, de raza degenerada, atrasada y bárbara.
El ensayo de Roca Barea es, en definitiva, un inmenso y brillante ejercicio de reducción al absurdo de la imperiofobia, exponiendo los hechos, las ocultaciones y manipulaciones, con una sólida argumentación y documentación. Y por ello un ensayo muy necesario y que es de agradecer. Además, por si fuera poco, con un estilo sencillo y claro que engancha desde la primera página. En manos del lector queda.
[1] La propia autora recalca que usa esta expresión, columna vertebral, porque, como acertadamente señala, ningún pueblo hace por sí mismo un imperio. Antes al contrario los imperios son siempre multinacionales, sobre todo en el caso de los imperios que integran aquellas naciones que conquistan y se mezclan con ellas –imperios generadores los denominamos desde el Materialismo filosófico–. El imperio alejandrino, el romano o el español pueden servir bien de ejemplo. También señala la autora que hay otros tipos de imperios a los que se llama imperios espuriamente porque no realizan esta integración ni mezcla –imperios depredadores, diríamos nosotros–. El imperio cartaginés, el holandés o el inglés pueden servir de ejemplo en estos casos.