Tokio 2020 y la ñoñería mediática. Apuntes finales sobre los juegos de la Pandemia.
El pasado 8 de agosto concluyeron en Tokio los juegos olímpicos correspondientes al año 2020. Sobre estos hay que decir que, desgraciadamente, su trascendencia a la historia se verá marcada no tanto por la actividad de los atletas (en muchos aspectos, heroica) como por factores extradeportivos que van desde lo cultural, lo ideológico/propagandístico a lo político. En este sentido, hay que resaltar -de manera negativa, diremos- el papel que han jugado los grandes medios de comunicación periodística. Sobre todo aquellos de países así llamados “Occidentales”, donde el análisis propiamente deportivo ha sido sustituido por una letanía ideologizante, que ha envuelto los resultados y las actuaciones de los atletas en las dialécticas ideológicas de las modas “globales”. De esta manera, y a juzgar por lo que ha ocupado las portadas y titulares de los medios digitales, impresos y televisados, Tokio ha sido una vitrina enorme donde exhibir el estado sociocultural y moral de un tiempo histórico en estado de evolución incierta y/o decadente, más que un magno evento plagado de proezas, camaradería y talento deportivo. Allí, al parecer, habríamos asistido a otra muestra de cómo un “nuevo mundo” (semántico, dicen algunos) intenta abrirse paso, a la vez que el anterior todavía se resiste a desaparecer del todo.
Dicho esto, tenemos que aclarar que el presente texto no busca analizar a fondo todos los “incidentes” mediatizados durante estas jornadas. Esta tarea habría sido imposible en un par de días, pues los hechos, como las penas, “son tantos que se atropellan”, como reza una canción tradicional cubana. En su lugar, únicamente apuntaremos algunos que han mostrado cierta relevancia, y que a su vez responden a un estado particular de las cosas en nuestra “civilización” occidental a día de hoy. Aquí, donde las emociones primarias, el sentimentalismo bobalicón o la emocionalidad individualista y adolescente, cuando no la mala fe directa y el maquiavelismo político más descarnado; han sustituido en los medios “informativos” toda reflexión positiva y actitud mesurada. Sobre todo, cuando pareciera que éste es el tipo de actitud y respuesta analítica que se busca inculcar entre los actores sociales (masivos) insertos en la realidad sociocultural trasnacional que nos envuelve.
Si se revisan sólo algunos de los miles de titulares que ha generado la competición, veremos que entre muchos destaca la construcción “Unos de los juegos Olímpicos más…de la historia”. Con ésta, se estarían haciendo referencia a las múltiples particularidades que tuvo este evento en comparación a los anteriores de la historia reciente. Con respecto a la manera en que se han analizado los distintos eventos, resultados y competiciones por los “medios masivos” -o serios-, los titulares podrían clasificarse bajo la categoría de cuño propio “ñoñerías olímpicas”. Estas estarían referidas no tanto a las actuaciones de los actores concretos, es decir, deportistas, entrenadores, directivos y organizadores participantes, sino a la interpretación que de las mismas realizan periodistas, opinadores profesionales, youtubers, twitteros, influencers y algunos de nuestros más caros y amados politicastros. En este sentido, Tokio 2020 ciertamente será una Olimpiada que quedará para el “recuerdo” o para el “olvido”, según la perspectiva ideológica desde la cual se parta.
Para comenzar, debemos mencionar los retrasos de su celebración con motivo de la pandemia, que ocuparon las primeras planas durante unos meses, en un cha cha de fechas, motivos y polémicas que casi llevan a la suspensión total del evento, con las consabidas consecuencias socioeconómicas que eso hubiese traído para el país organizador. Sin embargo, una vez confirmada su celebración y tras el arranque de las competiciones, no se dejaron de publicar, resaltar y analizar hechos que, en cualquier otro momento, hubieran pasado por “nimiedades”, cuando no matices sin importancia. En esta ocasión, hechos como estos fueron los que ocuparon los espacios mediáticos, que en teoría debieron estar dedicados a cubrir los resultados de quienes lo dejaban todo en sus respectivas disciplinas.
En este sentido, la propia organización se vio afectada por las respectivas renuncias de dos directivos: tanto del presidente del comité organizador de los juegos, Yoshiro Mori, tras la publicación por filtración de presuntos comentarios “sexistas”[1], así como del director de la ceremonia inaugural, Kentaro Kobayashi, al parecer por una broma sobre el Holocausto que habría realizado como “acto de una comedia” a la que algunos medios tuvieron acceso[2]. A estos “pesos pesados” se les sumarian otros de menor rango, como el compositor de parte de la música de la ceremonia inaugural, Keigo Oyamada, que según el medio norteamericano Chicago Tribune, “debió renunciar tras ser duramente criticado por hostigar a sus compañeros de clase durante su infancia, incluyendo aquellos con discapacidad”[3]. Al parecer, Oyamada habría hablado sobre los abusos durante una entrevista a una revista japonesa en la década de 1990, entrevista que fue reproducida por múltiples medios a lo largo del globo, lo cual llevó a su despido y a la eliminación del segmento de su música que sería usado durante la ceremonia de inicio.
Lo curioso de todos estos casos no es tanto la “cancelación” de estos “infractores” de las normas morales de la neoreligión woke. Hechos de este tipo son, por desgracia, cada vez más comunes. Lo verdaderamente curioso está más bien en el momento en el que estos ocurrieron. Es decir, a semanas, o incluso a días del inicio de los eventos. Máxime, si tenemos en cuenta que los juegos fueron demorados nada menos que durante un año, tiempo en el cual nada de esto se nos dio a conocer por parte de rotativo alguno. En cualquier caso, lo cierto es que los implicados fueron sometidos al escarnio público justo antes del inicio de los juegos. Visto desde una mirada antropológica, el hecho podría ser asociado a una suerte de acto sacrificial, a la manera en la que se inmolaban en hecatombes perfectas toros, becerros y aves de corral en las competiciones de la antigüedad. Todos arrojados a las piras “olímpicas”, a fin de satisfacer con el aroma de sus carnes chambuqueadas el apetito y las iras de los sempiternos dioses del Olimpo mediterránico.
Pero sigamos. Una vez iniciados, los juegos comenzaron a mover su engranaje natural de pruebas. Aquí, la avalancha de información “pertinente” se hizo prácticamente inabarcable. Desde unas villas olímpicas repletas de atletas, donde el alcohol estaría permitido mas no los “condones”[4], hasta un público inexistente en las gradas, que sería reemplazado por robots[5]con formas humanoides y caninas.
Aun así, si estos highlights pudieran asociarse a los organizadores, las participaciones y actuaciones de los atletas, tanto en sus competiciones como al exterior de estas; tampoco quedaron fuera de foco. Como decíamos, pudimos constatar cómo lo “noticiable” volvía a estar en cualquier parte menos en las competiciones en sí. Aquí, de entre todo lo dicho, el palmarés dorado se lo lleva sin dudas la cobertura del temprano abandono de la gimnasta Simone Biles de la competición en aparatos por equipos. Y nótese que resaltamos la grupalidad de esta prueba porque sobre ello volveremos más adelante.
Según las palabras de la atleta, razones de estrés psicológico la habrían llevado a tomar a decisión de retirarse. Si entendemos que estamos hablando de una competición a nivel mundial, que se trata de un deporte que tiene unos riesgos para la integridad física innegables y que Biles no tiene que explayarse, pues es una “extraclase”, sin lugar a duda, el retiro no tendría por qué haber trascendido más allá de lo anecdótico. En competencias de este tipo, las lesiones, molestias, fallos y las consecuentes decisiones de no competir en mal estado forman parte de la propia cultura del deporte. De la misma manera que también son parte de esta misma cultura, los actos heroicos, los competidores lesionados que siguen compitiendo, las hazañas de quienes se superan a sí mismos y a sus limitaciones y ganan, implantan récords o simplemente participan a pesar de vicisitudes y problemas físicos, mentales o personales. Si bien esto también es parte de lo que hace grande y hermosa la actividad deportiva, no creo que haya que juzgar a Biles por haberse retirado. Su actitud también nos ayuda a preservar un talentazo que queremos seguir viendo competir y ganar al más alto nivel.
Ahora bien, lo que sí no forma parte de la cultura asociada a los eventos y competiciones deportivas, al menos no hasta ahora, fue la lectura mediática de la decisión de Biles, por parte de las agencias y medios de prensa globales. El diablo se esconde en los detalles, dirían algunos. En este sentido, su retirada se manipuló a tal punto que pasó de ser un acto deportivo normal -ni el primero ni el último- a erigirse en verdadero “triunfo” de no sé qué valores representados por no sé qué “minorías”[6]. A esto, habría que sumar el hecho de que todo el que no compartiese este catecismo o expresara otra opinión que no fuera para canonizar Biles por su conducta, fuese catalogado de apostata de inmediato y condenado al ostracismo y al bulling público. Este sería el caso del tenista #1 del ranking mundial, el serbio Novak Djokovic, quien osó (oh pecado capital) comentar que “la presión es más bien lo normal a estos niveles deportivos, y que dominarla es parte de la tarea del atleta”. Bueno, pues esto que pareciera una verdad autoevidente le costó el rechazo de las hordas de la condescendencia minoritaria, que salieron de inmediato a “defender” a una Biles que jamás se dio por aludida, ni manifestó verse “ofendida” por las palabras del tenista. Sin embargo, el macho blanco Djokovic tenía que ser escarmentado porque aquí ya no se trataba de Biles, sino de las santas ideas que ella “representa” a ojos de sus iconoclastas adoradores, quienes en el marco de la disputa han acusado al tenista hasta de “antivacunas”[7], en lo que parecer ser, junto a fascista o comunista, el más estigmatizante de los insultos de moda.
De esta y de otras maneras, la retirada de Biles facturó tiradas por parte de los principales medios, que llenaron portadas con sinónimos de “ejemplo a seguir”, y para más inri, digno de “agradecer”[8]. Por sólo citar un ejemplo, en un artículo publicado por The New York Times, se nos explica por qué Biles constituye un paradigma a imitar por el resto de las atletas “del Mundo”. Según este rotativo, dada su condición de “Gimnasta negra”, fundamentalmente, Biles ha abierto el camino para que otras como ella lleguen al estrellato, no sólo norteamericano sino, repetimos, “Mundial”. O sea, que aquí lo importante es que Biles es mujer y es negra, no que es una deportista fuera de serie total (con todo lo que ello implica en sacrificio y entrega), sino que es una mujer “afrodescendiente” que ha triunfado en un deporte donde, según el periódico neoyorquino, al parecer ella no es la norma. O más exactamente, lo que se busca dejar claro es que ella ha triunfado en un deporte donde esta norma no se cumple, precisamente porque las atletas mujeres y “negras”; no son aceptadas o promovidos a la élite, por el sólo hecho de su color de piel.
Sobre esta idea en particular, y únicamente sobre esta porque el tema da mucho de sí, diremos que no está de más recordarles a los periodistas estadounidenses del NYT, que los EE. UU. ¡NO son el puto “Mundo”! a pesar de lo crean sus universidades élite, sus gobernantes supremacistas y sus contingentes de marines desplegados a ancho del planeta. Ya es bastante que tengamos que soportar unas ideologías ridículas impuestas por el pensamiento hegemónico imperial, porque a sus agendas político-correctas ahora les conviene que pensemos de una determinada forma, para además tener también que soportar que nos vengan a dar cátedra sobre “tolerancias” y “pluralidades” alcanzadas por la acción “combativa y revolucionaria” de ciertos grupos de “élite” americanos, devenidos freedom figthers.
A nuestros buenos amigos del Times les diré que mucho nos alegramos por las mujeres negras norteamericanas que por fin pueden acceder a la cúspide de la gimnasia internacional. Sin embargo, eso no significa que nos estén enseñando absolutamente nada a nuestras naciones. Para quienes hemos visto a mujeres y hombres negros, blancos, indios y mestizos triunfar en este y otros deportes, sin tanta alaraca, nada dicen estas posturas neoracialisantes anglosajonas. Tanto al NYT como a la progresía mundial -incluida la española, que da verdadero lipori verlos[9]lamiendo botas gringas-, que hace olas con las crónicas sobre Balies, me gustaría informales que en Cuba el máximo ganador de medallas Panamericanas de todos los tiempos es precisamente un negro gimnasta. Su nombre es Eric López, y ya ganaba medallas mucho antes de que Biles supiera siquiera qué es un caballo de salto. Este flamante ganador de 18 medallas de oro en Juegos Panamericanos, un subtítulo mundial y otros muchos galardones fue quien rompió el récord establecido por el norteamericano Abraham Grossfeld[10], quien por más de 35 años fue el máximo ganador de estas competiciones.
López, junto con su esposa Leyanet Gonzáles (blanca y también gimnasta fuera de serie) constituyen ejemplos de entrega deportiva, constancia y disciplina, a quienes jamás escuché aludir a su color de piel o a su sexo, para justificar o magnificar ninguna de sus victorias. Su talento les bastaba para ser gigantes, justo como le basta a Biles el suyo, ¡a ver si en enteran de una puñetera vez!
A esto habría que agregar que los equipos de Gimnasia acrobática y rítmica, tanto de la isla, como de múltiples naciones hispanoamericanas han estado siempre representados por atletas de esos que la prensa ahora, tan cariñosa y condescendientemente califica de “afrodescendientes”. Para nosotros los hispanos, no han sido más que hermanos colombianos, ecuatorianos, venezolanos, puertorriqueños, cubanos, etc. Resulta irritante por reiterativo que en pleno siglo XXI tengamos que insistir en obviedades superadas hace siglos por muchas de nuestras sociedades, aunque no por todas, sobre la falsedad de las características fenotípicas biológicas (color de piel, rasgado de ojos, formas craneales) para definir rasgo o posibilidad alguna en el orden moral, intelectual, deportivo, o lo que se quiera. Esta verdad de Perogrullo en nuestras naciones parece que es ignorada en el mundo anglosajón, donde todavía las agencias de Emigración preguntan por características raciales (étnicas, como eufemísticamente les llaman) para catalogar los grupos humanos con los que interactúan. Pero lo verdaderamente alarmante es que, en nuestras naciones hispanoamericanas, grupos y sujetos anglófilos se hagan eco de estas estupideces idiosincráticas yanquis, ajenas por completo a nuestras culturas y tradiciones[11].
Para culminar con el caso Biles solo diremos que si la prensa “seria y tradicional” estuviera en función de informar y no de hacer ideología, o más exactamente propaganda, quizá debió haberse enfocado en sus compañeras de equipo. Estas, a pesar de la retirada de su estrella, siguieron compitiendo, e incluso ganaron una presea plateada por haber superado en tiempo récord el shock (ahora sí, objetivo) de ver debilitado el grupo al retirarse a su compañera más talentosa.
Para ser completamente justos, tenemos que decir que lo que no hicieron los periodistas lo hizo la propia Biles, a quien se le vió en las gradas dando ánimo a las suyas, a pesar de la responsabilidad que imagino sentía por las consecuencias previsibles de sus actos. De más está decir que el hecho de que fuera el equipo ruso, compitiendo bajo la bandera del COI, el que ganó el oro de la jornada no pareció que fuera noticia digna de ningún titular. Quizá porque la presión psicológica que “sintió” Biles, en su condición de mujer, afroamericana e ícono individual, importaba y “significaba” más que cualquier triunfo colectivo de unas rusas de las que no se conoce el nombre de ninguna. Estas tivieron que competir bajo una bandera que no era la suya, soportar los comentarios injuriosos y malsanos de atletas, federativos[12]y medios (casi todos norteamericanos, vaya casualidad), además de verse obligadas a someterse pruebas extra de dopaje y fueron cuestionadas por su integridad competitiva todo el tiempo durante los juegos, acusándoseles sin pruebas de hacer trampa.
A a pasar de todo esto, estas atletas ganaron juntas el oro olímpico y nada de eso movió el más mínimo sentimiento de “solidaridad” ni “apoyo” por parte de una prensa y un público de masas y redes sociales completamente atontados e infantilizados con historias de “superación” siempre individual, donde el “ego”, el individuo y los sentimientos subjetivos son lo que importa. Si en alguno de los medios masivos mencionaron la victoria de las rusas fue sólo para resaltar el hecho, a lo sumo, de que “gracias a que Biles se retiró de la prueba, estas pudieron obtener el oro”. Este comentario, de la archireconocida BBC de Londres[13], que deja mucho que desear en materia de ética periodística, pasa por alto que aparte de Biles y sus coequiperas había en la prueba otras naciones (en las que nadie abandonó a sus equipos, por cierto) a las que las rusas y británicas -que obtuvieron el bronce en la competencia- también superaron en justa prueba.
Pero si ya lo visto hasta aquí no tenía mucho sentido, el colmo del paroxismo llegó cuando Biles decidió, unos pocos días después de su retirada, regresar a competir en uno de los aparatos de la especialidad, la barra fija, alcanzando finalmente el metal bronceado. Una vez más, los medios de prensa “occidentales” derramaron ríos de tinta digital y vegetal, felicitando a Biles y reconociéndole la humildad, la valentía y el talento por haber regresado a la competición y por haber ganado un “merecidísimo” tercer puesto. Otra vez, la algarabía extática y litúrgica hizo que se pasase por alto el detalle (nimio, no seamos mal pensados) de que fueron dos atletas chinas, Guan Chenchen (de sólo 16 años) y Tang Xijing, las ganadoras del oro y la plata respectivamente. De la jungla mediática que se hizo eco de la “hazaña”, creemos que el periódico “El País”, de España con su titular lo dice todo: Simone Biles, bronce en barra, oro en coraje[14].
Pero esta Fábula de Biles y su “Pelea contra los demonios”[15], como la calificó France 24, no sería la única de las historias increíbles y ñoñas que no regalarían los juegos de Tokio 2020. Nuestra prensa “seria y neutral”, aprobada por las muy queridas agencias “calificadoras”, tenían mucho más que dar de sí, y así lo demostraron durante el resto de los eventos. Todavía tendríamos que ver cómo se celebraba la medalla de oro compartida entre dos atletas de salto de altura, calificada por CNN como “una escena conmovedora, realmente”[16]. Al quedar empatados a una altura similar, ambos saltadores “acordaron no ir al desempate y terminaron celebrando juntos”[17]. Imagino que a la celebración se refieren a la posposición del momento de que conozcamos quién fue realmente el mejor saltador de los juegos. Pero si esta fue una historia cute donde “todos ganamos y nadie perdió”, no todos los triunfadores “corrieron igual suerte”.
Atónitos, tuvimos que ver cómo los medios masivos reaccionaban con una cobertura exagerada al gesto del británico Benjamin Whittaker. Este púgil, tras perder por el oro contra el cubano Arlén López -que le dió un recital del mejor boxeo antillano- no sólo se negó a saludar al justo ganador, sino que, en un acto de infantilismo total y falta de elegancia deportiva, se guardó la medalla en el bolsillo justo en la premiación. De igual manera, se negó a participar de la tradicional foto de grupo de los ganadores. Este hecho, al parecer por lo que tuvo de acto psicológico, terminó por arruinar esta final. Aun así, hay que decir que posteriormente Whittaker se declaró arrepentido de sus acciones, diciendo que “a él no le gustaba perder” (joder y ¿a quién le gusta?) pero en ese momento ya el mal estaba hecho, y su conducta terminó robándose los titulares y empañando la victoria del cubano, así como la celebración de los dos medallistas de bronce restantes.
Aparte de estas “proezas” atléticas, tendríamos también algunas chulerías estéticas “minoritarias”, como los “afros y turbantes” que, según la BBC (quién si no), fueron la nota distintiva de las ecuatorianas Neisi Dajomes y su compañera Tamara Salazar. Para este medio, la merecidísima medalla de oro que obtuvo la primera en halterofilia femenina no pareció ser suficiente por sí misma y tuvo que reparar en cómo se recogían sus pelos para darle alguna visibilidad a las muchachas. O sea que serían las prendas las que verderamente focalizaron su actuación, al parecer por ser un símbolo del empoderamiento de las mujeres “afrodescendientes” y no sé qué otras monsergas de turno. Sin embargo, la verdadera proeza de Dajomes, mal que le pese a la progresía mediatica, por la que pasará a la historia olímpica, no fue ser la primera medalla ganada por una mujer, ni siquiera por una “afrodescendiente” (una negra), sino ser la primera ganadora de una medalla para Ecuador en estas lides. O sea, que será por su nacionalidad política, y no por su sexo o “etnicidad” (raza), por lo que esta talentosísima atleta verdaderamente pasará a la historia.
También vía la BBC nos llegaba otra perla periodística sobre la que vale la pena reflexionar. Según estos, en Tokio “la política volvió a marcar los Juegos Olímpicos”[18]. En nuestra opinión, lo noticiable aquí no es la “política dentro de los juegos” -las olimpiadas son actos políticos ya desde su mismo origen en las “polis” griegas, como elemento diplomático y resolutor de conflagraciones bélicas-, sino que tengamos que enterarnos vía la BBC de Londres, un medio “neutral” y “apolítico”. Sin embargo, lo cierto es que en este trabajo periodístico se nos encadenan una serie de episodios donde presuntos actos de “intromisión” política en la competición deportiva habrían empañado la “calidad” de estos juegos. Entre estas, el medio cita, escandalizado, las “sospechosas llamadas de presidentes hispanoamericanos a atletas ganadores de medallas”. Este acto, como se ve, es violatorio de todas las convenciones escritas y por escribir sobre la libertad individual del atleta y la pureza deportiva del sujeto, para disfrutar, al parecer, a solas y sin “injerencias” de sus logros y hazañas deportivas.
De todos estos incidentes, el más destacado fue el de la lanzadora de peso estadounidense Raven Saunders, quien al recibir la medalla de plata en su prueba, levantó los brazos en forma de X en señal de “protesta política” y en defensa de las minorías negras, LGBTQ+ y de los atletas “con problemas mentales”. Todo ello, en Tokio…Japón (ni idea). Pero aún más asombroso es que, viniendo de una norteamericana, este gesto fuese vinculado por la BBC en el citado artículo (vaya usted a saber por qué) con el hecho de que en Japón no se ha aprobado el matrimonio entre personas del mismo sexo. Increíble, pero cierto.
Siguiendo esta misma línea, tampoco faltó el ya clásico episodio entorno a la controversia de moda sobre la participación de atletas transgénero en competencias deportivas del sexo biológico opuesto. En este caso, el COI autorizó a la neozelandesa Laurel Hubbard, antes Gavin Hubbard, a participar en la halterofilia femenina categoría + de 87kg. A sus 43 años, Laurel, antes Gavin, se convirtió en la primera atleta transen competir en unos juegos olímpicos. Sobre este incidente, y sin extendernos demasiado en ello pues el tema daría para un libro, sólo diremos que Laurel practicó este deporte por varios años como atleta masculino, sin resultados destacados, hasta que, a los 35 años, completó su “transición” al género femenino, momento en el cual comenzó a practicar este deporte en el sexo opuesto iniciando una cadena de resultados que le trajeron hasta Tokio. Las razones que alegó el COI para permitir la participación de Laurel fueron que cumplía con los requisitos de poseer menos de 10 nanomoles de testosterona por litro durante al menos 12 meses antes de la competición[19]. Con este juicio, al parecer el COI concluye que unos determinados niveles, de una sola hormona (la testosterona), basta para declarar a una persona de un sexo u otro. Con lo cual, concluyo yo, el COI posee además el grupo de asesores en antropología médica más mediocre de la historia. Pero eso no lo analizaremos aquí.
En conclusión, y para ir terminando, nuestro objetivo en el presente ha sido ofrecer una panorámica de ‘por dónde fueron los tiros’ en la magna cita del deporte mundial. Por demasiadas razones, el escenario descrito es muy lamentable, máxime porque hasta hace cuatro o cinco años atrás, estos juegos apuntaban a ser posiblemente los mejores de la historia. Y no solo porque el pueblo nipón tiene una muy merecida fama de poseer cualidades organizativas y laborales muy destacadas, sino porque el desarrollo deportivo a nivel mundial mostraba signos de haber arrancado una carrera sin precedentes hacia la consecución de marcas y resultados en todos los deportes que avizoraban un espectáculo sin parangón. Aun así, y con cierta tristeza ante lo que la realidad nos ha deparado en este 2021, debo ser justo, a fuerza de ser objetivo, y admitir que si bien el reflejo de esta competencia en los grandes medios ha dejado bastante que desear, este no ha sido el caso de los resultados atléticos de los participantes.
Sobre estos habría que empezar por decir que la sola posposición de los juegos ya constituyó un golpe durísimo a los planes y programas de entrenamiento que se seguían, con consecuencias tremendas en muchos de ellos. Si bien Biles constituye un caso llamativo, por la calidad de su atletismo, lo cierto es que para todos esta demora debió constituir un problema muy serio. Aun así, vimos que salvo algunos casos contados, todos respondieron y lo dieron todo de sí para ofrecer un espectáculo de calidad y representar a sus naciones de forma digna. Sobre las particularidades, he de mencionar, sin chauvinismos ni regionalismos, que entre los hispanoamericanos destacaron los casos de la saltadora venezolana Yulimar Rojas, una diosa entre las diosas de este Olimpo, que rompió los récords Olímpico y mundial de triple salto, superando las marcas de la camerunesa Francoise Mbango de 15,39 m y el récord mundial de 15,50 m de la ucraniana Inessa Kravets, que databa de 1995. Todo eso, en una competencia en el año de la Pandemia y en la que algunos dudaron de que estaría siquiera en el podio. O el caso de la gimnasta brasileña Rebeca Andrade, que con tan solo 22 años y habiendo nacido en una favela a las afueras de Sao Paulo, consiguió dos medallas, oro (caballo de saltos) y plata (all-around individual) respectivamente. También para resaltarlo está el caso del luchador Mijaín López, convertido en el máximo ganador de este deporte en juegos olímpicos, conquistando su cuarta pelea consecutiva. Todo esto, sin que le marcaran un solo punto durante todas sus peleas.
Pero si una creo que fue particularmente emotiva fue la actitud de la esgrimista rusa Marta Martiánova, de 22 años, quien, tras sufrir una lesión en un pie, decidió seguir compitiendo a pesar del dolor, para apoyar a su equipo, que hubiera sido descalificado si ella hubiera abandonado. Martiánova perdió su combate, por supuesto, pero su derrota no impidió que Rusia ganase el oro por equipos, por lo cual su merecidísima medalla tuvo un mérito extra. Vale la pena conocer que tras recibir el premio hubo que sacarla en sillas de ruedas de la sala, en una imagen (vedla por favor[20]) que darían para miles de portadas en todo el mundo “libre”, y de las cuales no hay que decir que no ocupó ninguna.
Aunque las imágenes en sí ya hablan por si solas, también podemos dejar que sea la propia deportista quién nos diga qué la motivó tomar semejante decisión, pues sus palabras revelan un fenómeno mucho mayor que lo que abarca su pequeño heroísmo. Según la joven: “No tenía la oportunidad de pensar en algo más, aparte de lucha y puntos. Intentaba no sentir el dolor y, en cambio, sentir que tengo que apoyar a mi equipo»[21].Es este el regreso que hemos anunciado antes, el volver sobre la cuestión que Martiánova nos comenta cuando nos habla de su equipo.
De entre todas las felicitaciones, apoyos, reconocimientos y ensalzados que recibió Biles tras retirarse de la competencia por “equipos” debido a sus problemas de concentración, las palabras en Twitter de la ministra de “Igualdad” española me llamaron poderosamente la atención. Sus declaraciones constituyen el reflejo patente de una dialéctica que vemos reflejada en las actitudes de ambas atletas. A Biles, la ministra le decía: “Para nosotras Simone Biles ya ha ganado. Parar, cuidarse, vivir”[22]. Por determinadas razones, algunas naciones (que no todas) han dejado de apostar por valores tales como el esfuerzo, el mérito, el sacrificio, así como la importancia del grupo (la nación, el país, la patria). Estos, al parecer, ya no son valores morales dignos de cultivar y trasmitir a las nuevas generaciones. En su lugar, se ha empezado a impulsar una ideología individualista, egocéntrica, sentimentaloide y carente de toda racionalidad y madurez moral, que está convirtiendo a las jóvenes generaciones en verdaderos egoístas autocomplacientes, con una estrechez mental y cultural que no supera el trayecto de su nariz al ombligo.
Frente a estos, existirían en otras geografías (y amén de las diferencias políticas y otras contradicciones históricas) lugares donde todavía se piensa en términos de patria, de orgullo nacional, de espíritu colectivo. En términos estrictamente materialistas, todavía se busca la eutaxia (sostenimiento a lo largo del tiempo) de los Estados nación que son los que acogen, representa y posibilitan, a fin de cuentas el desarrollo de sus ciudadanos, también como deportistas de élite. A juzgar por lo que vimos en los juegos, pero sobre todo por el reflejo de estos en la “superestructura” mediática que los volvió ideas de consumo, la batalla ideológica de nuestra época también se dio en el campo olímpico. Por esta vez no hemos tenido un claro ganador, pero la lucha ha sido visceral. Visto lo visto, es más que predecible que en el futuro cercano veamos esta misma dialéctica observada en lo deportivo, repetirse en otros campos no menos bélicos y competitivos. Esperemos que, de momento, los antagonismos queden en el campo mediático y no pasen a otras materialidades humanas, con consecuencias más profundas y con resultados mucho menos predecibles.
[1]https://www.infobae.com/america/deportes/2021/02/12/el-presidente-de-los-juegos-olimpicos-de-tokio-renuncio-tras-sus-comentarios-sexistas/
[2]https://www.bbc.com/news/world-asia-56020674
[3]https://www.chicagotribune.com/espanol/deportes/sns-es-tokio-kentaro-kobayashi-ceremonia-apertura-juegos-olimpicos-despido-20210722-wh4s3m7eijdatouv7kgendd7cy-story.html
[4]https://elpais.com/deportes/2021-06-20/el-anticlimax-en-los-juegos-tokio-solo-repartira-condones-los-atletas-cuando-se-vayan.html; https://www.marca.com/juegos-olimpicos/2021/06/20/60cf3c7a22601de2498b45cb.html; https://cnnespanol.cnn.com/2021/06/14/distanciamiento-fisico-sexo-villa-olimpica-condones-trax/
[5]https://www.lavanguardia.com/cribeo/fast-news/20210709/7589697/japon-instalara-espectadores-falsos-juegos-olimpicos-tokio.html; https://expansion.mx/tecnologia/2021/07/12/los-juegos-olimpicos-tendran-como-audiencia-a-robots
[6]https://www.nytimes.com/es/2021/07/27/espanol/gimnasia-tokio-2021-simone-biles.html
[7]https://www.msn.com/es-xl/estilo-de-vida/other/critican-a-tenista-tras-sus-palabras-a-simone-biles-sobre-lidiar-con-la-presi%C3%B3n/ar-AAMNckj
[8]https://www.animalpolitico.com/yo-tambien-discapacidad-con-todas-sus-letras/gracias-simone-cuando-no-estar-bien-esta-bien/
[9]https://okdiario.com/juegos-olimpicos/postureo-olimpico-irene-montero-apoya-simone-biles-pasa-medallas-espanolas-7591380
[10]https://www.ecured.cu/Erick_L%C3%B3pez
[11]https://www.elpapel.es/la-izquierda-frickiana/
[12]https://www.theguardian.com/sport/2021/aug/01/lilly-king-apparent-doping-comments-russians-roc-swimming
[13]https://www.bbc.com/mundo/deportes-57982465
[14]https://elpais.com/deportes/juegos-olimpicos/2021-08-03/simone-biles-bronce-en-barra-oro-en-coraje.html
[15]https://www.france24.com/es/minuto-a-minuto/20210803-biles-vence-demonios-con-un-bronce-en-gimnasia-y-en-atletismo-comienza-una-nueva-era
[16]https://cnnespanol.cnn.com/video/medalla-compartida-gianmarco-tamberi-mutaz-essa-barshim-atletismo-oro-deportes-cnne-pkg/;
[17]https://www.bbc.com/mundo/deportes-58050672
[18]https://www.bbc.com/mundo/noticias-58151867
[19]https://www.marca.com/juegos-olimpicos/2021/07/22/60f8cfe0e2704e8b658b464a.html
[20]https://www.instagram.com/p/CR6hfOGjqr1/
[21]https://actualidad.rt.com/actualidad/399287-esgrimista-rusa-abandonar-estadio-silla-ruedas
[22]https://twitter.com/IreneMontero/status/1420082150536368130