Introducción.
El deseo de construir una sociedad enteramente nueva, alejada de la cultura capitalista previa, fue una de las primeras consignas seguidas de manera amplia por los intelectuales de la URSS durante los años veinte y treinta del siglo pasado. No se trató nunca de una única tendencia, justo es señalarlo. Muchos comunistas buscaban crear un acceso amplio para los productos de todo tipo, incluidos los culturales, que alcanzaran a la mayor parte de la población, y rechazaban desde luego algunas tendencias previas pero no buscaban la construcción de un mundo enteramente nuevo. Sin embargo, muchos intelectuales comunistas sí buscaron esa nueva cultura y ese nuevo hombre, no sólo en la URSS de aquel tiempo sino en otros muchos países y en diferentes épocas, desde Camboya a la China de Mao.
Como es evidente, la propia concepción del lenguaje no podía escapar a ese gigantesco proyecto de ingeniería social, y la figura que encarnó el designio de un nuevo lenguaje que viniera a sustituir el viejo lenguaje del mundo burgués fue un georgiano de origen británico y de trayectoria académica un tanto estrafalaria: Nicholas Marr[1] (1864-1934)
Hijo del escocés James Murray y de una campesina georgiana, desarrolló su primera carrera en la Facultad de Lenguas Orientales de San Petersburgo, de la que llegó a ser decano (1911) y al año siguiente ingresó en la Academia de Ciencias de Rusia. Mostró siempre un gran talento para el aprendizaje de las lenguas de Oriente Medio, aunque no recibió formación en el campo de la Lingüística en ningún momento de su carrera. Historiador, arqueólogo, excavó la capital del antiguo reino medieval de Armenia, Ani, en la década de 1910 y ya tras la revolución rusa comenzó a desarrollar su “teoría jafética”, que en un primer momento defendía el origen común de una serie de lenguas como las caucásicas, el etrusco y el vasco, y que más tarde, a partir de 1924, evolucionó hasta postular el origen de todas las lenguas en una serie de palabras que rastreaba en todas las lenguas del mundo. Para afianzar su fuerza en el campo académico, buscó el apoyo del Partido Comunista y presentó su propuesta acerca de la “lucha de clases” que defendía se había producido entre diferentes estratos de las mismas lenguas. También sostuvo -y esto es lo sustancial para el asunto que nos ocupa- que las lenguas modernas tenderían a fundirse en una sola lengua en la sociedad comunista, ya que el objetivo de la misma era suprimir las clases sociales, y según su interpretación las variantes idiomáticas dependían realmente de la clase social del individuo. Esta fue una de las principales bases de las campañas de normalización llevadas a cabo en los años veinte por las autoridades soviéticas. Esta construcción de una nueva lengua que correspondiera al hombre se vio interrumpida por el fallecimiento de Marr en 1934, en la cumbre de su éxito político y académico, pero en 1950 Stalin permitió que sus ideas fueran refutadas en público y que los principales medios del Partido Comunista las tacharan de acientíficas. La recuperación de la identidad rusa durante la II Guerra Mundial y el buscar consolidar el régimen en el antiguo imperio zarista y en la zona de influencia resultante de la Guerra condujeron a desechar aquellas ideas que, efectivamente, eran una gigantesca superchería. Curiosamente las propuestas de Marr en los campos de la Arqueología y la Historia de los pueblos del Cáucaso no han recibido un juicio tan adverso, posiblemente por haber sido menos influenciados por el deseo de politizar estos campos de estudio y por la superior formación de Marr en estos campos.
El carácter acientífico de la lengua nueva y de todas las ideas y suposiciones “lingüísticas” -que me perdonen mis compañeros académicos por denominarlas así, es por entendernos- condujo al total descrédito del marrismo en la Unión Soviética, y es una de las principales razones de que en la Europa del Este no se haya producido en épocas posteriores fenómenos similares al del lenguaje “políticamente correcto”. Como en las demás esferas, en política y en el mundo de la cultura, el paso por el socialismo y todas sus locuras sirvió de vacuna a las sociedades de Europa del Este.
La Lingüística europea y sus relaciones con el marrismo.
Una de las principales razones del éxito de Marr en la academia soviética fue precisamente su distanciamiento de las teorías lingüísticas en boga en Europa en aquel tiempo, por lo que a pesar de las relaciones de la intelectualidad europea con el régimen comunista, su presencia en la vida académica europea fue limitada, con la excepción de los estudiosos de vasco o etrusco, e incluso en esos casos con límites claros. Lo extravagante de muchas de sus propuestas tampoco facilitaba su expansión; sin embargo, el hecho de que no tuviera seguidores no significa que sus propuestas no fueran conocidas. Muchos profesores del Circulo de Praga procedían de la URSS, en muchos casos tenían una formación importante en lenguas de Oriente Medio y su posterior paso a otras partes del Europa y de EEUU contribuyó sin duda a que las teorías de Marr, si bien no fueran seguidas, sí fueran conocidas en los medios académicos occidentales. Trubetzkoy, Roman Jacobson -en especial este último- tuvieron un papel muy relevante en la formación de figuras como Roland Barthes y las ideas acerca de un lenguaje nuevo, resultado de la deconstrucción de lo anterior y la creación de una nueva identidad, que serían de uso corriente a partir de Derrida y la difusión del Deconstruccionismo, difícilmente se habrían dado sin su precedente soviético, Nikolay Marr. Sin embargo, parece obvio que la figura más destacable para la recepción de las ideas de Marr fue Louis Althusser, un destacado filósofo marxista que tuvo entre sus discípulos al propio Jacques Derrida, Michel Foucault, Etienne Balibar, Alain Badiou…
Parece evidente que en la construcción de una neolengua tenemos un antecedente en la Unión Soviética, y no deberíamos olvidar su peculiar decursos histórico, porque es evidente que estamos comprando mercancía averiada en Occidente, y los propios impulsores de estas ideas en el campo de la Linguística son conscientes de ello.
[1] Acerca de Marr y del marrismo, vid: Pollock, Ethan, Stalin and the Soviet Science Wars, Princeton University Press, 2008, 106ss; Mounin, George, Historia de la Lingüística desde los orígenes hasta el siglo XX, Madrid, Gredos, 1963, pp. 32-33. “Marrism” en el Oxford Dictionary.
Sidorchuk I.V. “Hidden Dragon: N.Ya. Marr, Marrism And Pseudoscience For Political Doctrine”, The European Proceedings of Social & Behavioural Sciences. 18th PCSF 2018 – Professional Сulture of the Specialist of the Future. 2018. ISSN: 2357-1330. Volume LI., pp. 180-190
En el mundo académico español el principal estudioso del Marrismo es Juan de Dios Luque. Cfr. Serie Granada Lingüística.