Breve aproximación al Club Bilderberg

La reunión del exclusivo y hermético Club Bilderberg ya se ha celebrado este año. La cita tuvo lugar en Chantilly (Virginia), desde el 1 hasta el 4 de junio. Si hacemos caso a las informaciones oficiales u oficiosas (que, en estos casos, nunca se sabe), la hipersecreta reunión de destacadas personalidades del mundo sirve para discutir ideas, obtener consenso y crear cohesión social dentro de la élite asistente; se trataría, en definitiva, de una reunión de filántropos que sólo aspiran a ayudar a la humanidad a alcanzar su destino. Ciudadanos del mundo, gente buena que se preocupa…  ¿por qué desconfiamos, entonces, de estas reuniones?

Afirma James McConnachie:Ocasionalmente, tienes que darle crédito a los teóricos de la conspiración, los cuales plantean cuestiones que los medios principales han ignorado. Es reciente que los medios han cubierto al Club Bilderberg, pero ¿escribirían los medios si no estuvieran estas acusaciones?”. El ejemplo más claro lo tenemos en la reunión del año pasado: Albert Rivera, líder de Ciudadanos, fue uno de los invitados al evento, pero, para evitar que aquello influyera negativamente en la campaña electoral de su partido, envió, en su lugar, a Luis Garicano, responsable económico de la formación naranja, que prometió desvelar los temas que se trataran en la cita. Evidentemente, “donde dije digo, digo Diego”; quedan demostrados el secretismo y la confidencialidad que envuelven a todo cuanto se trata en el club.

A pesar de todo, como dice Cristina Martín Jiménez, Bilderberg atraviesa dificultades. La muerte de David Rockefeller, alma mater de la organización, y la avanzada edad de Henry Kissinger, miembro destacado, fuerzan un relevo generacional en la institución. En España, el presidente del Grupo Prisa, Juan Luis Cebrián, ha sido relevado como miembro del Bilderberg Steering Committee en favor de Ana Patricia Botín, presidenta del Grupo Santander; dejemos en manos de los lectores la posibilidad de relacionar esto con la caída política de Cebrián y los problemas empresariales que atraviesa en los últimos tiempos.  Los Bilderberg también se enfrentan a reveses en sus filantrópicas intenciones de conducir a la humanidad al mundo feliz que tanto ansían: la derrota de su candidata en los Estados Unidos, Hillary Clinton, el Brexit, la crisis de la globalización, el auge de Rusia, los problemas de la Unión Europea, la pérdida del monopolio informativo de sus medios de comunicación, el crecimiento electoral de partidos que apuestan por la soberanía nacional… todo ello demuestra que sus proyectos flaquean o no son imparables.

Para terminar, pongámonos conspiranoicos. “La idea de los Rockefeller y de sus aliados es crear un Gobierno mundial que combine el supercapitalismo con el comunismo bajo el mismo techo, todo bajo el control de esa élite. ¿Hablo de conspiración? Sí, estoy convencido de que ese plan existe, que es de alcance internacional, que se está urdiendo desde hace generaciones y que sus intenciones son increíblemente malvadas” — declaró, cierto día, el congresista estadounidense Larry P. McDonald, que murió, en 1983, al abatir los soviéticos el Boeing 747 de Korean Air en el que viajaba. La idea de un Gobierno mundial no es nueva, ni, por sorprendente que parezca, ha sido negada por los participantes del Club Bilderberg; por otra parte, la entronización del engendro bicéfalo del que avisaba McDonald se hace evidente con el neoliberalismo como modelo económico y el socialismo como mecanismo de control sociocultural. Antonio Negri aplaude el capitalismo digital postmoderno y no logra diferenciarlo del comunismo, mientras tacha de reaccionarios a los representantes de la llamada “vieja derecha”, por sus supuestas creencias de la patria, la jerarquía y el orden, y a la denominada “vieja izquierda”, la que aún defiende la lucha contra el capitalismo.

En definitiva, las conspiraciones históricamente comprobadas deberían prevenirnos, como manifiesta Charles Pigden, ante cualquier rechazo apresurado de teorías conspirativas.

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