Desde hace 37 años un festival nacido en un pueblecito inglés, Hay on Wye, en 1988, y en origen patrocinado por el periódico The Guardian se despliega por el mundo hispano. Es un festival de literatura, periodismo, ideas, “un festival Woodstock de la mente”, como lo bautizó Bill Clinton. Tras el patrocinio de The Guardian, vino el del Sunday Times, The Daily Telegraph y últimamente los del Grupo Tata, la BBC y el British Council, junto a patrocinadores locales en cada caso. En 2020 se le concedió el premio Princesa de Asturias.
Lo interesante del hecho es que, nacido en la ribera de un pequeño pueblo galés con 41 librerías, la genuina implantación de los festivales se ha hecho en países hispanófonos: Arequipa, Perú; Jericó, Colombia; Cartagena, Colombia; Querétaro, México; Segovia, España. Hay ediciones más pequeñas, llamadas foros en Dallas, EEUU; Moquegua, Perú; Panamá City, Panamá; Medellín, Colombia; Sevilla, España; Ayacucho, Perú y Santiago de Chile, Chile
No ha arraigado en países de habla inglesa, ni en países árabes, ni en francófonos, ni en lusófonos, ni en Italia, ni en Alemania. Su territorio de conquista han sido los países de habla hispana, ejerciendo una tutela influyente sobre qué se considera literato, periodista y cultura en cada uno de esos países. Una definición del canon, no ya de Policleto, sino del canon del Hay. Hoy en día, también se han incluido películas y talleres para niños.
En el resto de los países del mundo las experiencias han sido variadas, pero no repetidas como en España e Hispanoamérica. Fugaz en Emiratos, con un escándalo por acusaciones de abuso sexual y de falta de libertad de prensa, y salpicado de algunas críticas por temas relacionados con Israel.
Lo sorprendente del crecimiento del Hay Festival es que la Acción Cultural Española, agencia que distribuye generosos fondos nuestros como contribuyentes, se ha sumado con entusiasmo a este proyecto, subordinándose a una dirección y un concepto definidos en el Reino Unido y que en la propia Inglaterra bautizan como una extraordinaria herramienta de diplomacia cultural. Parecería una reedición del programa del Congreso por la Libertad de la Cultura, instrumento que usó Estados Unidos para influir en los intelectuales y escritores del franquismo y de la transición en España, como describe magistralmente Iván Vélez en “Nuestro hombre en la CIA”. Pero en aquella ocasión los fondos económicos eran estadounidenses, en este caso sumamos nuestro dinero a un programa cuyo contenido no gobernamos.
Leyendo recientemente el interesante ensayo del profesor español en UCLA, Jesús Torrecilla, “El colonizador colonizado. Paradojas del Imperio español” no puedo más que concluir que es un nuevo episodio de colonización cultural del ámbito hispano. O de subordinación fundante, como diría el ensayista argentino Marcelo Gullo. La adhesión entusiasta de instituciones españolas, suramericanas y literatos hispanos (Vargas Llosa lo llevó a Arequipa) no ha encontrado paralelo en otros países o sociedades del mundo.
En Arequipa el contenido del festival en 2017 fueron los quinientos años de la Reforma luterana, contenido que en una ciudad barroca como es la natal de Vargas Llosa, tiene un indudable propósito propagandista. ¿Hablarían de Trento? En Colombia, en 2017 se trataba de armisticios, y en 2016 se había firmado el tratado (que el pueblo colombiano había rechazado en referéndum) entre el Gobierno y las FARC.
La habilidad de la diplomacia británica no habrá dejado de constatar que la primera lengua materna internacional es el español y que es en ese territorio físico y virtual donde debe extender sus terminales, y estar atentos a como se desarrollan sus modelos, sus referencias y su inconsciente colectivo. Carlos Leañez Aristimuño en su libro “Porque el futuro es hispano” explica con solvencia qué arma de poder blando en el mundo es el español y como está de infrautilizada. Un hecho asombroso viene a corroborar esta situación. El primer libro sobre el Papa León XIV “León XIV, ciudadano del mundo, . misionero del siglo XXI” sale publicado primero en español el 18 de septiembre, editado por Penguin Random House. Habrá que esperar a 2026 para la edición en inglés. Una primicia en nuestro idioma, por su inmensa presencia, de la cual sacan tajada las editoriales inglesas.
No discuto ni critico la calidad los encuentros, ponentes y entrevistados del Hay Festival, pero me pregunto si no merecería la pena que un conjunto semejante de festivales hispanos tuviera un claro propósito de beneficio para las industrias culturales de los países en que suceden. Es decir que existiera un objetivo de engrandecer la imagen, la economía, la solidez y la proyección del ámbito cultural hispano en lo que tiene de global y de específico. ¿Crecen nuestras industrias culturales, nuestras editoriales? ¿Mejora la imagen de lo hispano en el mundo? ¿Es realmente un reflejo de todas las tendencias sociales y políticas? Sería conveniente que la agencia de la Acción Cultural Española nos lo explicase.