El buenismo

El buenismo. Pedro López Ávila

Dice Pérez Reverte en entrevista al Semanal del 12 al 18 de septiembre de2021: “el siglo XXI milita en la mediocridad. La brillantez se penaliza”. Y un servidor de ustedes añadiría algo más: La mentira se premia. pues mentir con el desparpajo que lo hacen algunos -sin inmutarse apenas-, soltando trolas a derechas e izquierdas, tiene premio en las urnas. ¡Mandan huevos!, como diría el otro, pero es lo que hay. Pareciera como si el pudor se hubiera despeñado al fondo del abismo y lo importante de cada acción fuera el resultado final, y para conseguir objetivos se haría necesario, como condición sine qua non, potenciar la ignorancia y vegetar con ella el mayor tiempo posible. 

Jamás se ha presumido tanto – además con orgullosa insolencia- de no haber leído nunca un libro,  ¡qué más da a los dirigentes! Mejor,  lo importante para los que mandan es aniquilar todo espacio para pensar y que el grupo o el colectivo adquiera más consistencia que el propio individuo. Esa ha sido siempre la eterna conquista de la clase dominante: pretender adaptar al individuo al dogma ético imperante y encadenarlo al mismo; y en estos tiempos  de modorra el dogma ético que nos traen los vientos que corren  es el del “buenismo” que, a decir verdad, me saca de quicio, además de traerme a la memoria el pensamiento de Baroja con respecto a la concepción que tuvo en su día sobre el sistema democrático que lo definió como “el absolutismo del número”.

Aquí no se pretende orientar a nadie, que nunca lee, de la que se nos viene encima, aquí lo verdaderamente grave es que la gente no quiere que se le haga pensar, aquí lo peligrosamente grave es que nuestros modelos de convivencia dirigen su existencia a una sociedad organizada como si se tratara  de un puro comercio; porque los cambios que se están sucediendo en la actualidad no son sino síntomas de otros cambios de un alcance mucho mayor, que se están consumando, para la reestructuración de un mundo en el que un nuevo orden y una nueva era se impongan en occidente.

Entre tanto, las masas calladas y dóciles a lo suyo: al trabajo (el que tenga),  a comer a beber  y a dormir . El resto del tiempo a emplearlo en conductas inspiradas en la evasión ante la contrariedad del trabajo diario; es decir, a pantagrüélicos festines,  a los oficios de Baco y a la francachela nocherniega. A ver, dicho de otra manera, para que se me entienda un poco mejor: los fines de semana y fiestas de guardar, incluidos los puentes, se deben dedicar exclusivamente  a ofrecer culto al vientre, manducando largas horas en buenas barbacoas, o bien solidarizándose con la hostelería hasta agotar existencias ; y, por supuesto, como no se debe perder el tiempo entre bocado y bocado, y como quiera que el paladar no se encuentra desprovisto del sentido de lo líquido, se hace muy necesario para no engullir como los pavos buenas manos de vino y de cerveza. Y ya está, solo falta el güisqui y el  sarao, que comienza antes de caer la tarde y no se sabe cuándo acaba.  Música a muchos decibelios y al rico bailoteo. Hoy la gente es muy bailonga, con esto la comunicación está servida. Si alguien desea hablar que le den, que se machaque las cuerdas vocales o que aprenda lenguaje de signos; además tampoco hay muchas cuestiones de qué hablar, la gente se considera suficientemente informada de todo por las televisiones. Menos mal que han llegado los youtubers como la última esperanza.

Y, sin embargo, esta clase media -estabilizadora del sistema- compuesta por trabajadores, comerciantes, funcionarios, empleados etc…, no advierte que ha llegado el momento de estar más alerta que nunca, cada vez más, puesto que las fuerzas que impulsan hacia el odio desde “el buenismo” son, por su misma naturaleza, viles y mucho más vehementes que las fuerzas conciliadoras y, además, se esconde tras de ellas intereses económicos mucho más groseros y deleznables que los que se corresponden con el modus vivendi de la pequeña burguesía, a la que quieren extirparle todos los valores heredados de la tradición. 

Aquí hay que ser tolerante con los okupas, con los delincuentes , con los que asesinan, con los que violan a las mujeres, con los que saquean, con los que se mofan de la religión católica, con los pederastas, con los que roban, con los golpistas, con los convictos como sanguinarios terroristas y con los que los homenajean … En fin, debemos ser buenos y comprensivos con todo aquello que tenemos asimilado en nuestra cultura  como perverso y atroz, con el objetivo de que no nos llamen insolidarios o nos acusen de delitos de odio por maldecir a esta escoria cada vez más abundante. Lo vemos todos los días: “el buenismo”, o sea,  el absurdo se ha puesto manos a la obra y luchar contra el mismo es incluso más importante, en estos momentos de nuestra historia, que las subidas de las tarifas eléctricas. Por todas estas circunstancia, es una labor inexcusable de todos, para el porvenir de nuestro pueblo, no arredrarse ante los que quieren moldear nuestro espíritu con las ideología de los nuevos papas, que pretende llevarnos de la mano a sucumbir al dominio de una nueva sociedad  organizada vulgar y mecánicamente, con la consiguiente pérdida de las libertades individuales.  

Como diría José Vicente Pascual en Posmodernia 14-9-2021: Hay que salvar al mundo de los que quieren salvar el mundo. No queda otra. O nos libramos de ellos, en el mejor sentido de la palabra “ellos”. O ellos se libran de nosotros en el peor sentido de la expresión. 

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