De Fuenla, nosotros somos de Fuenla

De Fuenla, nosotros somos de Fuenla. Samuel Vázquez

Hace ya veinte años, cuando comencé a patrullar las calles de Fuenlabrada, en el sur de Madrid, se produjo un homicidio justo el día anterior a comenzar uno de mis turnos. Un joven, al que apodaban “el polaco”, discutió con dos personas que se encontraban en un parque con sus mujeres y acabó exhibiendo una espada que extrajo de entre sus ropas, de esas que se usan en las bodas para cortar la tarta. La discusión se tornó violenta y el “polaco” acabó con su propia espada clavada en el pecho.

Al día siguiente, como digo, comenzaba uno de los turnos del Grupo Operativo de Respuesta, OMEGAS, en el que yo trabajaba. Era obvio que el caso había sido asignado a un grupo de investigación, en concreto a Homicidios Madrid, pero a mi binomio Isra y a mí nos gustaba bastante controlar lo que pasaba en nuestra ciudad, y lo primero que hicimos nada más montar en el coche fue irnos al parque donde habían ocurrido los hechos.

No habíamos ni siquiera llegado a la zona acotada del citado parque cuando una vecina nos paró alarmada y nos dijo que un grupo de chavales se iba en esa dirección con actitud de ir buscando bronca. Así que, allí nos dirigimos y, efectivamente, encontramos a un grupo de unos 15 jóvenes que se dirigían directos, según nos manifestaron, a vengar la muerte de su amigo, ya que habían descubierto que el asesino vivía detrás del parque.

A un asturiano como yo, en aquel momento, lo primero que le llamó la atención del grupo era el crisol de posibles nacionalidades y colores de piel dentro del mismo; más o menos había unos 9/10 españoles, 3/4 hispanoamericanos y 2/3 marroquíes, que además iban a vengar a un polaco (aunque el fallecido había nacido en España, sus padres eran de algún país del este). También había un portugués. Así que les hice una pregunta un poco estúpida en el habitual acercamiento policial antes de entrar en materia:

  • Pero vosotros, ¿de dónde sois?
  • De Fuenla, nosotros somos de Fuenla.

Pedimos apoyo, contactamos a través de nuestra sala operativa con el grupo de homicidios y les dijimos que teníamos la casa del supuesto asesino.

Hoy en día, sólo veinte años después, esta historia sería difícil que sucediera, y ahí está la diferencia entre los procesos migratorios controlados que se vivían entonces, y los descontrolados que llevan sucediendo ya varios años. En un grupo de jóvenes de amplia mayoría española, el resto necesita integrarse para no quedar excluidos, por lo que nuestras dinámicas sociales y nuestra cultura, permanecen. Todos, también los marroquíes, salían de botellón por la noche, se divertían y celebraban las fiestas de guardar, incluida la Navidad.

Pero hete aquí que los seres humanos tendemos a unirnos tribalmente, ha sido así desde siempre en la historia y, por lo tanto, cuando el proceso migratorio se desborda y entran por miles de manera ilegal, no sólo no sabemos quiénes son y qué han hecho antes de llegar aquí, incluyendo sus antecedentes penales, sino que logran construir sociedades paralelas que ya son una realidad en muchos países de Europa, incluido España, donde replican sus mundos en nuestros mundos, ocupan barrios enteros, y ya no están obligados a integrarse para no quedar excluidos. Al contrario, si alguien se atreve a intentar integrarse en la cultura de acogida, queda excluido en la suya, y esa es una presión social que la mayoría no está dispuesta a aguantar. Así que ahora, en Fuenla, puedes ver grupos de marroquíes y de argelinos y de dominicanos, pero ya no ves grupos “de Fuenla”.

Los españoles, que cada vez son menos y tienen más miedo a salir a la calle, van y vienen de sus actividades sin formar ya bandas y expuestos a encontrarse con grupos de jóvenes que ya no quieren ser sus amigos. Además, como durante años les obligamos a rechazar la violencia, y no a saber controlarla, pues les hemos convertido en seres inofensivos, presa fácil, en un intento fallido de volverlos pacíficos. Si no tienes capacidades para la violencia, no puedes ser pacífico, sólo puedes ser inofensivo, no te queda otra opción. Pacífico puede ser aquel que sí tiene capacidades y decide no utilizarlas si no es en defensa propia o la de terceros.

Si a todo lo anterior le añades el componente religioso, con la llegada de miles y miles de personas que no están dispuestas a renunciar a su cultura ni a integrarse en otra diferente, que siguen aferrados a sus ritos y a su culto y donde además en los tiempos modernos se ha impuesto la visión más rígida de ese culto, pues ya tienes el precipicio a la vista. Hay barrios ya en España donde sólo encuentras tiendas Halal, oratorios, mezquitas y en las terrazas de verano únicamente se sientan varones, nunca ves una mujer.

No se “alían” con ninguna otra civilización, no hay ni rastro de “multiculturalismo”, sólo existe y se impone su civilización y su cultura. El multiculturalismo existió hace veinte años, cuando las fronteras no se habían desbordado y el número de personas que llegaban nos permitía integrarlas en nuestros usos sociales, como aquel grupo de jóvenes de Fuenla que se dirigía a vengar a su amigo.

Todo lo anterior ya lo sabemos porque en Francia o Suecia esas sociedades paralelas son ya una realidad desde hace años y, aun así, seguimos cometiendo los mismos errores que antes cometieron otros y una parte de la población sigue insultando e intentando deshumanizar a quien los denuncia. Son los que pintaban los escaparates de las tiendas judías en el Berlín del 33.

Teniendo en cuenta nuestras bajas tasas de natalidad y, por el contrario, las muy altas de nuestros nuevos vecinos, tampoco hay que ser un lince para saber lo que pasará en tan sólo dos décadas. Y ese es el mundo que le vamos a dejar a nuestros hijos, que, en algún momento, tendrán todo el derecho del mundo a pedirnos explicaciones. Cada uno que dé las suyas y cuente lo que hizo, cuando pudo hacer algo.

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