Un repaso por el caos para poner orden

Un repaso por el caos para poner orden. Axel Seib

En la UE llevamos años viviendo al borde del abismo. A veces de verdad, otras muchas por indigestión de propaganda institucional. La última, la fantasiosa invasión rusa, los kits de supervivencia y el plan de rearme.

Me parece ciertamente llamativo que unas élites que siempre se han mostrado tan pacifistas, llegando al extremo de ser pusilánimes, ahora se muestren tan belicistas. Y es algo que ha calado en la población, porque jamás he visto a tanta gente llamando a la guerra con tantas pocas intenciones de luchar. Supongo que con los hijos ajenos es muy fácil jugar al Risk. Del mismo modo que con el dinero ajenos, es muy fácil lanzarlo al pozo de los deseos.

Pero la cuestión es que tras la pandemia, la inseguridad ciudadana, el terrorismo, crisis demográfica, que si llueve mucho en otoño y hace calor en verano y por eso mejor no tener coche, ahora nos toca una invasioncilla rusa. Que supongo que es como una invasión normal, pero con mayonesa.

Bromas aparte, muchos se lo creen. Y del ciudadano corriente que confía en sus gobernantes, me lo puedo esperar. Gente que aún cree en la bondad de personajes con 7 hijos y nula utilidad, pero que pretenden que tu no tengas hijos, propiedades ni conciencia. Por eso hay que aceptar que entre muchos ciudadanos, la confianza en los gobernantes es puro acto de fe. Porque racionalmente, es inexplicable.

Pero de quien no me encaja que se crea ese fantasma de la invasión rusa, es de las élites europeas. Así que querría mostrar unas cuestiones sobre la llamada invasión rusa y el plan de rearme.

– Rusia no tiene potencial militar ni demográfico para ningún tipo de invasión sobre la Unión Europea. Sin subestimar, pero tampoco sobrestimar sus capacidades, no hay que ser muy inteligente para entender que, aún si Rusia movilizase a todos los hombres de su territorio aptos para la milicia, no podría controlar Europa. Si entendemos que Rusia tiene 140-150 millones de habitantes y la Unión Europea 448 millones, es imposible invadir nada por puro peso demográfico. Aunque pensásemos que Rusia es un país mucho más militarizado, que lo es, no tiene tropas suficientes para ningún tipo de invasión a tal escala. Sería un suicidio tan ridículo como gratuito. Y aunque pensemos que la élite rusa es malvada, es difícil creer que sean tan idiotas. Y ya no hablo de la orografía. Porque si Ucrania, con un terreno llano y conocido por las tropas rusas, se les resiste y han tenido que practicar un tipo de guerra de desgaste basada en pequeños avances seguros en líneas concretas mientras se bombardeaba instalaciones críticas de Ucrania, imaginemos el caos en la UE.  Tenemos un continente de climas muy distintos y orografía accidentada. Lo repito, es un suicidio.

– Se me podría hablar de ataques con misiles(lo cual deja de ser invasión). Incluso de ataques nucleares, ya que estamos intentando asustar viejas. Pero la OTAN sigue existiendo. Trump, nos guste o no y, le guste a él o no, se vería obligado a entrar en conflicto directo si un misil ruso «se escapa» y acaba en Roma. Y aún sin los EEUU, la propia UE tiene armas nucleares. No al nivel de Rusia, es cierto, pero suficientemente importantes como para no jugar. Y lo repito, aunque creamos que los rusos son malos, no son tontos. Incluso sin los EEUU, que tampoco sería el caso, tenemos igualmente la disuasión nuclear entre nuestros países. No es el caso de España, que no nos dejaron terminar la faena, pero tenemos a Francia. Aunque eso me dice otra cosa para el siguiente punto.

– Sabiendo que una invasión es inviable y que lo que nos puede hacer daño es un ataque nuclear, con misiles o drones, incluso ataques informáticos, ¿qué hacemos fabricando tanques? ¿Les vamos a poner alas o serán tanques 3 en 1? Tanques, baterías antiaéreas y drones al mismo tiempo. Lo dudo. Así que ponernos a fabricar acorazados, tanques y demás, cuando una invasión clásica es inviable, parece una jugada de tonto con billetera grande. Quizás sería más útil desarrollar un programa nuclear paneuropeo y otorgar dichas armas a diferentes países europeos. Sea Polonia, Finlandia o España. Eso sería una enorme disuasión. Especialmente en el caso español, que dejaríamos de estar obligados a reírle las gracias a un país como Marruecos, que es un enemigo real y potencial invasor que amenaza constantemente nuestra integridad territorial. Pero no parece que eso esté sobre la mesa. ¿Por qué será? Casualidad. Si, mejor hacemos carros de combate. Los drones para otro día. O se los compramos a Turquía, que es otro socio muy fiable. Al estilo de Marruecos.

Y ahora citaré varios puntos, de visión personal, que son las conclusiones a las que llego sobre la cuestión de la guerra con Rusia, el plan de rearme y la histeria que quieren generalizar las élites europeas con la ayuda de los grandes medios de comunicación.

1- El llamado rearme es una gran parte de ese plan de recuperación europeo que hace meses que tenemos olvidado y que prometía millones para reactivar la economía europea y hacerla competitiva. Es keynesianismo. Lo mismo te vale construir casas que el negocio de la guerra y las armas. Y parece que se ha optado por la segunda opción.

2- La histeria que se quiere generalizar con los tambores de guerra tocados por los indios de Bruselas, no es más que una forma de que traguemos con millones y más millones en la industria armamentística sin rechistar. Porque el europeo promedio es muy antibelicista, pero si le metes el miedo suficiente, traga con todo. La pandemia como ejemplo.

3- Tengo la sensación que los mismos rumores de guerra serán el pretexto para «flexibilizar» el sectarismo de la UE en algunos temas. No es difícil ver que las políticas europeas para salvar el clima, han arruinado la industria europea y van de mal en peor. Una emergencia más acuciante, como una guerra, es el pretexto ideal para «permitir» producir coches más baratos y menos «ecológicos» durante unos años, para rescatar una industria automovilística defenestrada. Y Von der Leyen no tendrá que reconocer que se traga sus palabras y que  sus planes han arruinado Europa. Podrá culpar a Rusia y a esa amenaza fantasma para dar marcha atrás y permitirnos a los europeos tener coche nuevo. A cambio de comernos el tarro y hacer performances militaristas con nuestros jóvenes.

4- Mientras vivimos asustados por Rusia, no prestamos atención a la inseguridad real de nuestras calles. Siempre hay una masa de gente que únicamente reconoce los problemas si se lo dice una pantalla. Dejaremos de temer los ataques terroristas y los asaltos de todo tipo que corren por Europa. Ya no veremos a los amigos de las navajas atacando a ancianos, mujeres y niños. Ahora el problema será un señor en Moscú que se sacaba fotos con Merkel.

5- Relacionado con el punto anterior. Nada mejor para frenar a los nuevos partidos que amenazan a las oligarquías de Bruselas, que un enemigo común y un «plan de defensa». Plan que para los más incautos del continente supondrá encumbrar a gente como Von der Leyen como una especie de madame de la Libertad. Ya no serán los oligarcas responsables de las plagas que nos azotan. El marketing bélico les hará mostrarse como héroes. Un blanqueo muy oportuno.

Al final, la mejor táctica que tienen los tiranos para encubrir sus abusos, es señalar a otro como tirano aún peor. De esta forma, el vulgo, les perdonamos los pecados y corremos a defender sus latigazos. Ya nos duelen menos y olvidamos todos los agravios cometidos contra nosotros. Ahora nos toca defender a tan bondadosos sátrapas de una amenaza tan borrosa como absurda. El Monstruo del Este, que se levanta y cierne contra nosotros. Es una táctica ridícula, pero funciona.

Y que no se engañe el lector, no es mi intención justificar un pacifismo absurdo y autodestructivo. Creo firmemente que Europa debe ser defendida. Pero los enemigos ya están aquí. Y los hay en todas las esferas de nuestras maltrechas naciones. No es necesario esperar a esa fantasmagórica invasión de un Atila eslavo. Si llegasen los rusos, sencillamente, tendríamos un contendiente más en la tan concurrida fiesta de destruir Europa. Pero no llegará tal caso. A los europeos nos acechan otras muchas plagas.

Para concluir, decir que no son más que un agregado de ideas que me persiguen insistentemente. Pero me parecen lo suficientemente consistentes para dejárselas al lector y que pueda tener un punto de vista alternativo al cansino «¡que vienen los rusos!».

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