Me sigue sorprendiendo, tras muchos años, lo feo del arte contemporáneo. Lo cual es un síntoma de no ser de clase acomodada, lo sé. Soy de aquellos restos de la desdichada y masacrada clase media que sigue buscando la belleza y un valor positivo en el arte y la cultura. Personas que, por instinto natural, seguimos admirando lo bello y lo virtuoso. Y, también, porque seguimos imitando los antiguos patrones de una clase alta que ya no existe. Nos hemos quedado atrás, aunque no puedo decir que sea algo negativo.