Los últimos acontecimientos en política internacional, las conversaciones entre Trump y Putin, con un posible acuerdo para la paz en Ucrania, con el lento pero imparable, avance de las tropas rusas, han demostrado la absoluta irrelevancia geopolítica de este cadáver llamado Unión Europea.
Trump, que es un realista en relaciones internacionales, ve la guerra de Ucrania como una herencia desagradable de su antecesor, el nefasto Biden. Por una parte, no ve a Rusia como un adversario, por otra sabe perfectamente que esta guerra está perdida. Quiere cerrar el tema, aunque sea cediendo a las exigencias territoriales de los rusos. Así se pondrá la medalla de haber sido el artífice de la paz, y (como buen empresario) ve, en la reconstrucción de Ucrania, una posibilidad de negocio.
Putin, viejo zorro educado en la KGB, es consciente de ello y, como está ganado la guerra, sabe que el tiempo corre a su favor, pues sus tropas van avanzando, lentas pero imparables. Cuando más se tarde en llegar a un acuerdo, más territorio habrán conquistado, y este territorio ya no lo van a ceder.
En medio queda el cadáver ambulante llamado UE. Arrastrados a una guerra contraria a sus intereses por el globalismo de Biden, con unas sanciones económicas que han perjudicado mucho más a sus estados que a la propia Rusia, ven, con desesperación, como les abandona el “papa” yanqui, como se toman decisiones sin contar con ellos, en definitiva, se dan cuenta de su irrelevancia geopolítica más absoluta.
Su reacción es una histeria belicista que raya el surrealismo. Quieren que los estados de la UE aumenten su presupuesto de defensa (paradójicamente es lo que Trump les exige), hablan de restaurar el servicio militar obligatorio, y quieren convencernos de que Rusia pretende conquistar toda Europa.
Después de décadas de sembrar el individualismo, el nihilismo y el consumismo, ahora pretenden que los jóvenes europeos se inflamen de “ardor guerrero”, en defensa de no se bien que y en contra de un enemigo imaginario.
Hablan de “libertad”, cuando en los estados de la UE la censura aumenta día a día. Hablan de “justicia” cuando las poblaciones de estos estados están cada día más empobrecidas. Hablan de “seguridad” cuando las ciudades europeas son cada día más inseguras. Hablan de “·defensa” mirando a Rusia, cuando el auténtico peligro para Europa es el terrorismo islámico, incubado en los arrabales de las propias ciudades europeas entre los jóvenes inmigrantes de tercera o cuarta generación.
La UE es ya un cadáver. Démosle una “muerte digna”.