1. Si todas las opiniones son válidas, al final no se impondrá ninguna por la fuerza de sus razones, sino por la fuerza de quienes las sostienen. El relativismo nos deja sin defensas contra el más fuerte.
2. Que haya habido épocas y lugares donde maltrato, pederastia y esclavitud hayan estado permitidos no significa que tales actos no sean objetivamente perversos, sino que en esas épocas y lugares los más débiles no han podido evitar que se les trate tan mal.
3. Ni tiranía ni anarquía: libertad; ni machismo ni hembrismo: humanismo; ni igualitarismo ni discriminación: igualdad ante la ley; ni narcisismo ni colectivismo: fraternidad. ¿Cómo no nos entendemos si todo está tan claro?
4. La democracia es, por esencia, relativista en lo político y dogmática en lo moral: todo se vota, pero la dignidad de cada persona y sus derechos naturales no se tocan.
5. El mal es abusar, odiar, maltratar, mentir, malmeter, difamar, ridiculizar, negar el auxilio, la palabra o la oportunidad, promover la ignorancia, la miseria y la tiranía; y el bien es justo lo contrario. ¿Quién no es dogmático en eso? ¿De dónde tanto relativismo?
6. Todos somos dogmáticos en aquellas verdades que consideramos innegociables; el problema, pues, no es el dogmatismo, sino el fanatismo que las convierte en excusa para la violencia, y el relativismo que les socava su capacidad para dotar de sentido.
7. El remedio contra el fanatismo y el relativismo es ese consenso que solo alcanzan los dogmáticos que no son ni fanáticos ni relativistas.
8. El relativismo de hoy es el disfraz del fanatismo de mañana.
9. El fanatismo no consiste en estar muy convencido de las propias ideas, sino en negar al otro legitimidad para pensar, decir y actuar de acuerdo con las suyas.
10. La idea no fanatiza al hombre, sino el hombre a cualquier idea que le bendiga los desmanes. Por eso el fanático está más dispuesto a matar por sus ideas que a morir por ellas.