“No sé cómo te atreves”
Los Planetas
Yo nunca fui buen estudiante así que tomé la seria determinación de repetir COU dos veces. Por si las moscas. Latín pendiente de 2º de BUP, matemáticas de 3º e inglés de 1º.
Conformé una idea, una idea de vivir alrededor de eso.
No crean, el Inglés no se me daba excesivamente mal. Pero algo se torció. Llámenlo desidia o actitud desafiante. No sé qué pasó. La cosa es que escuchaba Yes-I-do de Los Nikis y nada tuvo por qué llevar a estos mis actuales provincianos derroteros. Iba a un colegio de pago y mi padre me matriculó en media docena de academias de todo pelaje. Nada. Que no hubo manera.
Acabando la prescindible -¿no lo son todas?- carrera universitaria de Historia quise ser un tipo adecuado a los tiempos que corrían, el futuro y tal, darme ese innecesario baño de cosmopolitismo y afán aventurero: chicas calvinistas con piercing, vestir con chándal como Damon Albarn el de Blur, relativizar todo, tíos, ahora que mamá no nos ve. Privar latas de cerveza Carling como un descosido junto al canal de Cambridge mientras algunos fans de los Rothschild bebían champán y comían fresas con nata en sus barcas mirándome como a un tipo despreciable. Yo bebía con los vagabundos, sentado colgando las piernas sobre el canal.
Era un perfecto gilipollas. Aunque molón.
Pero la cosa no quedó ahí. No. Insistí, a la vuelta, en eso de intentar aprender inglés. El drama se reproduce. Dicen. Insistí. Viajé por toda Europa por amores extranjeros , trabajé pasando aspiradoras en moquetas imposibles anglosajonas, en comedores ingleses como catedrales frías, en bicicletas holandesas con asiento trasero para niña.
Si la melancolía alguna vez existió, aún lleva mi nombre. Pregunten, pregunten en las llanuras de Eindhoven por mí.
No todo fue malo, claro. Amé tanto a una familia holandesa que casi lo conseguí. Pero soy un tipo de juega a los futbolines y que bebe brandy barato de vez en cuando. Los Brans. Gran familia. Pero la nieve, el infortunio y las bicicletas holandesas lo jodieron todo. Cada una de las veces que fui al Jumbo a comprar coles de Bruselas para fascinar no lo mejoró. Al contrario.
Pensarán que lo he dado todo por perdido. Pues sí.
Venga tío traduce esa canción de Bowie. De los Ramones. Aprende. No será para tanto. Hay un montón de gente que sabe inglés. No serás de esos. ¿Por qué tú no?
No servirá de nada. Nunca aprenderé inglés. Lo sé.
Porque hay algo atávico, algo de un tipo que va en vespa a los toros mientras escucha a Gabinete Caligari. Infantil, claro. Puede que metafísico. Es la lengua del Imperio, tío. Retrógrado, trasnochado, ignorante, antimoderno. Vas en contra de la actualidad. Te iría mejor, bro. Podriía haber más pasta para ti. Insensato neocastizo. De qué vas.
Vale. Pero Vladimir Putin tampoco sabe inglés. Y eso para mí es un descanso.