Futuro Vegetal: perejil de todas las salsas negrolegendarias

Futuro Vegetal: perejil de todas las salsas negrolegendarias. Iván Vélez

A principios de 2024, fecha ideal para plantearse nuevos propósitos como ponerse a dieta, ir al gimnasio o aprender idiomas, el Ministro de Cultura, Ernest Urtasun, anunció la puesta en marcha de un proceso de revisión de las colecciones de Museos Estatales para superar el «marco colonial» y «las inercias de género o etnocéntricas», que las han «lastrado». Si los planes dietéticos o idiomáticos suelen decaer con el paso de los meses, el del ministro sumarita no se ha detenido.

Entre las acciones emprendidas por su ministerio se puede citar el cambio de las cartelas de las piezas expuestas en el Museo de América, de las que se han eliminado términos como «indio» o «mulato», la retirada de la mirada pública de los restos humanos y la eliminación del Premio Nacional de Tauromaquia. Tal y como era de esperar, a Urtasun le faltó tiempo para mostrarse favorable al fortalecimiento del aragonés y del asturiano. Al cabo, para el barcelonés, el idioma colonialista es el español.

En este contexto negrolegendario impulsado institucionalmente, no es de extrañar que el pasado Día de la Hispanidad, dos elementas, dos miembras de Futuro Vegetal, entraran en el Museo Naval de Madrid y arrojaran pintura, dicen que biodegradable, al lienzo de José Garnelo, Primer homenaje a Cristóbal Colón, premiado con la Medalla de Oro en la Exposición Internacional de Chicago de 1893. El color elegido fue el rojo, el rojo sangre. El del supuesto genocidio cometido por los españoles en Las Indias o, por decirlo con la jerga elusiva de lo español que Futuro Vegetal emplea, en Abya Yala.

La organización de la zanahoria reivindicó el acto vandálico en sus redes sociales: «12 de octubre, nada que celebrar. Justicia ecosocial». El colectivo, que exige al Gobierno acabar con las subvenciones al sector ganadero, podía haber escogido cualquier otra fecha, pues el, con perdón, reino vegetal, no se vio afectado, en modo alguno, por la llegada de las tres descubridoras carabelas españolas al Nuevo Mundo. Sin embargo, Futuro Vegetal pretende ser el perejil de todas las salsas acogidas al prestigio de la palabra «progreso», no podía sustraerse a buscar foco mediático en tan señalada fecha. Adheridos a Extinction Rebellion, los futurovegetarianos o futuroveganos, que dicen ser una organización «no partidista, descentralizada, que utiliza la acción directa no violenta y la desobediencia civil para persuadir a los gobiernos de que actúen con justicia en la Emergencia climática y ecológica», enseñaron su patita o, por mejor decir, su raíz o rizoma, el 12 de octubre que, según dicen «simboliza el despojo y el sufrimiento colectivo» de los pueblos originarios.

Sin embargo, la realidad histórica dista mucho de ajustarse a las fantasías vegetales de estas activistas que, orgullosas de su hazaña, exhiben en su perfil de X la imagen del cuadro vandalizado. Su infantil visión de una América prehispánica entendida como un vergel, como un paraíso congruente con las exageraciones lascasianas, choca con la realidad de un continente cuyas poblaciones, en innumerables casos, mantenían violentas relaciones a las que acompañaba la existencia de la esclavitud, de los sacrificios humanos y de la nada vegetariana práctica de la antropofagia.

Pretender hacer entrar en razón a estas fanáticas que dicen haber protestado «de manera no violenta contra la propaganda colonial de la monarquía hispánica», es echar margaritas a los cerdos. Sin embargo, un baño de realidad punitiva, el que podría derivarse de la querella interpuesta por VOX por delitos de daños al patrimonio histórico, daños agravados, desórdenes públicos, resistencia y desobediencia y asociación ilícita, vendría muy bien a estas energúmenas sobre las que Urtasun, firme partidario del «ecofeminismo decolonial», no se ha pronunciado.

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