De sinvergüenzas y hooligans

De sinvergüenzas y hooligans. Axel Seib

Hoy podrán decir que soy algo perezoso porque mi artículo no desarrolla ninguna teoría. Y es cierto. Pero hemos llegado a tal punto en que lo único que me interesa, es denunciar hechos. Hechos por todos conocidos, pero que hemos normalizado. Pero espero que, leídos en conjunto, despierten alguna conciencia sobre el momento crítico que vivimos.

Quiero hablar primero de los sinvergüenzas que controlan el estado.

Empezaré ligero, mentando a Tito Berni y sus «aficiones».

También mentaré a un ministro de Transportes, mano derecha de Sánchez, que colocó a un tal Koldo, portero de club de alterne, de consejero de Renfe. Y acabó siendo el «caso Koldo» y las comisiones por las mascarillas.

El mismo exministro Ábalos y sus «sobrinas». Esas mismas sobrinas que cobraban por servicio y a las que, tambien, colocó en empresas públicas. Yo a veces creo que muchos miembros del gobierno cuando ven la palabra «público» lo entienden sin ele.

Ese señor Ábalos que, supuestamente, se fue de fiesta a un Parador Nacional con una furgoneta llena de señoritas. Bueno, sobrinas. Es una familia muy numerosa y cariñosa, parece ser.

Tenemos al hermano del presidente. Un gran músico que no sabe ni dónde estaba la oficina de su puesto de trabajo.

Tenemos a la tan amada esposa del presidente y sus negocios. Negocios con sospecha de tráfico de influencias. Pero seguro que es falso, Pedro la quiere mucho y la fuerza del amor lo salva todo. Y si no fuera así, existen chivos expiatorios e indultos.

Pero también tenemos al propio presidente y su cambio de posición respecto al Sáhara Occidental tras ser su móvil espiado por el software israelí «Pegasus».

Tenemos a los afectados por la erupción en La Palma, tras años, viviendo en contenedores e, incluso, pagando.

También tenemos a la mayoría de los afectados por la DANA en Valencia sin cobrar nada tras 8 meses de espera. Pero aquí Pedro fue rápido, la culpa entera fue para Mazón. Pareciera que el despliegue, a todas luces insuficiente, del ejército y cuerpos del Estado, fue cosa del gobierno autonómico. Ya se sabe, si alguien quiere algo, que lo pida a su señoría.  Y con genuflexíón.

A los que no les hace falta pedir es a todos los varones jóvenes y con iPhone y armas blancas llegados a nuestras costas. Hoteles de cinco estrellas y muchachas de la Cruz Roja para bailar. En Valencia eran más de aparecer cada dos días para repartir colirio. Parece que no saben quitar lodo.

Cosas de un gobierno que aplicó dos estados de alarma inconstitucionales durante la pandemia, vulnerando derechos fundamentales. Se podría haber aplicado la figura correspondiente o haber aprobado una ley que definiera mejor las necesidades, competencias y límites en la aplicación de medidas de control social. Pero eran más cómodos dos estados de alarma aunque se declarasen inconstitucionales. Ese es el miedo que le causa al gobierno vulnerar nuestros derechos fundamentales.

El heredero de Ábalos en el Ministerio de Transportes haciendo auténticas obras de arte. Quizás pretenda dejar el transporte ferroviario tan dañado e inútil como el servicio que ofrece Correos. Otra obra de arte del gobierno. Aunque, por lo menos, podemos decir que «hemos salvado la españolidad de Talgo». Gracias al ministro de transportes, la ha comprado una empresa siderúrgica vasca incapaz de pagar la multa impuesta a Talgo por la propia Renfe. Así que el ministro busca que el ICO le conceda un crédito a Sidenor. Huele fenomenal.

Recientemente tenemos a una tal Leire y sus supuestas labores de «fontanería» que abarcan todo tipo de cosas para favorecer al gobierno de formas que, si se demostrasen, dejarían al gobierno a peor altura que una organización mafiosa.

Tras más de un mes de un apagón general, no hay explicaciones. Pero parece haber miedo por unos audios. Sería gracioso que desaparecieran dichos audios.

Tenemos las constantes amenazas del gobierno por controlar las noticias y adecuarlo todo a la verdad oficial. Y proyectos legislativos para salvar de la cárcel a familiares del presidente. Aunque no es raro, hablamos del presidente que iba a acabar con los indultos y se ha dedicado profusamente a indultar a todo aquel delincuente que le sea necesario. Y digo delincuente porque un condenado por comisión de delitos, es un delincuente. Aunque otros prefieran la palabra «socios de investidura».

También querría mentar la bonita y nada tensa relación del gobierno con los enfermos de ELA. Otros más en la parte de atrás de la larga lista del gobierno. Tiene más urgencia el fetiche de Puigdemont con poder hablar en catalán en la UE que una persona enferma de verdad y no en sentido figurado.

Aunque también tenemos el coste mayúsculo del Ministerio de Igualdad sin que desciendan las víctimas mortales. Pero los que si que notaron esa inversión, fueron los excarcelados prematuramente gracias a la ley salida de ese ministerio.

Y no quisiera olvidarme una larga mención hacia el cariño que le tiene el sector primario al gobierno. Aunque no es raro, una larga lista de agravios que ya existía cuando un tal Garzón, exministro de Consumo, se ciscó en la ganadería intensiva y en el consumo de carne. Y ahora, tras dos años de pesadilla con el precio del aceite de oliva y, pagando el gobierno por poner olivos en Marruecos, se talan miles de olivos para poner paneles solares. Cualquiera diría que nos gobiernan nuestros peores enemigos y que no pueden consentir que algo nos vaya bien.

Pero ya está bien de hablar de los sinvergüenzas. Si tras la pequeña lista de vergüenzas del gobierno, no se quiere ver el problema, es cosa de señalar a los otros responsables. Los hooligans que los rodean.

Y si, me refiero a todos aquellos forofos y creyentes sectarios de los «Testigos de Pedro Sánchez» que ante cada caso de corrupción, cada inmoralidad manifiesta, cada mala palabra, cada mentira, cada traición y cada clavo más sobre nuestro futuro, se dedican a echar balones fuera. No hay ningún «es que los otros son peores» que tape el gigantesco hedor de corrupción política y moral que sufre la Nación. Básicamente porque todo lo que hacen los hooligans de Pedro en sus variopintas pieles, desde la Charo al moreno en patinete, pasando por el bobo narcotizado por canales de televisión, no es más que subir el volumen de la radio mientras se pasa por un estercolero. Pueden subir el volumen todo lo que quieran, pero el hedor causa arcadas a cualquier persona que no esté metida en ese lodazal ponzoñoso de depravados. Y eso jamás cambiará.

Son la otra parte del problema. Porque los problemas suelen tener dos partes, si. Pero no enfrentadas, sino complementarias. Cuando las partes están enfrentadas, no hay un problema, hay conflicto. Es cuando una oligarquía corrupta hasta las trancas y sin ningún tipo de reparo moral ni vergüenza encuentra en una parte importante de la población un enorme escudo humano, que hay un enorme problema. Y cuando el problema pretende continuar avanzando gracias a ese escudo humano formado por alienados y morralla moral con mucho que ocultar,  es cuando surge el potencial conflicto. Porque nadie con dos dedos de frente quiere seguir viendo la degradación de nuestro país. La mezquindad y avaricia de los corruptos y sus siervos es infinita. Por ello, nuestra paciencia debe tener un límite.

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