Para el sistema que rige hace 60 años en Cuba, no hay nada mejor que una buena “campaña contrarrevolucionaria” que parezca auténtica y peligrosa. Tal y como en el vecino norte hay un complejo militar industrial que necesita la guerra para subsistir, en Cuba hay una nutrida red de agentes de Seguridad e Inteligencia, de cuya supervivencia depende el accionar del “enemigo externo” y sus acólitos domésticos.