Andrés Calamaro, el poeta popular que incomoda a la progresía

Andrés Calamaro, el poeta popular que incomoda a la progresía. Julián Otal Landi

“… mía es la columna del pueblo, los intelectuales y los toreros, entre otros colectivos (…) (hay que) darle variedad al Congreso es el reflejo de la realidad (…) cuestiono las tradicionales alas de la derecha y la izquierda” y afirma que este es “un escenario de bancos y de Bruselas, un mundo global que defiende las tradiciones mientras que las suprime igualando lo distinto”.

Así salía de la acusación, con un pase de pecho como sus admirados toreros, Andrés Calamaro años atrás cuando había sido atacado por amplios sectores de los medios por sus muestras de simpatía hacia la denominada ultraderecha en España. Aclarando la obviedad de que él no era ciudadano español, que no votaba allí pero que si le preguntaban él respondía. Prefería el “vértigo de los patriotas y reaccionarios” antes que la partidocracia alternada entre PSOE, PP y Podemos.

Ahora, en su reciente álbum en vivo grabado en España titulado Razzmatazz (una discoteca popular de Barcelona) grabado en 2010 decide incorporar un dialogo infructuoso con el público. En la previa a la canción de “Mi enfermedad”, el exitoso cantautor le confiesa a la audiencia que “el verdadero catalán debe defender el idioma castellano”. La respuesta del público no se deja esperar, y en el medio del bullicio (que inferimos que traía consigo insultos) al Salmón le sale el karma argentino y le dice (a uno del público) “Pará, boludo, déjame terminar…” Luego, resignado, le pide a alguien del staff que lo hagan subir al indignado para “que cante el siguiente tema en catalán” o “que le convide un porro”. Evidentemente, a Andres “no se le escapó” ese detalle al momento de masterizar el disco para presentarlo más de diez años después. Así, como nos tiene acostumbrado desde hace años, prefiere enfrentar a los cuernos de la progresía. Una vez más, agita su manto provocando a la bestia.

Precisamente en 2010 había sido el conocido “procés” soberanista que años después derivó en la intervención que truncaba los sueños de independencia de Cataluña. La reacción de Andrés Calamaro es la de provocar, de la misma manera en que lo ha realizado contra la democracia liberal, los discursos globalistas y las posturas de moda, propia del progresismo. Volviendo al suceso que se refleja en su último álbum cuando le pide al agresor que suba a cantar en catalán expone magistralmente la hipocresía discursiva del antihispanismo: Calamaro siempre cantó en castellano, forma parte del acervo del rock en “español”, le encanta Cataluña pero ¿por qué todo lo español con sus tradiciones que son fuertes murallas ante el avance de las políticas globales que interesan a las corporaciones deben ser demolidas como son las corridas de toros, como es la unidad territorial de España (con cada uno de sus territorios que la componen desarrollando sus culturas milenarias)?

Los edukadores

Los edukadores (en alemán Die fetten Jahre sind vorbei, «Los años de abundancia han pasado») es una recordada película alemana de 2004 escrita y dirigida por el austríaco Hans Weingartner. La misma narraba los eventos sucedidos a tres activistas anticapitalistas (aparentemente anarquistas). En una de sus “intervenciones” sobre casas ajenas, se topan con el dueño al que deben secuestrar para que este no los denuncie. Hardenberg, el propietario, enseguida percibe el modus operandi de estos cuatro jóvenes idealistas y les comenta que alguna vez también tuvo sentimientos revolucionarios, pero que mantener su vida personal requirió dejar de lado tales ideales para amoldarse al mundo capitalista. En uno de esos diálogos memorables, el revolucionario devenido empresario les confiesa que “si no sos revolucionario antes de los 30, no tenés corazón. Pero si lo sos después de los 30, no tenés cabeza”. Ya es harto recurrente la acusación hacia el “rockstar” Andrés Calamaro de que se volvió “facho”. Y, la realidad, erigirse como un artista del Pueblo no es gratuito, no cabe en la cabeza de los progres que nunca salieron de la cancha de pelota de la revolución francesa: las posiciones tienen que estar a la derecha o a la izquierda sino, lo incognoscible) A nosotros, los peronistas, nos suena conocida ya que nos acusan de ser fachos desde hace 80 años. Desde que el Coronel Perón les hablaba al Pueblo en términos nacionales.

En febrero de este año, los medios y redes se hicieron una panzada ante el encuentro entre Calamaro y Juan Grabois, dirigente del Movimiento Piquetero y precandidato a presidente. Alguna vez, había afirmado:

“No rechazo al peronismo. Pero tampoco puedo considerarme un “peronista auténtico” como fue Leonardo Favio. El peronismo es complejo, tampoco está siempre definido ideológicamente, es un movimiento popular contradictorio al servicio de una doctrina. Lo importante es no ser demasiado antiperonista. Ahora mismo el peronismo “de base” es de izquierdas, pero en el conjunto no es de derecha ni de izquierda. Existe la política dura y la política que involucra a los ciudadanos en su militancia”.

Una definición muy lucida que a muchos peronologos les costaría aceptar…

Andres viene de una familia culturalmente amplia, con más sintonía hacia el socialismo. Su padre, el notable intelectual Eduardo Calamaro, fue uno de los fundadores del MID de Rogelio Frigerio. Uno de sus hermanas fue cantante y militante de Montoneros. Él se formó artísticamente en plena época transicional del Proceso a la apertura democrática.

“ Mucho matute de gorra en la calle,
mucho «no, señor» «sí, señor»,
en casa no teníamos televisión
y no había escrito una canción.

No me interesaba la pelota,
iba a San Telmo a comprar cosas viejas y rotas,
pero el papá de un compañerito
nos llevaba a ver a Independiente.

Era la época de Pastoriza,
Santoro y el Chivo Pavoni,
y el viejo de mi amigo que vivía en Ciudad de La Paz,
fue desaparecido y no lo volví a ver más”

Rezaba Andrés en su canción autobiográfica “El Palacio de las flores”, grabado en 2006 junto a un patriarca de nuestro rock como Litto Nebbia. Asistió a la gran desilusión que había significado el alfonsinismo. De hecho, las referencias a las políticas económicas infructuosas forman parte de muchas canciones de Calamaro (contemporáneos o no).

“Él es parte del mundo actual

Ella vive en el futuro

Él fue parte del Plan Austral

Y ella es la «jefe del nido»

Y juntos, pero solos, como cadena…” (“Siete segundos” con Los Rodriguez)

Precisamente, para 2010, en “On the rock” salía la alegórica “Gomontonera”

“Mi tirabombas vos te vas primero (¡en primera!)

Con el plan de ahorro primavera

Por tierra en un tren de promesas

Y por mar en gomón y patera

Por tierra en un tren de promesas

Y volver en gomontonera…”

¿acaso los socialdemócratas volvían disfrazados de montos? El histórico 2010, además del bicentenario, significó el fallecimiento de Néstor Kirchner y el surgimiento de un kirchnerismo jacobino que veía en Cristina a una autentica sucesora de Juan Perón. Aunque ideológicamente, concentraba postulados mayoritariamente tributarios de la socialdemocracia y, discursivamente, reivindicaba a la “juventud maravillosa” que se había rebelado al “viejo” en los setenta. Muchos de los intelectuales que se creían revolucionarios en los setenta, habían regresado de su exilio en los ochenta devenidos reformistas, listos para asesorar a Alfonsín y engrosar las filas del Club Socialista. En “Gomontonera”, naufragando sobre las aguas del posmodernismo…

Andrés fue uno de los hijos de la democracia que se vio obligado a partir de su país por el fracaso del proyecto alfonsinista viajando a España en busca de una posibilidad de reencauzar su carrera musical. La industria discográfica local estaba quebrada. Por entonces, Calamaro no contó con la fortuna de Fito Páez pero en la crisis encontró la oportunidad y formó junto a Ariel Rot el conjunto iberoargentino Los Rodriguez.

“Ojalá que estén vivos y bien

en el país de síganme,

«síganme, no los voy a defraudar»

¿a dónde?, donde se cagó un conde

a donde los capos los crucifican

primero míralo al número 10,

pero no basta con abrir los ojos

para darse cuenta de todo a la vez”

En “El palacio de las flores” Calamaro reaccionaba ante el neoliberalismo que llevaba Carlos Menem. Una política de vaciamiento no solo a nivel socioeconómico sino que, indefectiblemente, cultural. Época donde las figuras populares eran chivos expiatorios para desviar la atención de la sociedad (primero míralo al número 10, Diego Maradona)

El conductor

Peronista o no, Andrés se encuentra más en sintonía con el pensamiento nacional y popular que muchos que se autoperciben justicialistas. Siempre se ha referenciado al gen peronista en diversas canciones, aunque la más explícita sea “Conduxión”. Una canción poco conocida que compartiera Andres Calamaro en la web en aquellos tiempos febriles de cambio de milenio, donde después de batir records de canciones editadas en un álbum (El Salmón), seguía agregando curiosidades en las redes bajo el concepto llamado “Radio Salmón Vaticano”. Del mismo luego saldrían primeras versiones de futuros éxitos como “Los chicos”, “Bachicha”, “El tilín del corazón”, etc. Pero dentro de ese caudaloso acervo musical sale una curiosidad llamada “Conduxión”, donde Calamaro reflexiona que Perón fue el único conductor de la nación, y por tal motivo, le cortaron las manos. ¿Habrá sido Alfonsín?, aduce socarronamente, quien fuera “el eterno delfín de Balbín”. Detrás de la canción hilarante surgen sentencias básicas sobre la conducción política.

“El átomo peronista es la lealtad y la traición. Cuando no hay un líder, el peronismo no gobierna”, le dijo recientemente a Jorge Lanata expresando una síntesis angustiante pero real. Si no hay líder, no hay conducción. Si no hay conducción, es inevitable enroscarse entre leales y traidores. La lealtad corre detrás del poder. Y si hay vacío de poder, no hay gobierno peronista. Una suerte de deslices concadenados que llevan a ello. Por eso, se perdió en el 83 y por eso fracaso la renovación y ganó Menem. La tuvo también Néstor Kirchner y Cristina, luego, en una segunda instancia. Y ahora…

“Todos los argentinos vivos somos muy escépticos, observamos hace muchos años que la política no ha servido en nuestro país. Nuestro curioso bipartidismo, está más partido que bipartido… O repartido. Es más deuda, más deuda, más pobreza. Es una inercia que no recuerdo desde mediados de los ‘70″

Para el álbum “On the rock” hace una gran analogía con su canción “El perro”:

“ ¡qué lástima Argentina!

Eras un bizcochuelo, ahora sos gelatina…

Otra vez nadie dice la verdad

Ni en pedo ni de casualidad

La coima en el senado no es pecado

Un pibe está en cana por viajar colado…”

Si nuestra cultura nacional y popular es un producto en el cual están presentes una serie de mitos, transfiguraciones e inventos, encontrándose integrados muchos elementos provenientes de las culturas populares más disímiles y de distintos momentos históricos, a partir del arduo proceso globalizador iniciado aceleradamente en los 90 y perfeccionándose a partir de las nuevas tecnologías en este nuevo milenio, las diversas manifestaciones realizadas por nuestros artistas populares significan una muestra cabal de la pervivencia de lo popular y nacional en medio del naufragio globalista.

La obra de Andres Calamaro debe leerse y entenderse bajo ese proceso. El multifacético escritor Walter Lezcano realizó un interesante ensayo donde cruzaba la “sagrada trilogía” de El Salmón con el torbellino político y social que significó en nuestro país la experiencia neoliberal y su resultado caótico en diciembre de 2001. Periodos de resistencia cultural que coinciden con tres álbumes insoslayables: “Alta suciedad”, “Honestidad brutal” y “El salmón”. Si la efervescencia cultural que surge al calor de la recuperación democrática y la pronta desilusión se puede apreciar en sus primeros trabajos (eclécticos, pero sumamente ricos), bajo el nuevo milenio se encuentra una nueva trilogía que debería leerse como una expresión de nuestra conflictiva argentinidad. “La lengua popular”(2007) que refleja la efervescencia amorosa de Andres Calamaro (recuperado de sus adicciones y en pleno trance amoroso con su ex mujer Julieta Cardinali que como resultado nació Charito), “Bohemio” (2013) refiere a la resignación de “ser como es”

“Dicen que primero hay que saber sufrir,

Para después amar,

Para después partir.

Dicen que en su destino inconstante,

Sólo el gaucho vive errante,

Donde la suerte lo lleva.

Perdón vida de mi vida.

Perdón si es que te he faltado,

Por mi saldría el sol todos los días,

Por mí no existirían heridas”

Con “Cargar la suerte”, el poeta ya ha sanado sus heridas y se encuentra en una etapa de contemplación. De alguien que ganó y perdió. “Que fue y vino” varias veces, para sentarse en la cúspide, con la capacidad de observar y analizar. De allí, “Tránsito lento”, “Verdades afiladas”, “My mafia”, “Las rimas”, “Cuarteles de invierno”. Y cierra con “Voy a volver”. Como un proceso dialectico, el Salmón advierte:

“Alguna vez me quise ir,

allí dejé lo que perdí.

Apenas pude rescatar algunos discos viejos

y los reflejos del lugar de donde soy.

Necesidad, pertenecer,

es un lugar sin dirección.

Hay que poder, hay que saber,

hay que querer conseguir porqué vivir.

Porque me fui, puedo creer,

si no me voy, no sé volver.

Y conocer el mundo me va a servir, supongo,

para entender lo que es volver, lo que es vivir”

Su relación con lo popular es natural, coherente. El artista que se maneja a contracorriente sin importarle lo que opinen o acusen la crítica progresista y que recibe siempre la invitación de sus colegas. Calamaro no sólo es uno de los cantautores más prolíficos sino también el que más participaciones tiene en su haber. Basta hacer un repaso rápido para encontrarlo cantando junto a Los Auténticos Decantes, Dos minutos, Estelares, Miranda, David Lebon, Los Palmeras, A.N.I.M.A.L. Transitando desde el bolero, pasando por el tango y hasta desembocar en el trash, el pop o el punk rock, su sello es característico. Cualquiera lo reconoce. De ahí su impronta.

Sus referencias hacia lo tradicional también es otro de sus características. Los versos del “Martin Fierro” se cuelan no sólo en sus letras sino también en sus performances en vivo. No es casual que en más de una oportunidad recurra a la inolvidable frase del General: “llevo en mis oídos la más maravillosa música…”

Falsos Louis Vittons

Que Calamaro deje de ser la imagen del reviente del rock, de pasar a su enemistad con Charly a convertirse en un paradigma contestatario de lo políticamente incorrecto resulta conocido. Sobre todo para la generación centennials que tiende a afirmarse más en una cultura rock detrás del trap y el hip hop, Andres Calamaro es una figura icónica, irreverente. Incomoda. Sobretodo esto último porque no tiene problema en disentir sobre la agenda global que encarna el progresismo, con todos sus lados “delicados” como es la política de género[1] o la ultradefensa de los animales.

«La moral conservadora ya sabemos cómo es, porque la sufrieron todas las anteriores generaciones durante siglos. La moral ‘progresista’ era una broma hace 30 años y ahora se presenta exagerada, con un discurso estrafalario. No hay que darle demasiada importancia a la verdad portátil. Para nosotros, la moral autoritaria siempre es la misma, en el Proceso, en Malvinas y en la democracia»

Meses atrás habíamos ensayado algo en torno al fenómeno de Lali Esposito como claro exponente entre la cultura nacional y lo transnacional[2]. Si Lali se prefigura la idea del predestino, “de salir del barro sin olvidarse del barrio” en el caso de Andrés Calamaro resulta un exponente del caudal diletante surgido entre fines de los 70 y principios de los 80 que en este nuevo milenio se perfilan como personalidades sólidas, próceres de un género deconstruido y despedazado como todas las experiencias culturales de carácter global. Se erigen como figuras populares por su trascendencia y vigencia a lo largo del tiempo. Como reflexionaba Fermín Chávez “Es parte de nuestra identidad, ni más ni menos. Tenemos que releerla hoy para comprobar cómo su espíritu reaparece en el tango —cuando el gaucho de las orillas urbanas se transforma en el compadrito— pero también en la música joven hecho aquí. El rocanrol retoma la tradición gauchesca ligada a la denuncia social y política, además de las historias de amor, la picardía, el humor ácido y la crítica de la vida cotidiana”. Responde a una generación previa a la de Lali: no se siente interpelado ante los nuevos paradigmas culturales trasnacionales, por el contrario, encuentra en ellos una falsa moral, desalmada y des-nacional (y por des-nacional me refiero a la identidad que se construyó y se construye) Sin embargo, Calamaro también se debería enclavar bajo el análisis que desarrolló Matthew Karush en su trabajo “Músicos en tránsito” donde reflejaba esa tensión que implicaba la transnacionalización de la música. Sobre el análisis de los más exitosos artistas, Karush aborda no sólo la ruptura (producto de la intervención del mercado discográfico internacional) sino las continuidades (que es la riqueza y singularidad que otorgaban dichos artistas). Andrés Calamaro, a diferencia de los artistas de su generación, ya se constituye como una figura hispanoamericana que expresa tradiciones populares tanto argentinas como españolas. Además de su pasión hacia la tauromaquia, sus canciones desde su llegada y consagración con Los Rodriguez sus letras resultan una mixtura de ambas culturas. Casi cortazariano, reúne referencias del “lado de allá, de acá y de todos los lados”.

En su último disco de estudio de 2018 llamado “Cargar la suerte”, expresa como una suerte de manifiesto antiglobalista, expresando (como diría el recordado Ricky Espinosa) la “caretofobia” en la canción “Falso L.V.”

“Más falso que un esquimal descalzo,

un tatuaje comprado en un supermercado,

una banda que te esconde y no te nombra,

la sombra de un auténtico Napoleón.

“La grieta del nuevo Medioevo,

Torquemada quiere empezar de nuevo.

Se palpita una nueva primavera

La “Revoluti” ya no es lo que era.

“Sin guillotina no hay revolución,

es un falso Louis Vuitton,

casi una mentira,

vienen con camisetas de rock y peluquería.

“Falso, falso, más falso,

falso Louis Vuitton”

En tiempos donde prevalece lo etéreo y lo imprevisible, donde el preferido de una nueva generación abstraída sobre la nada misma, prefiere votar al fomentador del odio y presentándose como un fiel exponente de lo antinacional, Calamaro y los artistas del Pueblo constituyen una voz valida tan solo al discutir las contracciones de sentido (que en realidad son “sin sentido”). Para salir del fango debemos recoger los frutos maduros que quedaron de nuestra tradición y valores, y dejar de lado como prioridades las agendas globales que no atienden las demandas urgentes que nuestra comunidad en crisis está padeciendo. Y la salida, evidentemente, no está en manos de un chiflado que quiera dinamitar todo para favorecer a los oligopolios.


[1] “En mi familia somos feministas hace 100 años. No existen construcciones machistas, somos un reducto feminista desde el siglo pasado. El gran patriarcado oprime a hombres y mujeres. No me gusta más un artista por el hecho de ser hombre. Entiendo los discursos moderados pero hay que hablar más en serio que una polémica de 15 minutos en internet social”

[2] “Lali Espósito, música en tránsito: entre lo nacional y lo transnacional” en Revista Movimiento, Mayo 2023.

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