Antes que Robert Prevost, otros 266 papas ocuparon la Cátedra de Pedro y, a pesar de algunos entre ellos, la Iglesia sobrevive: necesariamente es el mismo Jesucristo quien la protege. A partir de hoy, corresponde a León XIV la misión de conducir a la grey del Pueblo de Dios por la senda de la Verdad e, igualmente, sobre su conciencia recae la responsabilidad de imitar al Buen Pastor y protegernos a todos de las asechanzas de Satanás. Si algún cura progre y almibarado les contó que el Maligno es un personaje de ficción, no le crean porque habla inspirado por el propio Enemigo del género humano. Satanás es un ser tristemente real que busca nuestra perdición y por ello nunca se muestra con aspecto repulsivo o terrorífico, sino que pretende deslumbrarnos y nos adula hasta convencernos de que nadie fuera de nosotros mismos debe indicarnos qué es bueno y nos conviene y qué es nocivo y nos dañará. Precisamente para proteger al rebaño de la voracidad del lobo los pastores siempre se sirvieron del cayado, cuya forma y función evoca el báculo de los obispos, por más que algunos lo empleen a modo de bastón de majorette en espectáculo de variedades.
El pasado 27 de abril, todavía insepulto el cadáver de Jorge Mario Bergoglio, confiaba yo a mis hipotéticos lectores (https://posmodernia.com/ano-primero-despues-de-bergoglio/) la oración con la que imploraba a Dios que se dignara proveer a la Iglesia de un Papa por completo distinto del infausto difunto. El Señor de la Historia ha propiciado -al menos, permitido- la elección de un cardenal de perfil diferente del que yo habría escogido y solamente su infinita sabiduría conoce en qué forma el nuevo pontífice habrá de servir a la Providencia y sus planes, enigmáticos con frecuencia. No parece tratarse de un progresista enragé, dispuesto a rendir culto a Plutón y la plutocracia (que es, en el fondo, lo sustancial en el progresismo de la posmodernidad) o a Eros y el lobby LGTB. Paralelamente, tampoco parece beber de la espiritualidad tradicional al estilo de su tocayo Robert Sarah o del ceilanés Albert Ranjith. Su trayectoria como graduado en Matemáticas, magister en Filosofía y en Teología, doctor en Derecho, profesor de Patrística y Moral, así como políglota múltiple, contrasta vivamente con la enciclopédica ignorancia de su predecesor. En cualquier caso, la suma de diplomas no determina por sí sola la idoneidad del Vicario de Cristo y el tiempo venidero habrá de revelar las razones que movieron a Francisco a ordenar obispo a Prevost (2014) y nombrarlo arzobispo, prefecto del Dicasterio para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina (2023). En el consistorio de aquel mismo año fue creado cardenal, hecho que disipa toda duda acerca de la confianza y el favor de los que gozó en vida de Bergoglio, lo cual proyecta una inquietante sombra sobre la figura del primer Papa estadounidense. Tan inquietante como sus elogiosas alusiones ayer desde el balcón de la Logia de las Bendiciones al desaparecido Francisco, que tanta gloria encuentre como caos y confusión nos deja. Ciertamente, sus primeros gestos no son los propios de un modernista hostil a la Tradición y algunas de sus frases parecen señalar a quien vive la sacralidad y penetra en el misterio con profundidad inimaginable en la simpleza ramplona del argentino.
Sería osado por mi parte aventurar las líneas maestras del pontificado que hoy comienza y me limito ahora a dejar constancia del temor que me atenazaba hasta la tarde de ayer, pues candidatos al solideo blanco había muchos y un buen puñado de ellos se erguían como genuinos espectros de pesadilla. Habremos de conocer a quiénes designa para los cometidos más relevantes y, muy importante, a quiénes destituye. Veremos si confirma en su puesto a Pietro Parolin, el inepto que maniató a la Iglesia y la adornó con un lacito rojo para obsequiar a la dictadura china. Me refiero, por supuesto, al prevaricador que ha facilitado a Pedro Sánchez la profanación inminente de la Basílica pontificia de la Santa Cruz del Valle de los Caídos. Habremos de ver si Víctor Manuel “Tucho” Fernández, perpetrador de la declaración Fiducia Supplicans, permanece al frente del Dicasterio para la Doctrina de la Fe o, por el contrario, si es relevado para que disponga de tiempo libre y continúe su producción erótico-bibliográfica, iniciada con el panfleto (retirado de la circulación) La pasión mística. Espiritualidad y sensualidad. Presenciaremos la toma de decisiones, a partir de ahora, de León XIV que deberá elegir entre el aplauso complacido de los grandes de este mundo o el servicio abnegado -difícil siempre, ingrato y peligroso en ocasiones- a la Verdad, que por serlo es única. A la Verdad que incomoda a los poderosos porque señala sus tretas y engaños. A la Verdad eterna e inmutable que niegan quienes desean confundir a los hombres para que se crean dioses y así poder esclavizarlos ante los ídolos globales de nuestro tiempo. Que el Señor conserve a León XIV, le dé vida, le haga santo en la tierra, y no lo entregue a la voluntad de sus enemigos. Y, si Dios así lo quiere, que yo se lo pueda contar.