El gélido abrazo de Ituño

El gélido abrazo de Ituño. Iván Vélez

El pasado sábado, la actriz basauritarra Itziar Ituño Martínez, célebre por su participación en la teleserie La casa de papel, encarnando el papel de Lisboa, fue la encargada de pronunciar el pregón de la Semana Grande de Bilbao, municipio gobernado por el PNV gracias al apoyo del PSE-EE. Su intervención, realizada íntegramente en vascuence normalizado, incluyó esta frase: «el abrazo más caluroso a los que están lejos», en clara referencia a los presos de la banda terrorista ETA que todavía no han sido llevados a sus domicilios en pago por los apoyos que el PSOE recibe del mundo que tanto se benefició -recuérdense el nogal y las nueces- de su acción criminal y de la implantación de un terror que provocó la salida de tantos vascos desafectos a la racista causa araniana, hoy reformulada según categorías que oscilan entre lo local y lo global, es decir, según todas las que no se identifiquen con la España que sostiene a la sociedad vasca.

La elección de la pregonera y chupinera que, como era previsible, hizo pública manifestación de un particular feminismo en el que no hay cabida para casos como el de Yoyes, no fue casual. Recordará el lector que en el mes de enero, la Ituño encabezó una marcha en favor de los presos etarras celebrada en Bilbao bajo el lema «Llaves para la resolución», a la que acudieron unas 20.000 personas según la policía municipal. Durante aquel acto, la actriz no pudo contener la emoción al recordar al etarra Jesús María Martín Hernando, alias Txus, condenado a 36 años de cárcel por colaborar en el asesinato del agente de la Ertzaintza, Joseba Goikoetxea, cuando llevaba a su hijo al colegio. En 2020, el miembro del «comando Vizcaya», al que se había rebajado la condena por entender que únicamente había sido cómplice, disfrutó de su primer permiso penitenciario.

La intervención en el acto proetarra se saldó con la cancelación del patrocinio que hasta entonces recibía del concesionario oficial de BMW en la Comunidad Autónoma Vasca, del que era embajadora, a pesar de que esta, como veremos, no era la primera vez que la de Basauri mostraba públicamente su simpatía hacia la banda del hacha y la serpiente. Sin duda, la presión de las redes sociales aclaró la hasta entonces miope mirada, tanto de la marca alemana como de la de Iberia, que dejó de emitir un anuncio en el que participaba la actriz española, «vasca» dirán sus jaleadores, pero española. La misma que ya en 2012, durante el pregón dado en su pueblo, mandó «un caluroso abrazo» a los presos etarras, singularmente a su amigo, Jesús Martín Hernando, a quien se dirigió en estos cariñosos términos: «Txus, tus semillas han florecido. Mantén el espíritu, ¡te queremos!, ¡y queremos tenerte en casa!», y que en 2016 fue una de las convocantes del acto de recibimiento de Arnaldo Otegi en el velódromo de Anoeta tras cumplir condena.

La pérdida de esos auspicios, sin embargo, no ha arredrado a la actriz, arropada, en su momento, por numerosos compañeros de profesión sensibles a determinadas libertades de expresión. Egregias figuras del séptimo arte tales como Willy Toledo o Daniel Guzmán, este último caído recientemente del caballo prookupa cuando la okupada fue su vivienda, salieron en su defensa. Al apoyo recibido por parte de los así llamados intelectuales y artistas se sumó el popular, pues no en vano, quienes eligieron a la pregonera fueron las comparsas bilbaínas, plenamente conscientes de su alineamiento con ETA y administradoras de las txosnas o casetas, en muchas de las cuales no faltarán explícitos guiños a la banda terrorista.

El discurso oficial sostiene que ETA ha sido derrotada. Su simple recuerdo recibe las miradas reprobatorias de los más exquisitos representantes del régimen del 78, del que ETA es parte constitutiva pues su acción criminal consolidó el inadmisible privilegio vasco. Alrededor de la 9mm Parabellum se tejió una frondosa red que permeó lo que quedó de una sociedad, la vasca, sometida a una sangrienta limpieza de postulados inequívocamente etnicistas. Sostenido por el famoso cupo, el supremacismo vascongado lleva tiempo aplicando pátinas de romanticismo a los etarras a los que la Ituño, a la que no le faltará trabajo, ofrece un abrazo incapaz de despojarse del gélido rigor mortis.

Top